Luego de asistir a este evento que me causaba inquietud, apatía y atracción – extraña mezcla, lo sé – cambié un poco de opinión después de verlo desde adentro.
El espíritu de fiesta de conectividad no lo sentí, encontré muchas personas interesadas en disfrutar los videojuegos que prestaban los expositores o los que los campuseros llevaban, también vi muchísima gente metida en su mundo, asistiendo porque sí y sin interés real en la interacción con otros pares con quienes comparten pasatiempos, actividades e incluso habilidades.
El desfile de gente perdida en la vida fue algo evidente, esa soledad bajo un techo tan extenso fue muy difícil de ignorar, veía personas caminando por ahí, sin rumbo, sin nada qué decir, sin valor para acercarse a otro y comenzar una conversación interesante, de hecho lo que percibí es que si hay muchos “apasionados” por la tecnología no tienen claro qué deben hacer con esa herramienta nueva y a su alcance, eso se hace evidente cuando se les pregunta una cosa y responden con frases completamente desconectadas de la cuestión.
Es triste, además, recordar las respuestas que daban los visitantes que entraban al mirador cuando se les preguntaba ¿qué miran?:
-La tecnología.
-Esto es un avance de hace 20, 30 años.
-Muy bueno todo esto.
Y la cara de admiración era real, además se sentían contentos al saber que habían pagado cinco mil pesos para ir a ver ese espectáculo. Yo realmente creo que los ejecutivos de mercadeo se merecen una felicitación, por haberse ingeniado esa forma de hacer publicidad, es como si lograran que todos los visitantes al área de electrónicos de cada almacén pagaran sólo por ver los productos.

Muchos de los usuarios de las diversas herramientas que ofrecen los sistemas informáticos, no sólo internet, se dedican a usarlas porque están, pero no tienen objetivos claros en cuanto al impacto que pueden lograr con ellas si son usadas de forma integral, por eso este evento no fue muy distinto de esas ferias donde uno ve a los albañiles compitiendo entre sí para ver quién es el más rápido pegando ladrillos. Los egos de los usuarios de tecnología están más interesados en ser buenos digitando, en ser cada vez más comentados, más conocidos y en aparecer en muchas fotos pero los contenidos sólo reflejan la inmensa ignorancia que se vive en este país.
Estoy en completo desacuerdo con la improvisación que se hace de espacios disponibles con la excusa de que “era para aprovechar”, creo que en las conversaciones con los amigos, en general en las conversaciones con la gente se puede hablar de temas inteligentes y que estos no tienen que ser aburridos. El privilegio de tener acceso a medios emergentes de comunicación conlleva una responsabilidad que muchos no comprenden, no asumen, quizá ni siquiera imaginan, por eso les parece válido presentarse al frente de otros para decir cualquier tontería con la excusa de “estamos explorando la herramienta, estamos apropiándonos de la tecnología”. Esta tendencia choca abiertamente con la información transmitida por otros conferencistas tanto en forma como en fondo.
Quien comunica debe hacerse responsable por lo que dice, por lo que transmite, así que si no se tiene nada importante para decir es mejor guardar silencio, como dicen tantos proverbios, es mejor callar, aprender, escuchar y no decir muchas tonterías sólo para parecer alguien muy enterado de todo, dejando claro que no se sabe nada de nada.
La supuesta fama también fue un elemento recurrente, de segunda mano escuché un comentario que iba más o menos así: “esta mañana escuchaba a un grupo de bloggers discutir acerca del derecho que tenían a ser más reconocidos que otros, porque habían abierto sus blogs hace tiempo, antes que otros”, por lo que no me sorprendió ver el interés de algunos en que sus videos aparecieran en la página de Citytv, expresado en una conferencia que no tenía nada que ver con este tema.

Estos comportamientos son síntomas claros de inmadurez en el uso de las herramientas, de hambre de reconocimiento – no importa cómo, no importa por qué, no importa por quién, lo que importa es que nos reconozcan – y de ignorancia, porque básicamente un país que no lee, un país que no piensa ni critica tiene poco o nada para decir.
La organización del evento se ve sólida, si bien están en constante mejoramiento, los recursos que ofrecen a las personas que se harán cargo de paneles, conferencias y demás contenidos de corte académico/formativo cubren las necesidades que surgen en estos espacios.
De parte de los asistentes sentí una subvaloración de los contenidos disponibles, era usual ver un público nutrido al comenzar un panel y ver cómo se desintegraba en la medida que este se desarrollaba, además esa costumbre desastrosa de hacer preguntas a quienes hacen parte de los eventos, para luego desaparecer cuando su duda iba a ser resuelta, fue algo común.
Acerca de las dudas noté que hay un interés marcado en la monetización de las páginas web y en las aplicaciones relacionadas para lograr este objetivo, sin embargo no se han encontrado caminos claros para alcanzarlo, mucho menos en la economía actual.
En conclusión a este evento le falta mucho, no porque los contenidos que se presentan en los distintos espacios sean aburridos y pobres; las conferencias centrales, según entiendo, fueron dadas por personajes importantes que reunían una cantidad importante de público, al menos al comienzo. No soy quien para hablar más de ello porque no conozco de cerca la biografía de ninguno de los invitados y porque sólo estuve al comienzo de ellas. Mi punto acá es que los asistentes, los campuseros llegan sin sentido crítico a usar las herramientas, a socializar tímidamente, a tomar fotos, a juntarse con los que ya conocen de otros espacios y muchas veces a perder el tiempo mientras aprovechan una velocidad muy alta de conexión que no tienen en casa. La gente realmente interesante, la gente que aporta y que hace de la tecnología una herramienta útil, las personas que le dan un significado profundo a ese martillo que tienen en sus manos son poquísimos, por eso hay que tener mucho olfato para hallarlos.
Espero que el próximo año los contenidos enriquecedores se multipliquen y que los asistentes hayan madurado un poco más para comprender el privilegio que tienen entre manos, si fuera así lo explotarían y harían que el evento se llenara de significado, que tuviera un impacto más amplio en sus vidas y en las de quienes les rodean, aunque esto fuera sólo de modo indirecto.
*Las fotos son de mi archivo personal.