Ética, género y periodismo
Columnas > La política en taconesPor Pilar Ramírez
jueves 5 de noviembre de 2009 22:40 COT
Varios analistas han abordado el uso sexista de la imagen femenina, de manera particular en la publicidad, cuyo manejo de roles le endosa a las mujeres valores que justifican socialmente un lugar de subordinación; en compensación, le ofrecen a la mujer el mando en el hogar que no es sino otro mecanismo para mantener las tareas domésticas como “asuntos femeninos” que sólo son exaltados para vender lavadoras, secadoras o planchas el 10 de mayo, pero que no gozan, en realidad, de un verdadero reconocimiento del valor social que tienen dentro de la cadena de tareas productivas.
En los segmentos informativos, tal manejo de la imagen de las mujeres parece neutralizarse, pero es sólo una apariencia, porque allí está. Con la profesionalización de las tareas periodísticas muchas mujeres han incursionado en los distintos quehaceres especializados que se requieren para las labores informativas de los medios escritos y electrónicos. Hoy, muchas mujeres son reporteras, conductoras, redactoras, locutoras, encargadas de consola en los estudios de radio, columnistas y, menos, aunque también las hay, camarógrafas o directoras de cámara. No obstante, los medios informativos continúan siendo trabajos con una fuerte presencia masculina.
Existen razones para lo anterior que se relacionan con la atención diferenciada de los públicos. Los espacios informativos son de consumo predominantemente masculino y los medios otorgan credibilidad a sus productos informativos con la presencia de varones. Las dos cadenas televisivas nacionales tienen en sus noticiarios estelares a conductores hombres, cuando mucho en algunos informativos hay dos conductores —mujer y varón— donde la conductora es la cara “bonita o amable” de las noticias, dan notas de cultura, de espectáculos y notas “de color” como se les llama a esas noticias extraordinarias o curiosas; las mujeres aparecen a cuadro también para dar el reporte del clima, hablar de temas de salud o de espectáculos. También ocurre que las mujeres son titulares de noticiarios cuando se trata de las emisiones vespertinas o de madrugada que tienen audiencias mucho menores. La información deportiva y política está reservada a los varones, así como las entrevistas “importantes” con personajes de la vida económica y política. Algo muy similar ocurre en los noticiarios radiofónicos.
En nuestro país existen, según el Directorio de Medios Impresos, más de 320 periódicos diarios. Sólo ocho están dirigidos por mujeres y únicamente uno de circulación nacional. En los medios, además, no existen las cuotas de género como en los partidos o en los cargos públicos. La estructura de propiedad de los medios simplemente no tiene que ver en absoluto con la elección de las personas a las que se encomienda su dirección. El punto de vista masculino se convierte así en algo irremediable.
Ante este hecho innegable, como parte de mis tareas en el Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Radio y la Televisión (STIRT), sección Xalapa, desarrollé un Código de ética con perspectiva de género para el que fueron sumamente valiosas las observaciones de muchos colegas periodistas, entre los que destacan Miguel Valera, director de Proyecto Veracruz, Gabriela Warkentin, directora de Radio Ibero y coordinadora de la carrera de Comunicación en la Universidad Iberoamericana, Omar Raúl Martínez, presidente de la Fundación Manuel Buendía y la periodista chilena Susana Rocatagliata.
Algunos medios mexicanos han construido desde hace años códigos de ética para la autorregulación del quehacer periodístico, pero muy pocos lo han hecho con un acento especial en la perspectiva de género. Este código de ética es una invitación a erradicar estereotipos que favorezcan prácticas discriminatorias o de violencia por razones de género, con el cuidado del lenguaje para evitar la exclusión social y con una orientación hacia una labor informativa profesional y objetiva que elimine el riesgo de privilegiar una sola postura en hechos vinculados a formas de discriminación.
Se destaca que “el trabajo en los medios con perspectiva de género es total y absolutamente compatible con la responsabilidad que los trabajadores de los medios tienen con la escritura y la expresión correctas, con el equilibrio periodístico, con el respeto a la privacidad y la dignidad de las personas, el rigor informativo y con el respeto irrestricto hacia las comunidades y las personas con independencia de su pertenencia étnica, creencias religiosas, preferencias sexuales o aspecto físico”.
Este código fue recogido en el libro Códigos de ética periodística en México, en el que Omar Raúl Martínez plantea una aproximación hacia la ética y la deontología en el periodismo mexicano y hace una recopilación exhaustiva de códigos de diarios, revistas, medios electrónicos, instituciones, organismos y códigos personales. El código de ética del STIRT es el único trabajado especialmente con perspectiva de género para trabajadores de medios dirigidos a público abierto, como Radiotelevisión de Veracruz (RTV) y estaciones de la radio comercial.
El trabajo realizado para construir este código es la razón de mi participación en el foro “Hacia la reconstrucción del discurso desde la equidad de género en los medios de comunicación, propuestas éticas” que organiza el Consejo Ciudadano por la Equidad de Género en los Medios de Comunicación y que tendrá lugar hoy en la ciudad de México. Esta participación ha sido alentada por la amable invitación que me hizo el Consejo y por el interés siempre solidario en estos temas de José Luis Rivera y de mi querido amigo José Guillermo Trujillo, receptivo y sensible a estos conceptos de equidad, ya que se relacionan de manera muy estrecha con instituciones como la que él dirige, la Dirección de Educación Normal, porque el gremio normalista es fundamentalmente femenino.
ramirez.pilar@gmail.com