Salcedo, otra vez en silencio
Artículo destacadoPor Carlos Uribe de los Ríos
lunes 29 de enero de 2007 17:00 COT
El Sol de México reportó su fallecimiento reciente, también lo hicieron El Tiempo y otros diarios colombianos. Dos blogs, uno en Lima y el otro en Bogotá, estuvieron presentes para despedirlo.
Nacido en 1939 en Bogotá, Bernardo Salcedo es uno de los escultores más originales del arte colombiano del siglo XX y el más sarcástico de toda su historia. No es muy conocido porque odiaba las “roscas”, la adulación y el servilismo que caracteriza a algunos artistas muy renombrados. Pero su obra queda como un precioso legado y como testimonio de su integridad artística y de su honda e irónica mirada sobre el mundo que le tocó vivir.
Un cáncer que llevó sin quejas cortó la vida de Bernardo Salcedo, a los 67 años. Y de paso selló la carrera de uno de los artistas colombianos más sólidos, coherentes e irreverentes de la segunda mitad del siglo XX.
Salcedo nunca fue del gusto de los poderosos de ninguna pelambre. Comenzó a ser reconocido a finales de los sesenta, sobre todo a partir de los elogios de Marta Traba y por la Bienal de Arte de Coltejer 1972, en Medellín, donde exhibió bultos de heno amontonados en un espacio pequeño, que dejaron boquiabiertos a todos. Nadie entendía semejante atrevimiento. ¿Eso era el arte contemporáneo?
Decir que Salcedo fue un creador sin fatiga es casi una redundancia. Lo debe ser cada artista si merece el epíteto. Solo que además era capaz de una ironía profunda, sin compasión, dolorosa a veces, que daba cuenta de un sentido crítico sin contemplaciones.
Para entenderlo basta recordar lo que dijo sobre Fernando Botero a la Revista Diners, cuando rompió su voto de silencio: “El mejor pintor que ha habido en Colombia es Botero; de eso no le quepa la menor duda. Es extraordinario, especialmente en su obra de los años sesenta. Pero hay que excluir sus últimos veinte años y sus monstruosas esculturas: son una plasta”.
Desde una mirada tradicional, Bernardo Salcedo fue un escultor. Para otros fue un conceptual. Pero en realidad le jaló a todo. A una especie de ensamblaje o collage que reventaba lo trillado. La escultura siempre estuvo en la base de sus trabajos, unida irremediablemente a una satirización de la realidad, a una crítica ácida, a un rompimiento del cuello de lo obvio. Así habría que ver sus trabajos de la serie Bosques; su serie Landscapes, ensamblajes de metal, fotografía, madera y plomo; sus "Frases de cajón": pequeñas cajas de bocadillo con frases –a manera de lugares comunes- trajinadas en los medios. No en vano la propia exposición que más lo entusiasmó fue una retrospectiva llamada El universo en caja, en la Casa Republicana del Banco de La República, en Bogotá, en junio de 2001.
Jaime Cerón lo dice de manera apropiada: “la acción del bricolage, presente en procedimientos artísticos como el collage, el ensamblaje y el ready made le han facilitado (a Salcedo) la tarea de generar "objetos de arte’ por la transformación o desmantelamiento de objetos culturales. Negociar con la realidad de `lo real’ ha sido un desafío constante para los artistas a lo largo del último siglo, que los ha llevado a recurrir a estrategias primigenias de transformación de la materialidad de sus contextos inmediatos de existencia”.
La mayor ventaja de Salcedo como persona fue que no se dejó llenar la cabeza. Ni por los medios, ni por los aduladores, ni por los galeristas. Trabajó con una independencia exquisita, con una sobriedad solo alterada por el golpe mortal de sus aseveraciones sobre el arte y los artistas. Cada una de sus exposiciones era una “caja” de sorpresas, un rompimiento, el resultado asombroso y perturbador de una búsqueda interior sin pausas.
Estudió sociología y artes, en la Universidad Nacional, donde se graduó con el máximo título: summa cum laude. Sus primeras exposiciones colectivas, en las que fue capaz de confrontar y de algún modo quebrantar los conceptos del arte tradicional que se hacía entonces en el país, fueron polémicas y reveladoras. Le valieron la atención cuidadosa de Martha Traba, profesora de la Universidad Nacional y la crítica de arte más respetada y temida de entonces.
Siempre que se anunciaba una exposición de Salcedo, los galeristas y artistas debían estar “preparados”. Salcedo era irreverente, mordaz, temerario y tremendamente original. No se repetía nunca y tenía el don de trabajar “collages” en los que la escultura, la pintura y lo conceptual tomaban parte, formaban una especie de amalgama nueva que explotaba a la vista del espectador.
Esa capacidad irónica llamó siempre la atención de los medios de comunicación. Porque decía “barbaridades” polémicas y verdades a secas, sin miramientos. Pero llegó un momento, a comienzos de los ochenta, en el que Salcedo tomó la decisión de no conceder más entrevistas porque, decía, que estaba siendo más conocido por sus respuestas que por sus obras.
Quizás sus sentencias más recordadas fueron contra el pintor colombiano Fernando Botero, de quien, entre otras cosas, dijo: “Botero como primitivista es haitiano, como pintor es mexicano y como escritor es la Alegría de leer".
Su obra fue celebrada y expuesta múltiples veces en 27 importantes ciudades del mundo: Bogotá, Paris, Sao Paulo, Rio de Janeiro, Venecia, Roma, Barcelona, Sevilla, Londres, Ámsterdam, Madrid, Buenos Aires, Amberes, Bruselas, Caracas, Quito, Medellín, Cali, Nueva York, Rhode Island, Miami, La Habana, México, Guadalajara, Budapest y Colonia.
Bernardo Salcedo murió el 21 de enero, en su finca de Subachoque, cerca de Bogotá, debido a un cáncer que venía minando su salud. Estaba casado con Natalia Rivera, ceramista, y tenía tres hijos. Es ya, sin duda, uno de los escultores colombianos más destacados y visionarios de la segunda mitad del Veinte.
Titulo de esta obra: La pereza es la madre de todos los vicios
Titulo de esta obra: Muñeca en Pedazos
sbado 3 de febrero de 2007, 11:48 COT
¿Lo que nuestros limitados sentidos perciben es la realidad? Es “nuestra” realidad. Allende a ella hay una más ancha y ajena de lo que nos podemos imaginar. De ahí que artistas como Bernardo Salcedo, capaces de trascender nuestras fronteras cotidianas, se conviertan en un referente de libertad. Como bien lo afirmas, cada obra suya se constituía en una sorpresa, incapaz de asimilar en un primer momento. La reflexión consiguiente nos permitía abrir nuestra mente y ensanchar nuestro espíritu. Un gran artista, sin duda. Sus obras, como su recuerdo contestatario, seguirán con nosotros, por fortuna.
lunes 5 de febrero de 2007, 21:21 COT
Muchas gracias por hacer referencia a mi entrada. Sin duda, nuestro pais ha perdido un gran artista, pero gracias al arte, su obra siempre estara presente y la tendremos por muchos años para recordarlo con el cariño y el respeto que el maestro Salcedo merece.
Paz en su tumba.
martes 7 de agosto de 2012, 13:43 COT
gracias maestro por sus recomendaciones en la Uversidad Nacional!