Consejos para el día del amor y la amistad

Estamos en la época donde la melcocha se vende por docenas, los abrazos se multiplican y las sonrisas se prenden de la cara como tatuajes de halloween.  Aunque debiera servirnos de experiencia el pasado, la carne no sólo es débil sino olvidadiza, por lo que conviene tener en cuenta las siguientes recomendaciones para que el tránsito por el día del amor y la amistad no lo deje mal parado.

Aprenda a sonreir, aunque lo cojan en gavilla para ir a celebrar con quienes nunca se ha cruzado el saludo, porque en esta época todos somos amigos. Pero si no puede hacerlo, piense en la carita candorosa de Uribe disculpando al ejército del montaje terrorista. ¿Si ve? ¡Se lo dije! No va a parar de reir y dirán que usted es el alma de la fiesta, o por lo menos el payaso.

No sea tacaño. Si le va a regalar algo a la recepcionista – mamasota que le sonríe todas las mañanas, no le salga con la rosa que venden en la esquina envuelta en celofán. Lúzcase. Regálele un libro de superación personal. No lo va a leer pero va a pensar (si, ella también le jala a eso) que usted ve en ella algo más que esos dos hermosos porvenires, tamaño paraiso.

Si usted es de los que tienen cantaleta propia en la casa, adelántese a los acontecimientos y dígale que el domingo celebran juntos pero que el viernes no lo espere despierta (ni dormida) porque le toca celebrar con los de la oficina, y por si acaso, lleve camisa de repuesto, se lo aconsejo, porque esas manchas de colorete no salen fácil del cuello ni de la memoria casera.

Tenga en cuenta que el licor juega malas pasadas. Acuérdese del año pasado cuando le juró amor eterno a la de contabilidad, se arrejuntó con la de sistemas y terminó explorándole las glándulas mamarias a doña Eduviges, la cucha de gerencia, que ahora lo acosa a diestra y siniestra.

"Juventud, divino tesoro", no lo olvide, así que deje de darle al trance, al deep house y a cuanta música electrónica se le atraviese para cuadrarse a la sardina de archivo: Para los 18 años de ella, usted es un mausoleo que ya está cerca de chupar gladiolo. Es la vaina de pasar de los treintas. Ya le toca tirar seriedad con tarjeta de crédito y cena para dos.

Si está peleando con alguien, recuerde lo que dice (bueno, más bien lo que canta) Alberto Cortés: "la amistad es un barco de papel que soporta la más terrible tempestad", así que regálele una boleta para que vaya a ver "Jesucristo Superestrella". Quien quita que a la final salga pensando que usted no es Judas sino apenas un crucificado por culpa de María Magdalena.

Cuando llegue a su casa, piense primero antes de hablar. Mejor dicho, no hable, apenas refunfuñe como lo hacía Turbay en sus buenos tiempos y si no se acuerda, hable igualitico a López, pero si tampoco puede, le tocó echar carreta y ahí si el único que le sirve de ejemplo es José Obdulio Gaviria. Si ella no le cree por lo menos lo deja pasar con tal de que se calle.

Bueno, y hablando de regalos, usted, el de los ojos de ternero degollado, ¿qué le va a dar a SU AMOR? Llévela a La Calera, con mirador incluido, chimenea, mesita para dos, velas, … Hola, aterrice… que ya toca cerrar el chuzo, es decir, esta columna y usted, por andar con la suspiradera, ni para bolas.

Mejor dicho, para qué consejos si, exceptuando a éste, los demás vuelven y la embarran. Así que mejor les dejo la recomendación final, que a la larga es la que todo el mundo aplica: "después del gusto que venga el susto".

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