[Especial 2009] El año interino IV: los puentes quebrados
Artículo destacado > Especial 2009Por Marsares
lunes 4 de enero de 2010 0:55 COT
Foto oficial de la reunión extraordinaria de UNASUR en Bariloche, Argentina, el 28 de agosto de 2009. De izquierda a derecha, Ronald Venetiaan (Surinam), Álvaro Uribe (Colombia), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Rafael Correa (Ecuador, presidente pro-témpore de UNASUR), Cristina Fernández (Argentina), Evo Morales (Bolivia), Michelle Bachelet (Chile), Fernando Lugo (Paraguay) y Hugo Chávez (Venezuela). Tabaré Vázquez (Uruguay) y Álan García (Perú) ya habían abandonado la reunión a la hora de la foto (Crédito: Presidencia de la República del Ecuador, licencia Creative Commons BY-NC-SA)
Quizás los triunfos en serie a lo largo y ancho de Colombia, aplastando a todo el que se le quiera oponer nubla al presidente Uribe y así como el año pasado jamás imaginó que el bombardeo al Ecuador para eliminar a Raúl Reyes motivara la desaprobación internacional, tampoco calculó el daño que le causaría al país la apertura pública de las bases aéreas y navales colombianas a Estados Unidos.
El rechazo no sólo fue del predecible Chávez. Incluyendo a Perú, su natural aliado, Suramérica entera cuestionó la decisión colombiana, encabezada por el presidente brasileño, a quien aún hoy le parecen insuficientes las garantías colombianas de que las bases con presencia militar estadounidense sólo serán empleadas para combatir el terrorismo y el narcotráfico.
Y lo que es peor, y la historia lo demuestra con múltiples ejemplos, Colombia sufrió en carne propia lo que significa ser amigo incondicional de Estados Unidos. Atacada por todos los flancos, aislada como nunca, Colombia jamás recibió el respaldo estadounidense. Como buen Pilatos, se lavaron las manos con un cinismo que sorprende.
Pero como no hay situación mala que no sea susceptible de empeorar, la economía colombiana, de por sí resentida con la debacle internacional, debió sufrir el cierre comercial de las fronteras venezolanas y ecuatorianas. Aunque Ecuador cedió en su política agresiva y se avanza en la restauración de las relaciones diplomáticas, Venezuela, por el contrario, nos cerró todas las puertas en la cara.
Las exportaciones colombianas a nuestro vecino bolivariano que habían llegado a más de 7.000 millones de dólares anuales, se desplomaron y, para redondear, 800 millones de dólares que se les adeudan a los exportadores colombianos están en veremos. Quiebras, desempleo, contracción de la balanza comercial, persecución a las empresas colombianas asentadas en suelo venezolano, xenofobia, amenazas militares, asesinato de compatriotas, todo se vale en esta ruleta rusa.
Según The Economist, uno de los más prestigiosos y serios periódicos del mundo, fue Colombia la que pidió a los Estados Unidos el incremento de su presencia militar en suelo colombiano como maniobra disuasiva ante el crecimiento armamentista de Venezuela. Aunque Estados Unidos se apresuró a desmentir la afirmación, queda el saborcillo de que fueron fuentes de alto nivel las que confirmaron el aserto a The Economist.
Lo peor del cuento es que esta presencia, aparte de que compensa la disminución de la ayuda militar estadounidense vía Plan Colombia, no representa mayores ventajas para Colombia de las que venía gozando. Pero muestra hasta qué punto, sin pudor alguno, el gobierno colombiano es capaz de entregar lo que sea necesario (al final no serán siete las bases sino las que sean necesarias) con tal de fortalecerse ante supuestas agresiones externas.
Por fortuna, Ecuador está contra la pared por los escándalos internos que comprueban la amistad entre políticos cercanos al presidente Correa y Raúl Reyes, a lo que se agrega la necesidad de la electricidad colombiana y el propio comercio fronterizo. Esto obligó a Correa a ceder en el pulso y dar vía libre a la normalización de las relaciones diplomáticas. Un frente menos que alivia la economía y la política exterior colombianas.
Pero lo de Venezuela es otro cuento. Puentes peatonales dinamitados en la frontera, asesinato y expulsión de colombianos, milicias bolivarianas entrenándose a destajo, guerrilleros protegidos en suelo patriota, insultos por doquier, paranoia extrema, mientras los civiles de lado y lado no entienden por qué, razones políticas, egos inflamados, intereses personales, los condenan al aislamiento y la pobreza.