“Son las decisiones las que debieran articular la comunicación política”
Servicio Sudamericano de NoticiasPor Christian Blanco
jueves 7 de junio de 2007 0:01 COT
Al analizar el fenómeno de la mediatización de la política, Mario Riorda considera que existe una colonización de la comunicación en la política, producto del resquebrajamiento de las identidades vinculadas al sistema de partidos tradicionales y al predominio de la "personalización" de la política.
Decano de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Católica de Córdoba, profesor de Política y Comunicación el la carrera de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales (UCC) y de Políticas Públicas II, en la Maestría en Gestión Política (UCC), Riorda sostiene que estas identidades se encuentran en un camino intermedio entre un proceso donde se yuxtaponen "lo viejo que no ha desaparecido, con lo nuevo, que no ha terminado de consolidarse ".
Riorda es además profesor en la Maestría en Gestión de la Comunicación de las Organizaciones de la Universidad Austral, del Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset, España, del Doctorado de Ciencias Políticas del Centro de Estudios Avanzados, de la UNC, y enseña en distintos postrados en España, México, Perú, Uruguay, Portugal y Canadá.
Recientemente publicó el libro "La construcción del consenso: gestión de la comunicación gubernamental", en autoría con Luciano Elizalde y Damián Fernández Pedemonte. En entrevista con este medio, dialogó acerca de la mediatización de la política.
Un proyecto cortoplacista
-¿La mediatización de la política supondría plantear una política de la inmediatez, dejando de lado la formulación de planes y proyectos de largo plazo, que necesitan un mayor tiempo de reflexión y de implementación, como la contracara de la construcción que formula la lógica mediática, vinculada al corto plazo?
-En realidad, la inmediatez que se tendería a imaginar efectivamente mata el largo plazo. Si se lo analiza desde una frase muy en boga actualmente, que es el concepto de "campaña permanente", uno imaginaría que la respuesta sería obviamente sí. No obstante ello, depende más de la calidad de los políticos y del nivel de dificultad que se tenga en cada contexto donde los políticos actúen y digo básicamente esto, porque aquellos políticos que se podrían definir subjetivamente como estadistas, aunque juegan el corto plazo, incluso con jugadas muy brutales, muy explícitas o muy en campaña permanente, jamás abandonan la idea de proyecto a largo plazo, como norte, como rumbo o como "mito de gobierno". Para que exista un mito de gobierno, se necesita para ello, un nivel de instalación de la lógica de largo plazo, que obviamente se traduce o queda instalada como una política de todos, como una política de Estado, como suelen utilizar muchos políticos sin saber que significa ello. En realidad cuando esto se logra, efectivamente puede coexistir el largo plazo con el corto plazo, es decir con la inmediatez. Aunque uno tenga una visión de largo plazo, visto desde la lógica política y como lo retransmiten los medios, nunca el largo plazo es más importante que el corto plazo. Lo mismo diría del corto plazo en relación al largo plazo. El día a día, que es el corto plazo es tan importante, ni más ni menos, que el largo plazo. Uno hace a la meta; el otro hace a las respuestas cotidianas. Ambos son necesarios.
-¿Las identidades políticas no terminan de licuarse o desdibujarse frente a las nuevas formas de ejercer la política mediante los medios de comunicación? o por el contrario, ¿las identidades políticas propician, ante esta nueva realidad, mecanismos distintos de realización?
-Si se consideran que las identidades políticas son estancas o estables, se caería en un error muy fuerte. Es probable que lo que se esté desdibujando o licuando sean aquellas identidades que corresponden, literalmente, al sistema de partidos tradicional tal como se conocen. Si imaginásemos rápidamente cuál es el sistema de partidos, en otro contexto, pero preferentemente en Argentina, diríamos que el sistema de partidos, de forma simplificada, es el clásico "uno versus uno"; "blanco o negro"; "River versus Boca"; "PJ versus UCR". Es mucho más complejo el tema, en el sentido que las identidades nunca se pierden. Tan sólo se trastocan o mutan las identidades del sistema político tradicional. En este momento y particularmente en referencia a lo que retransmiten los medios, se puede establecer que los medios no son ni culpables ni neutros, simplemente son una correa de transmisión de un fenómeno increíblemente importante que está trastocando los modos de entender la política en la actualidad, que es un problema estrictamente argentino, pero que también es un problema fuertemente latinoamericano, que lo constituye el rompimiento del sistema de partidos.
Cuando se rompe el sistema de partidos estallan los partidos -recordando que el año pasado se oficializaron 500 partidos en Argentina-, estallan las identidades a la vieja usanza y se producen reacomodamientos. Estos reacomodamientos están hoy en un proceso que denomino de "transición estructural", que implica que es una transición que probablemente no tenga una salida inmediata hacia un nuevo sistema de partidos. Recién ahí probablemente, estemos nuevamente en alguna etapa de estabilidad de las preferencias políticas, de las identidades si se quiere. Más que licuarse las identidades, simplemente se transforman hacia un proceso que todavía hace coexistir lo viejo, que no ha desaparecido, con lo nuevo, que no ha terminado de consolidarse.
