¿Alcanzaremos?
Columnas > Con los taches arriba Por: Rafa XIII3 dAmerica/Bogota Febrero dAmerica/Bogota 2011 14:21 COT
La actividad deportiva en este agitado 2011 empieza paulatinamente a tomar forma, y en esta columna volvemos al ruedo, tras unas vacaciones que llegaron a su fin, en medio de una agria polémica con seudopersonajes que se autoproclaman poseedores del conocimiento absoluto acerca de un tema y no admiten objeciones o, en el caso de que lo hagan, sólo a cambio de rotular a aquellos que se atrevan a objetar sus incuestionables verdades como ignorantes o enemigos. Por nuestra parte, en Con los taches arriba, continuaremos dándoles espacio a las opiniones de todas las vertientes, en cuanto al deporte se refiere. Igualmente, mantendremos este espacio al margen de la política, la religión, el regionalismo malsano y la adulación o la crítica gratuita a las personas o instituciones. Acá se habla solamente de deportes.
La preocupación
Entremos en materia. Hay retrasos que asustan. Y el retraso del que nos ocupamos hoy es tan preocupante como el que atormenta a muchas parejas en algún momento de sus vidas. Nos referimos a la demora, visible en unos cuantos casos, en las obras de adecuación y remodelación de los estadios colombianos, con miras al Mundial Sub 20 Colombia 2011, a celebrarse en nuestro país entre el 29 de julio y el 20 de agosto.
A pesar del parte de tranquilidad dado por los delegados de la FIFA, que estuvieron inspeccionando el desarrollo de los trabajos en cada una de las ocho sedes de los partidos, no hay que ser un experimentado ingeniero ni arquitecto para darse cuenta de que, por lo que se aprecia en las imágenes, en por lo menos tres ciudades estamos colgados. Oígase y léase bien. No estamos diciendo que no se ha hecho nada, ni que lo que se ha hecho esté mal. Simplemente que se está haciendo muy despacio, y el tiempo apremia.
En términos generales, las obras en todos los escenarios comprenden una remodelación que cumpla con los requerimientos que la FIFA hace para autorizar el desarrollo de cualquiera de sus campeonatos mundiales. Entre las más importantes están el emplazamiento de silletería en todas las tribunas, eliminación de enrejados que separen al público de la cancha, camerinos con capacidad para 22 jugadores, salidas comunes al terreno de juego, salas de conferencia, palcos VIP, zonas de prensa con acceso a todos los dispositivos multimedia, tableros electrónicos con pantalla gigante, cámaras de vigilancia, sistemas de amplificación de sonido, zonas de restaurante, baterías sanitarias, ascensores, rampas, salidas de emergencia, iluminación nocturna que permita la perfecta transmisión de los juegos por televisión y, fuera del estadio, rutas eficientes de acceso y evacuación peatonal y vehicular, canchas de entrenamiento, infraestructura hotelera y de transporte, seguridad policial y cualquier otra acción que sea necesaria para que los deportistas, árbitros, periodistas y aficionados puedan desenvolverse sin ningún contratiempo durante el torneo.
Uno por uno
Hay estadios en los que es notorio el avance de las remodelaciones. El que muestra un mejor semblante es el Metropolitano de Barranquilla, que prácticamente está terminado en lo que respecta a graderías y cancha. Allí no hubo necesidad de eliminar rejas, porque desde su construcción cuenta con un foso que separa la tribuna del campo de juego, y la iluminación es una de las mejores del país. Es más lo que hay por hacer en los alrededores, por lo que no habrá problema para que allí se lleve a cabo la inauguración del mundial.
El estadio Atanasio Girardot, de Medellín, estaba medianamente listo para albergar el torneo orbital sub 20, comoquiera que el año pasado fue la sede principal de los IX Juegos Odesur. Las adecuaciones han estado dentro del cronograma previsto, y comprenden básicamente trabajos en las zonas de camerinos, prensa y áreas comunes.
Palogrande, en Manizales, fue noticia en los últimos días por una controversia suscitada a raíz de las informaciones que señalaron un sobrecosto escandaloso en el valor de la silletería instalada en las tribunas. Pero más allá de esta polémica, que es una cuestión administrativa y no deportiva, el aspecto del estadio, que de por sí es uno de los más agradables de Colombia, ya se acerca a la forma definitiva que tendrá cuando se dispute allí el Grupo C.
