El “todo vale” de José Obdulio Gaviria
Elecciones 2010 > Estancias > PolíticaPor: Marsares
27 dAmerica/Bogota Mayo dAmerica/Bogota 2010 17:07 COT
El “todo vale”, pilar ideológico de la “Seguridad democrática”, que cubrió —y aún cubre— de horror la democracia colombiana, encuentra por estos días uno de sus más nefastos ejemplos en boca de quien funge como el más ferviente seguidor del presidente Uribe, su intérprete mayor y su consueta más reconocido, el señor José Obdulio Gaviria.
En su más reciente columna para El Tiempo, Gaviria lanza una andanada de frases disonantes contra el candidato Mockus que manipula con habilidad los hechos y los transforma en haberes para sus tesis. Hasta ahí, no hay nada anormal por provenir de quien proviene. Pero, en el remate de su escrito, afirma:
“El rey de los listos, escribió en su programa presidencial: "Los niños y niñas tienen derecho a ser deseados o deseadas, por lo que es impostergable una política pública en materia de salud sexual y reproductiva" (capítulo 14 numeral 4). ¿Con qué nos saldrá ahora para explicar ese Manifiesto Pederasta?”
¿Antanas Mockus, pederasta? ¿La campaña verde, pederasta? ¿Hacen los verdes apología de uno de los crímenes más abyectos del ser humano? ¿La frase “Los niños y niños tienen derecho a ser deseados y deseadas” es una invitación a que violenten sus cuerpos, atropellen sus derechos, destruyan sus vidas a través de la violencia sexual?
Una mirada completa a este apartado del programa de gobierno de Antanas Mockus demuestra el infundio. Antes de la frase citada, en el preámbulo, se advierte: “Impulsaremos la educación sexual y reproductiva para promover la concepción de niños y niñas deseadas y deseados, y prevenir el abandono infantil”.
Claramente, en dicho programa se propugna porque no se traigan al mundo niños producto de una concepción irresponsable. Los niños deben ser “deseados”, es decir, sus padres deben querer concebirlos, para que desde su nacimiento, se les de la atención y el cariño que se merecen.
Por eso, el mismo programa señala que “La mejor estrategia para lograr la equidad en Colombia es mejorar la atención, el cuidado y las condiciones de vida de los niños y niñas”. Y más adelante, en el mismo capítulo que no cita José Obdulio Gaviria, se advierte:
“Impulsaremos programas gratuitos de cuidado integral formal con personal altamente calificado para las poblaciones más vulnerables, así como programas de apoyo y asistencia a los padres y las madres en buenas prácticas de crianza, salud y nutrición. Desarrollaremos políticas diferenciales para la niñez e incrementaremos significativamente los recursos para asegurar su acceso a la salud, la nutrición, la educación y el registro civil. Facilitaremos espacios físicos para el libre desarrollo físico, intelectual y emocional de los niños y niñas, particularmente en la primera infancia. La inversión en las niñas y los niños de 0 a 5 años será prioritaria. Fortaleceremos los contextos familiares, educativos y comunitarios como entornos protectores de la infancia y formadores de ciudadanía y trabajaremos por el mejoramiento de los ingresos familiares. Buscaremos que el maltrato, la violencia sexual, la explotación laboral, la vinculación a la guerra, y cualquier otro acto que afecte su dignidad, integridad y libertad sea castigado cultural, moral y legalmente. La felicidad de los niños y las niñas es la base de una sociedad exitosa”.
Este es el contexto de la cita que manipula el ex consejero del presidente Uribe, el que niega que haya desplazados, el que atribuye los falsos positivos a calumnias, el que considera que la justicia es el brazo legal de la guerrilla y todo aquel que no comulgue con las ideas de su patrón, un terrorista.
Este siniestro personaje, arropado en la sombra de la impunidad palaciega, es uno de los que aspira a continuar en el poder tras el trono del heredero, continuando en su papel del Torquemada de la parroquia uribista que a unas horas de las elecciones presidenciales no encuentra otra manera de detener las fuerzas del cambio que a través de la puñalada trapera de la calumnia.
Dice la sabiduría popular que “el que las usa se las imagina” y así parece ser el caso de José Obdulio Gaviria, oscuro individuo que en la soledad de su alma y de su cuerpo, seguramente querrá ser el deseado de su propia calumnia.