Aprendiendo a hablar con los hombres
Columnas > Limpia - MentePor Johanna Pérez Vásquez
martes 30 de septiembre de 2008 4:30 COT
Poco a poco he cerrado la brecha que me separa de comunicarme adecuadamente con los hombres gracias a mis amigos, sin embargo reconozco que aún me falta mucho camino por recorrer y que muy seguramente me muera sin lograr el objetivo de trasmitirle un mensaje de forma clara y directa a uno de ellos sin tener que decirlo al menos dos veces.
Elegí tener más amigos hombres que amigas mujeres porque siento que si bien nosotras no somos tan violentas como nuestras contrapartes, sí podemos ser tan arpías como para desconfiar incluso de nuestras compinches, entonces por pura supervivencia opté por hacerme de unos buenos camaradas.
Suele ocurrirme que mientras hablo con alguno de mis amigos más cercanos deseo contarle todo lo que me ha pasado desde la última vez que lo ví, así que abordo los temas como bien van llegando a mi cabeza y de forma absolutamente caprichosa, sin verle ningún problema a dejar a la mitad la historia de mi mejor amiga y su novio abogado, para pasar a que una de mis primas se graduó hace poco de la misma profesión, mientras en la cabeza de mi “víctima” se arma un enredo del tipo “su prima es su mejor amiga y es abogada igual que su novio” lo que no es para nada exacto comparándolo con la situación real.
Sé que en estos casos la responsabilidad por la confusión es mía y aunque ya debería tener claro, por todo lo que he leído acerca del tema, que a los hombres se les debe hablar de un solo asunto a la vez y decirles las cosas en orden para que las comprendan mejor, pero todavía se me olvidan esas reglas.
También me pasa, con cierta regularidad, que en un momento de rabia digo algo con toda la intención de herir y la siguiente vez que veo al personaje temo que, a pesar de mis posteriores excusas y arrepentimientos, siga encubiertamente enojado conmigo y que no me lo diga para guardar las apariencias, cuando ya sé muy bien que lo corriente con ellos es que no se tomen tan a pecho las ofensas como lo hacemos las mujeres. Esto me lleva al siguiente punto.
Si una mujer le dice a su amiga que el vestido que tiene puesto la hace ver como cabaretera en lugar de decirle “creo que un material menos traslúcido y un modelo más cerrado resaltarían mejor tu belleza”, como aconseja el código femenino, muy seguramente se arriesgará a que quien la escucha le diga algo parecido sólo por defenderse y que al poco tiempo le retire su amistad.
Por esta forma que se nos enseña a las mujeres para tratarnos entre nosotras es que todavía me siento rara cuando le digo a un hombre las cosas muy directamente y no reacciona de forma negativa, es que ya estoy acostumbrada a que si digo algo así como “ese chuzo a donde vamos es horroroso y no sé por qué te gusta tanto” me quedo esperando un rato la mirada condenatoria aún después de la carcajada sonora y/o el gesto cómplice.
Afortunadamente no todo ha sido malo.
Después de pasar por episodios de sonrisas nerviosas y frases directas, de interpretaciones erróneas, tanto del comportamiento propio como ajeno, luego de creer que ser “buena” equivale a pedir con rodeos algo que el otro podría estar dispuesto a negar, para tener mayores probabilidades de conseguirlo, estoy aprendiendo que es mejor decir las cosas de frente, dejar de ser “diplomática / hipócrita” con los hombres, porque pocos comportamientos agradecen tanto como que se les explique todo clara y abiertamente sin hacerlos adivinar y sin armarles infantiles pataletas, siendo esta una de las formas para ganarse la invaluable lealtad que sólo puede venir de un amigo.
martes 30 de septiembre de 2008, 13:42 COT
Extraño artículo… para mí. ¿Será porque soy hombre? 😉 Lo curioso es que yo prefiero tener amistades con mujeres. Por lo general la relación entre un hombre-hombre es de fantasmeo y me aburre esa obsesión que tienen con el sexo -_-.
