Fragmento del mapa del índice de Estados Fallidos de 2005 (en rojo)
Independientemente de la opinión que se tenga de Álvaro Uribe Vélez como político o como persona, o de su pasado y de sus relaciones, no se puede negar tan a la ligera que en un país donde cada presidente "es peor que el anterior", como lo dijera Martín de Francisco en su programa de radio una década atrás, durante los últimos 4 ó 5 años muchos colombianos, en especial los de las zonas urbanas, hemos experimentado la sensación de que el país ha "mejorado" en algunos aspectos. Fe de ello pueden dar habitantes de algunas zonas rurales, hasta hace poco abandonadas por el Estado. Para los más cínicos, las cosas estaban tan mal que cualquier avance, por más pequeño que sea, es percibido como una gran "mejora".
Sin embargo, más allá del "ya se puede viajar por carretera", los colombianos reclamamos éxitos de la llamada política de seguridad democrática en los objetivos que se ha propuesto, especialmente en el principal de ellos que es acabar, o al menos reducir, a la subversión. Infortunadamente, la tarea está lejos de completarse, más allá de hechos como la muerte de alias El Negro Acacio, uno de los hombres fuertes de las FARC, un acierto muy importante pero ciertamente algo retrasado. Por eso, es importante no caer en un optimismo desmedido, declarando triunfalmente que las "cosas están bien" y que "las FARC están muy cerca de su fin", frases repetidas hasta la saciedad en los últimos años y que no se han cumplido. Los habitantes de Tolima, Huila, Caquetá, Nariño, Putumayo o Guaviare, entre otras zonas, no sabrían si reír o llorar al enterarse de lo que se afirma en Bogotá o en las demás capitales con tanta algarabía, tratándose estas ciudades de lugares que han padecido muy poco los efectos de la guerra que desangra nuestro país desde hace varias décadas.
Los partidarios del presidente, tan afectos a las cifras y a las estadísticas, han hecho caso omiso (o simplemente no se han enterado, gracias a la mediocridad de los medios tradicionales colombianos) de los índices y clasificaciones que publican diversas organizaciones, basados en informaciones de prensa, reportes oficiales y privados y otras fuentes, acerca de las situaciones de los países en asuntos tan diversos como su viabilidad como Estado, su paz interior y su libertad política y democrática. Con sus aparentes sesgos y las posibles fallas que puedan tener, estas estadísticas, no obstante, sirven como barómetro y tema de referencia para saber cómo vamos y qué nos hace falta. Tristemente, estos fríos números son más tenidos en cuenta en Bogotá que los llamados y los clamores de muchas poblaciones en "la patria". Colombia va mejorando en algunas cosas, pero tiene mucho por hacer en ese y en otros asuntos de vital importancia.
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