Voy a dar un ejemplo. Hace poco tuve la oportunidad de trabajar en la campaña para la elección de gobernador en Catamarca, donde se produjo un hecho muy curioso: uno de los personajes más nefastos de la historia argentina contemporánea y del presente argentino como Luis Barrionuevo, tenía una intención de voto del 26% exactamente a su imagen negativa; todo el resto era imagen negativa. El voto real obtenido en el escrutinio fue del 36%. Hubo casi un 10% de la población, que pese a su imagen negativa, lo terminó votando, aún cuando las encuestas decían lo contrario. Podemos leer ese dato en el sentido de que el "pataleo" de las viejas identidades políticas, en ese caso el peronismo, todavía están coexistiendo con un nuevo modo de organizar las identidades. Incluso Catamarca fue la primera demostración pública del "River-Boca" jugando juntos, es decir del Frente Cívico-Social, con predominio radical, con el Frente para la Victoria, con predominio justicialista. Aún cuando las encuestas no lo determinaban, casi un 10% de la gente terminó votando con una identidad tradicional, frente a una propuesta electoral absolutamente novedosa en ese escenario.
-¿Hasta que punto la comunicación política, como sostiene la politóloga María José Canel, articula la toma de decisiones políticas así como la aplicación de éstas en la comunidad?
-No siempre la comunicación política articula decisiones, sino es lo inverso, son las decisiones las que debieran articular la comunicación política. Si se considerase lo contrario, se generarían constantemente ficciones comunicativas, como creo que se generan. Las ficciones comunicativas se destacan por constituir un proceso de sobreestimación de expectativas indebidas, en el sentido de que la comunicación es más importante que la decisión política previa que daría origen a la comunicación. La comunicación entendida estratégicamente es un elemento transversal y es la política asimismo, solo que visto desde otro prisma. ¿Siempre el resultado de la comunicación política, especialmente la opinión pública, condiciona a la decisión política? La respuesta es no. Traigo a colación una expresión japonesa que es importante y que se denomina Kūki. Esta expresión representaría "el clima de opinión". Es una expresión utilizada por Elizabeth Noel Newman, en el Espiral del Silencio, que va mucho más allá del clima de opinión. ¿Con qué identifican los japoneses al Kūki? Normalmente con una época histórica que determinó a los políticos japoneses a tomar decisiones pronacionalistas, entre otras cosas ir a la Segunda Guerra Mundial, cuando en realidad el imperio japonés de ese momento no tenía la fuerza suficiente para enfrentar una guerra, por lo menos frente a un coloso de ese momento como era Estados Unidos. Primo allí una determinación muy fuerte de la opinión pública, como efecto de la comunicación. Pero el clima de opinión de la opinión pública, como efecto de la comunicación política, no es lo mismo que el Kūki, porque el Kūki es el resultado de la comunicación política, en tanto opinión pública, pero que determina a los que toman decisiones. El clima de opinión, en todo caso, condiciona y es un elemento más. En el Kūki es un elemento, como señalé, que determina la toma de decisiones, a favor de una acción o una circunstancia particular. No siempre se da esta relación tan directa y depende de los contextos. Particularmente en contextos de crisis la toma de decisiones orientadas en función del estado de la opinión pública, como reflejo de la comunicación, es probablemente mucho más corta.
-Para el sociólogo en comunicaciones, Mills, el objetivo de los mensajes en los medios, con apelaciones a actitudes irracionales, censura o invención de informaciones, redundaría en la neutralización política de la mayoría, excluida del sistema de poder. Con relación a esto, ¿los medios jugarían este papel de consolidación y perpetuación de un determinado statu quo, con el objetivo de impedir el cambio político?
-El pensamiento de Mills es absolutamente respetable pero ha quedado viejo: pensaba en un viejo sistema de medios que obviamente no es el actual. En el viejo sistema de medios la idea de que muchos-pocos informaban a todos. Hoy, especialmente con el auge de las nuevas tecnologías, todos informan a todos y todos se informan de todos. En este sentido la lógica del statu quo es una posibilidad, pero también puede existir lo contrario. En realidad lo que plantea Mills está muy cercano a la idea de que se conocía como el modelo clásico de investigación, el cuál era pensado en su momento con una televisión incipiente e imaginaba que los cambios políticos eran mínimos y siempre se favorecía el statu quo. Actualmente existen situaciones de medios más cerrados donde eso puede darse y existen también situaciones de sistemas de medios abiertos, donde eso es impensable y absolutamente improbable. Esta idea tipifica un sistema de medios homogéneo que no es tal. La existencia de mensajes en los medios como si hubiera una sola sala de redacción, un solo productor, un mismo esquema ideológico y una misma articulación de intereses, particularmente de "sponsoreo" de los medios. Esto no es así de ninguna manera y cada país, cada provincia y cada municipio es un mundo aparte en el sistema de medios, con su propia definición legal del sistema de medios y por ende los efectos de los medios de comunicación, llamase irracionalidad, censura o desinformación no son homogéneos.
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