Hay excepciones. Tengo una amistad con un hombre y me llevo bastante bien con él.
martes 30 de septiembre de 2008, 18:00 COT
Creo que lo que planteas se debe a una cosa: todo hombre es básico, por lo cual, dar rodeos, es un dolor de cabeza para ellos.
mircoles 1 de octubre de 2008, 00:38 COT
Diana Duque Lavado:Creo que toda comparación es injusta porque simplemente somos diferentes.
Como hombre podría argumentar que el 90% del contenido de las conversaciones sostenidas con mujeres son absolutamente superfluas e innecesarias… un completo desperdicio de tiempo y CO2 liberado en la atmósfera. Pero eso sería desconocer que las mujeres necesitan dar rodeos y usar el símbolo del símbolo del símbolo para sentirse cómodas. Puede que no sea en absoluto práctico, pero qué le vamos a hacer, hay que aceptarlas como son y no pretender que sean lo que no son. Si fueran como nosotros, sería aburridísimo…
Johanna: Muy valiente reflexión. No todas las mujeres aceptan tan fácil que hay que esforzarse para comunicarse, en lugar de esperar a que sean los demás quienes hagan el trabajo de entenderlo a uno. Dicen que la elegancia se trata de verstirse de acuerdo con la personalidad de uno pero adaptándose a la ocasión. Algo parecido deberíamos hacer cuando realmente queremos comunicarnos con los demás, es decir, tratar de reconocer sus particularidades para tratar de hacernos entender, no pretender que funcionará con los demás la misma forma de comunicación que nos gustaría que usaran con nosotros. Y no se puede generalizar. Cada persona es diferente y dar con el tono adecuado y los referentes apropiados puede tomar toda una vida. Un reto chévere de emprender.
mircoles 1 de octubre de 2008, 08:30 COT
Estimada Lady, interesante artículo que segun mi perspectiva representa bastante la problematica de comunicación entre generos, particularmente como hombre (o básico) me inclino por la comunicacion directa, sin rodeos o espacios a lecturas que jamás vemos y que por lo general nunca captamos o entedemos mal. Independiente de lo anterior no creo tener muchos problemas de comunicacion con amistades de ambos sexos, pero si tengo claro que hay temas que con algunos jamás voy a poder conversar y no tiene que ver con la comunicacion sino mas bien con los intereses comunes.
Un abrazo fuerte.
JC
mircoles 1 de octubre de 2008, 12:11 COT
Buena opción para solucionar nuestros (y lo digo en general) problemas de comunicación.
Gracias por suministrar un material de ayuda para todas las mujeres y los hombres.
Anímate a escribir algo sobre cómo hablar con mujeres. Sería interesante. Lo intenté en “Es diferente” (http://elmarquesdecarabas.blogspot.com/2008/05/es-diferente.html), pero tu perspectiva será más concreta, al grano, “sin rodeos”.
lunes 6 de octubre de 2008, 13:07 COT
Hay dos posiciones diametralmente opuestas:
Una dice que la amistad entre un hombre y una mujer es más sincera, porque no hay ese sentido de competencia atroz y salvaje que hay entre mujeres. En la sabiduría popular está consignado que dos mujeres son amigas hasta el día que les guste a ambas el mismo tipo, porque la guerra de ahí enadelante será a muerte. Algo que refuerza lo dicho acá y en el artículo es que los hombres muchaas veces no nos tomamos tan a pecho una palabra o un hecho como ellas. Dos hombres se pueden, literalmente, partir la je-ta un día, y al siguiente, ser amigos. Dos mujeres que rivalicen serán enemigas hasta que se mueran.
El otro punto de vista señala que por el contrario nunca va a ser posible una verdadera amistad entre un hombre y una mujer, porque, por más de que en el momento no exista ni la más mínima atracción física (entendida como sexual), entre un amigo hombre y una amiga mujer, siempre hay que pensar que las hormonas son muy traicioneras, y que cualquier evento no programado por ninguno de los dos, puede llegar a causar que el o ella repentinamente y sin quererlo comience a ver al otro/a con ojos diferentes, y pueden ocurrir dos cosas: Que tengan una noche XXX salvaje y puedan seguir siendo amigos o que todo se acabe por pura vergüenza.
lunes 19 de diciembre de 2011, 05:25 COT
interesante.