Uno de los escenarios que más ha cambiado es el Hernán Ramírez Villegas, en Pereira. La obra incluye la construcción del segundo piso de la tribuna oriental, la instalación de una novedosa cubierta, un sistema de iluminación sin torres, y una gran transformación de los sectores aledaños al escenario. Aunque los trabajos terminen a tiempo, no se permitirá que el Deportivo Pereira lo utilice para sus partidos de local por el campeonato colombiano. Deberá jugar en el tradicional estadio Alberto Mora Mora.
En Armenia, el Centenario también tendrá un nuevo techo y sistema de iluminación nocturna. El inconveniente está en las canchas de entrenamiento, pues faltan detalles por ultimar en la del viejo San José (que fue semidestruido por el terremoto de 1999). En este escenario se jugará el Grupo D.
Y empieza lo grave…
Aunque no lo parezca, El Campín de Bogotá está “al día” con lo planeado. Pero uno lo ve y estructuralmente es el mismo de siempre, así como fue el mismo de siempre tras las remodelaciones para la Copa América 2001 y los XVII Juegos Deportivos Nacionales de 2004. No se parece en nada, todavía, a lo que muestran las maquetas realizadas en animación 3D. Si bien los expertos aseguran que el grueso de los trabajos en el costado occidental (cerrado al público desde hace casi un año) se ha centrado en los camerinos, sectores de prensa y accesos al terreno de juego, el golpe de vista no impacta en lo absoluto al desprevenido observador. Las viejas y obsoletas torres de iluminación siguen allí, como están desde su inauguración a mediados de los años sesenta. El entorno del estadio no tiene ningún cambio. Los parqueaderos al norte y sur están como si no tuvieran nada que ver con la obra, y eso que en el rectángulo de césped de la 57 con 30 la selección colombiana de fútbol jugará por primera vez en la historia como local en un mundial. Bogotá tiene además el agravante del aeropuerto El Dorado en obra y la calle 26 completamente destrozada.
Si El Campín de hoy no se parece al de la maqueta, el Pascual Guerrero de Cali está aún más lejos de verse como el espectacular diseño que nos muestran en el video promocional. El viejo coliseo sanfernandino fue parcialmente demolido y sometido a una reestructuración gigantesca, en relación con los demás, que incluye la construcción de unos palcos a manera de tercer piso en la tribuna oriental y un techo en forma de anillo que servirá además como soporte de las nuevas luces para juegos nocturnos. Si uno se atiene a los planos, quedará magnífico, pero basta comparar las fotografías tomadas a finales de enero con éstos o con las imágenes animadas, para pensar que cuando vuelvan los delegados de la FIFA (el 27 de abril), será muy difícil que hayan terminado, con todo y que los obreros estén trabajando en tres turnos, las 24 horas.
Y el caso más delicado es el de Cartagena. Como dijimos al comienzo, acá no hablamos en términos de regionalismos malsanos. No tenemos nada en contra de la ciudad, ni mucho menos de sus habitantes. Por el contrario, reconocemos su importancia histórica y turística. Pero Cartagena no debió ser escogida como subsede, porque tenía el estadio (Jaime Morón, antes Pedro de Heredia) en las condiciones más desfavorables del conjunto de aspirantes. Y ya escogido fue en donde debieron iniciar primero las remodelaciones, porque era el que más trabajo necesitaba. Viendo el enorme atraso que presenta el Jaime Morón a estas alturas, hay que pensar, y seriamente, en tener un plan B, por si Cartagena no puede entregar las obras a tiempo, al igual que Cali. No hay mucho de dónde escoger, así que las únicas alternativas serían el General Santander de Cúcuta y el Alfonso López de Bucaramanga.
No se trata de ser alarmistas, sino de tomar conciencia de que somos los anfitriones del tercer evento más importante del fútbol, luego del mundial de mayores y del torneo olímpico. Por esta razón, no podemos permitirnos el lujo de salirle al mundo con un chorro de babas, presentando obras a medio terminar o, lo que es peor, pidiendo aplazamientos. Ya fuimos el hazmerreír de todos cuando renunciamos a la sede del mundial grande del 86. Esta es la oportunidad única e irrepetible de reivindicarnos.