Quintana y Urán, de oro y plata
Columnas > Con los taches arribaPor Rafa XIII
domingo 1 de junio de 2014 12:49 COT
Los de mi generación somos unos privilegiados. Hace tres décadas, siendo niños y adolescentes vimos cómo Alfonso Flórez ganaba por primera vez una carrera en Europa: el Tour de l’Avenir, en 1980. Poco después, vimos también a Lucho Herrera coronando el mítico Alpe d’Huez en el Tour de Francia de 1984. En el 87, a través de la radio y la televisión, nuestros oídos y ojos fueron testigos de cómo el mismo jardinerito de Fusa llegó primero a Lagos de Covadonga, se adueñó de la camiseta de líder y el 15 de mayo se consagró como el primer —y hasta ahora, único— colombiano en ganar la Vuelta a España. Lucho fue el máximo exponente del pedalismo nacional, secundado por otros grandes corredores como Fabio Parra, Martín Ramírez, Francisco Rodríguez, Édgar Condorito Corredor, José Patrocinio Jiménez, Israel Pinocho Corredor, Samuel Cabrera, Manuel el Jumbo Cárdenas, Herman Loaiza, Nelson Cacaíto Rodríguez, Pablo Wilches y Abelardo Rondón, entre otros. Cada uno de ellos, en mayor o menor medida, fueron nuestros ídolos y motivo de grandes satisfacciones para la afición colombiana.
Ahora que estamos en la madurez, vemos con alegría que volvemos a tener verdaderos monstruos de la bicicleta, como los de aquellos viejos tiempos. Lo que han alcanzado Nairo Quintana y Rigoberto Urán no solo iguala sino que supera con lujo de detalles las hazañas de nuestros corredores criollos en la década de los ochenta del siglo pasado. Al triunfo de la Vuelta a España (la tercera competencia de ruta más importante del mundo) en 1987 de Herrera y al tercer puesto de Parra en el Tour de Francia (la carrera más importante) de 1988, le anteponemos el doblete como subcampeón de Urán en el Giro de Italia (la segunda carrera a nivel mundial) en 2013 y 2014, el subtítulo de Quintana en el Tour francés del año pasado y su flamante corona de campeón del Giro italiano en este 2014, el triunfo más importante del ciclismo colombiano de ruta en toda su historia.
Este Giro ha tenido sabor a Colombia por donde se le mire. Desde la etapa 12, la franela de líder de la competencia estuvo en poder de un compatriota. Rigoberto Urán se adueñó de la codiciada maglia rosa –camiseta rosada— el 22 de mayo, en la contrarreloj individual entre Barbaresco y Barolo, y la cedió a Nairo Quintana cuando éste ganó la etapa Ponte di Legno-Val Martelo, cinco días más tarde. El boyacense mostró un paso impresionante en el ascenso, a pesar de haber tenido en las horas previas dificultades de salud debido a un resfriado. La consolidación de Nairo se dio en la cronoescalada individual del viernes 30, en una durísima subida a la Cima Grappa, desde casi el nivel del mar hasta los 1.775 metros de altura, lo cual, para las condiciones climáticas y topográficas europeas, es comparable a trepar a un páramo de los nuestros que esté por encima de los tres mil metros. Quintana ganó la etapa y le sacó ventaja suficiente a sus perseguidores como para correr tranquilo el sábado y el domingo hasta la meta final, por cuanto dejó a su compatriota Urán a 3:07, al italiano Fabio Aru a 3:48 y al francés Pierre Rolland a 5:26. A no ser que ocurriera una debacle de proporciones nunca vistas, era imposible que a Nairo le quitaran el máximo lugar de honor del podio en Trieste.
Sin embargo, Quintana no bajó la guardia en la fracción del 31 de mayo, también montañosa y con llegada en un puerto de primera categoría en el Monte Zoncolan, y se mantuvo al acecho de los que protagonizaron fugas. Para que no quedaran dudas, mantuvo a Urán con la misma distancia y amplió la diferencia sobre Aru y Rolland, que al término del vigésimo tramo quedaron a 4:04 y 5:46, respectivamente. No había nada que hacer. Era solo cuestión de hacer el desfile triunfal el último día, alistar las banderas, las botellas de champaña y empezar a celebrar.
Amén del uno-dos en el podio, la actuación colombiana en Italia significó también la maglia bianca —camiseta blanca— para el propio Quintana como el mejor joven de la competición y la maglia azzurra –camiseta azul— para Julián Arredondo como el mejor de la montaña, quien además se impuso en la categoría de la combatividad. A manera de bonus track, Nairo alcanzó el primer lugar en el escalafón de la Unión Ciclística Internacional, con 345 puntos, frente a 308 de Alberto Contador. Todo salió a pedir de boca. Como hace tres décadas, hoy mi generación afortunada está aquí para verlo, oírlo y disfrutarlo.