Migrantes
Columnas > La política en taconesPor Pilar Ramírez
lunes 5 de septiembre de 2011 4:46 COT
El abuso, maltrato, secuestro y muerte que sufren migrantes centroamericanos que pasan por nuestro país en su afán de llegar a Estados Unidos ha sido de tal magnitud que ha colocado en la agenda pública el tema de la migración vinculado a la violencia que se vive en México.
Del mismo modo en que ha aflorado la violencia que sufren los migrantes en su paso por tierra mexicana y los escasos resultados de las autoridades migratorias para detenerla, han salido a la luz acciones esperanzadoras como el apoyo que les brindan el sacerdote Alejandro Solalinde o Las Patronas de Amatlán de los Reyes que todos los días preparan alimentos para dar una ayuda que es recibida como puerta al cielo, pues la comida que ofrecen mitiga en muchas ocasiones el hambre de varios días.
Otra cara de lo que ocurre con los migrantes son nuestros paisanos que han logrado llegar y asentarse en Estados Unidos y que hoy enfrentan una embestida por parte de varios gobiernos estatales. Las leyes antiinmigrantes promulgadas en siete estados de la Unión Americana han provocado el regreso de muchos connacionales a México, pero en la mayoría de los casos ha obligado a los migrantes a moverse a estados donde puedan ponerse a salvo de este tipo de leyes.
Los esfuerzos por permanecer en Estados Unidos no se deben únicamente a la finalidad de mantener un cierto nivel de vida sino, en muchas ocasiones, de conservar una identidad que se ha conformado con una gran cantidad de elementos culturales mexicanos y con la vida cotidiana que han hecho en suelo estadounidense, especialmente para las generaciones de hijos de mexicanos que nacieron del otro lado de la frontera.
Aun en las condiciones más difíciles, los mexicanos realizan esfuerzos por mantener vivos los hábitos que les dan sentido de pertenencia, como la música. A mediados del pasado mes de agosto se llevó a cabo el Décimo Encuentro de Jaraneros de California en la ciudad de Los Ángeles. Esta fiesta mexicana con música de Veracruz la inició el músico, escritor e ilustrador Honorio Robledo hace nueve años como resultado de reuniones informales entre grupos de son jarocho formados por mexicanos residentes en Los Ángeles. Honorio regresó a Veracruz desde hace tiempo, pero el encuentro sigue.
Un dato que sugiere la importancia del son jarocho como factor de identidad nacional y no sólo veracruzano es que los grupos musicales formados por gente originaria de Veracruz son minoría, aunque ciertamente son quienes mantienen el liderazgo en las actividades que dan presencia pública al son jarocho.
El Encuentro de Jaraneros de California comenzó en la Plaza Olvera, lugar emblemático para los mexicanos residentes en Los Ángeles, pues se ubica en el inicio del este de la ciudad, la zona mexicana por excelencia. Este barrio es atravesado por la avenida César Chávez, lo que para los latinos es tan significativo como el hecho de que en el Harlem de Nueva York corra la avenida Malcom X. Por razones económicas, el encuentro se ha desplazado a una sede alterna, la Plaza México, ubicada en la ciudad de Lynwood y enclavada en una zona mexicana, con el inconveniente de que la ubicación reduce considerablemente al público que acude al Encuentro.
Las diez ediciones del Encuentro de Jaraneros es un logro desde muchos puntos de vista. Esta fiesta musical comenzó con grupos exclusivamente locales; a lo largo de los encuentros subsecuentes, la participación ha ido en aumento y ha llegado a congregar a más de 20 grupos de son jarocho de Los Ángeles y sus alrededores, además de nutrirse con grupos de Veracruz que van a fortalecer el Encuentro. El pasado mes de agosto estuvieron presentes el grupo Son Candela de Tlacotalpan, Alberto de la Rosa y el grupo Mono Blanco. La variedad de grupos e incluso la diversidad de su origen ―hay grupos Tijuana y Mexicali en México y de otras ciudades de California― muestran un mosaico multicolor del son jarocho. El Conjunto Jardín, por ejemplo, que hace un atinado juego de palabras con el apellido de sus fundadoras, las hermanas Cindy y Libby Harding, es un caso singular, porque representan la tradición de la música jarocha como la percibe un grupo estadounidense. Este grupo ha sido importante para el Encuentro de California no sólo por razones musicales sino también organizativas; se trata de un grupo abierto a la experimentación del nuevo son jarocho que combina equilibradamente con la tradición y además participa activamente en la realización del encuentro.
Desde el punto de vista de la organización, el Encuentro ha sido fruto del esfuerzo de la sociedad civil, con las virtudes y los problemas que esto representa, ya que la pasión y el entusiasmo a veces se ven rebasados por la ausencia de la dedicación profesional al diseño de eventos culturales. El esfuerzo que despliegan, sin embargo, sostenido por años y agregado a las tareas regulares merecen un apoyo más sólido y decidido por parte de las autoridades veracruzanas, quienes podrían facilitar, con gestiones, la disponibilidad de una sede adecuada para el encuentro, la certeza del envío de grupos de Veracruz, la cobertura y una buena difusión de esta fiesta que colma muchas necesidades de encuentro de los mexicanos que residen en Los Ángeles con su cultura.
Es justo mencionar que la participación del grupo Son Candela, este año, fue gracias a la Secretaría de Turismo de Veracruz; el viaje de los otros participantes corre comúnmente por cuenta de los organizadores, quienes de sus propios recursos aportan para los boletos de avión y la estancia de los músicos. Otra buena noticia fue que el titular de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, Fernando Perera Escamilla, acudió al encuentro porque, según dijo a quien esto escribe, la cultura forma parte de la vida de los migrantes y se declaró dispuesto a apoyar no sólo el encuentro sino otros eventos de son jarocho que tendrán lugar el próximo año.
La cara musical de la migración mexicana a Estados Unidos es quizá la mejor y más amable; su importancia como elemento de identidad para esta gran comunidad es indudable. Muchos la encuentran orgullosamente en el son jarocho y eso es algo que no debe pasar inadvertido para nadie.