Negociar con terroristas
ColumnasPor Fabio Villegas Botero
jueves 12 de mayo de 2011 15:25 COT
Si el siglo XIX en Colombia fueron décadas y décadas de guerras civiles casi sin interrupción, desde mediados del siglo XX hasta ahora lo han sido de violencia igual de prolongada. Lo que empezó con una confrontación entre los partidos tradicionales, pasó a entremezclarse con intereses mafiosos, según Marco Palacios; luego sería más definidamente guerrillera, para desembocar en una etapa que aún no termina “en la cual convergen, narcotraficantes, guerrilleros y paramilitares; unos y otros entreverados en alianza o en conflicto con políticos clientelistas, ganaderos, militares y policías”.
El narcotráfico fue inducido desde el exterior, y la guerra contra el mismo nos fue impuesta por un gobierno extranjero, que encontraba más rentable financiarla por fuera que atacarla al interior de sus fronteras. Internamente se nos volvió un negocio de proporciones inauditas. Los violentos encuentran allí una fuente de abastecimiento de armas y un estímulo para entrelazarse con mafias sanguinarias. Los otros actores —políticos, ganaderos, militares y policías—, la razón para entrar a apoyar o atacar a unos u otros según sus intereses.
Hoy se plantea la discusión sobre si hay o no conflicto armado en Colombia, algo que negó el gobierno anterior, basado en la doctrina Bush, según la cual se puede hacer una guerra, ojalá de exterminio, a aquellos que su gobierno y otros amigos califiquen de terroristas. De ahí la aseveración tajante: “No se puede negociar con terroristas”. Hay que hacerles una guerra sin cuartel, sin la más mínima consideración a los derechos humanos fundamentales.
Pero, ¿quién es terrorista? En Colombia, supuestamente, los guerrilleros, porque en su lucha, no importa con qué motivaciones, cometen actos terroristas, algo que nadie puede negar ni es necesario detallarlo. Lo extraño es que desde hace casi tres décadas, los paramilitares, que han conformado ejércitos poderosos y numerosísimos, vienen cometiendo actos de una barbarie que iguala y muchas veces supera a todo cuanto han hecho las guerrillas. Nos preguntamos, entonces, ¿por qué estos no son denominados “terroristas”? Más aún, ¿por qué el gobierno anterior negoció con ellos, ¡y con qué derroche de generosidad!, si son igual o más terroristas?
El término “terrorista” ¿es un rótulo que se puede poner a un grupo a discreción, y dejar de poner a otro grupo que actúa igual y aun peor? Cuando un jefe paramilitar confiesa con absoluta frialdad que ordenó asesinar 3.000 personas, no solo el Estado, sino la mayoría de la población se queda impávida. Es más, casi que se sienten reconfortados porque las víctimas eran guerrilleros o ¿auxiliares? de la guerrilla. ¿A un terrorista atroz y confeso lo consideraremos salvador de la sociedad? ¡Qué aberración!
Por desgracia la justicia por propia mano se viene imponiendo, como lo vemos con frecuencia en televisión, o con los falsos positivos de la fuerza pública, o con otras venganzas que van teniendo carta de ciudadanía. ¿No será hora de buscar la paz, la reconciliación?
sbado 14 de mayo de 2011, 12:32 COT
La paz es un ideal, por el cual se cometen todo tipo de aberraciones, todos aquellos que se enfrentan en el conflicto se declaran defensores de la misma, tal vez sea hora de mirarnos en verdad y mirar si realmente hacemos algo por ella y dejamos de criticar porque se usa tal o cual termino…