“A la Argentina le falta un horizonte de previsibilidad que oriente las decisiones”
Servicio Sudamericano de NoticiasPor Víctor Tapia Aravena
jueves 21 de junio de 2007 9:03 COT
Manuel Mora y Araújo es argentino. Cursó estudios de Derecho y Sociología en la Universidad de Buenos Aires. Es licenciado en Sociología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Santiago de Chile (1962). Realizó estudios de posgrado y en Sociología en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). También realizó estudios de posgrado en la Universidad de Paris (La Sorbona) y en el International Peace Research Institute-Oslo (1965).
Es autor de varias publicaciones entre las que se destacan: El voto peronista, Qué nos pasa a los argentinos, Liberalismo y Democracia y Ensayo y Error. En su paso por Córdoba, este prestigioso profesional disertó sobre los equilibrios políticos de la Argentina para entender la situación actual.
En diálogo con Servicio Sudamericano de Noticias, el doctor Manuel Mora y Araújo se refirió a las tendencias políticas en América Latina y el mundo, los nuevos fenómenos que emergen a la luz de estos cambios, la situación de la clase media y su importancia como factor de equilibrio. Asimismo, explicó los segmentos en los que se divide hoy la sociedad, y los consensos mínimos que necesita el país para gobernar.
– ¿Cuáles son los factores que considera más apremiantes para gobernar un país como la Argentina?
– Gobernar es un problema de equilibrio, no una cuestión de acceder a la verdad. No se gobierna con verdades. Ninguna sociedad tiene consensos sobre cuáles deberían ser las verdades para gobernar. Las sociedades son conjuntos de seres humanos y grupos con sus propias demandas, preferencias, aspiraciones, intereses. En una democracia los equilibrios que hacen posible gobernar tienen más que ver con el conjunto de la sociedad. En todo caso se trata de un balance entre esos equilibrios y hacer lo correcto. Si uno quiere llegar al gobierno para hacer lo correcto y tenerlo claro, entonces es casi seguro que esa es una receta para fracasar. También es cierto que no se trata de factores de equilibrio entre los sectores de la sociedad que votan, también hay factores de poder. En la Argentina hemos visto muchos casos donde se procura gobernar por un lado haciendo uso de esos factores de poder, y por otro, buscando algunos respaldos en la sociedad.
– ¿Algún ejemplo?
– Los gobiernos militares argentinos. Los equilibrios que fueron capaces de encontrar fueron siempre extremadamente inestables y por eso no duraron mucho. Fueron más corporativos que ningún gobierno civil.
– ¿Cuál es la situación de la Argentina en el mercado mundial actual?
– La Argentina viene creciendo a tasas muy altas. Es un caso notable no sólo para el país sino también para el Mercosur. Este es un fenómeno que no se puede dejar de tener en cuenta para hablar. El Mercosur tiene un nivel de integración extremadamente débil, casi no existe económicamente hablando. Es un espacio de intercambios comerciales, no mucho más que eso. Creo que no hay mucha relación entre lo que le pasa a cada uno de sus miembros y lo que le pasa a los demás. El control de precios es lo que se implementó hasta ahora, pero ya se está dejando de implementar. Las retenciones, por otro lado, están en la lógica de una medida de devaluación. Un país que devalúa como lo hizo la Argentina obviamente algo tiene que hacer con lo que exporta, como se hizo otras veces antes.
– ¿Cuáles son las tendencias a nivel global en materia económica hoy por hoy?
– En todo el mundo, sobre todo en América Latina, hay dos tendencias contrapuestas que coinciden: por un lado hacia economías abiertas con influjos de capitales; y por otro hacia economías más orientadas a cerrarse hacia adentro. Esto se refleja en las decisiones políticas y en las decisiones de voto. Los electorados y las sociedades están divididos por estas tendencias. Estamos en una década de bajo consenso social, lo cual es cierto en muchas partes. Estamos en un momento en que nuestras democracias son democracias de tercera generación. Las primeras fueron las del siglo XIX, muy distintas de las del siglo XX. Las de segunda generación fueron democracias muy ampliadas pero con un fuerte control político de los dirigentes y con restricciones al voto. Hoy vota todo el mundo, no hay elites políticas prácticamente y los que son más y votan por el "no candidato" ganan. Cosa que no pasaba hasta hace pocos años en esta parte del continente. La gente empieza a votar con mucha más autonomía.
– ¿Qué otros fenómenos surgidos en las últimas tres décadas podría mencionar brevemente?
– Se ha perdido la confianza en los partidos políticos tradicionales y emergieron coaliciones con liderazgos de las clases bajas, que antes eran fenómenos raros. Como resultado tenemos en el continente orientaciones políticas heterogéneas: nuevas coaliciones de centro derecha en países como México, Centro América, Colombia, Perú; nuevas coaliciones populistas en Venezuela, Bolivia, Ecuador; y social democracias ortodoxas que buscan economías abiertas y el influjo de capitales. Este es el caso de Chile, Brasil Uruguay, Costa Rica. Ahora en el caso de Argentina, no sabemos bien dónde estamos.
– Ahora, ¿qué importancia tiene la clase media para analizar estas diferencias políticas tan marcadas?
– Mi hipótesis es que la situación de las clases medias explica más las diferencias. Qué pasó con las clases medias en las últimas décadas y qué está pasando ahora. Cuando tuvimos una década de apertura de la economía, de reformas en la década del noventa y de neoliberalismo; en algunos países las clases medias se vieron favorecidas por esas políticas de apertura como Chile, y en otros se vieron perjudicadas: Argentina, Bolivia, Ecuador, Perú. Es en estos casos cuando las sociedades empiezan a percibir que el malestar tiene que ver con el mundo globalizado y demandan protección.
– Usted tiene elaborado un modelo de la sociedad argentina dividida en segmentos. ¿Cuáles son?
– La sociedad está dividida en tres tercios: la productiva, con personas competitivas que encuentran trabajo fácilmente en cualquier parte del mundo, son capaces de trabajar en una economía moderna y generan gran parte de la riqueza que produce el país. En segundo lugar, hay una clase media poco productiva. Esta es a la que no le fue bien. Salarios sin mejorar, desempleo, inestabilidad laboral. Sin embargo, tiene expectativas de un nivel de vida mejor, porque lo tiene desde hace muchas generaciones y no considera lógico perderla. El tercer segmento es una Argentina marginal, sumergida, que no pertenece al mundo moderno, y que aumentó muchísimo con la crisis. Estos tres segmentos de los que hablo son esquemáticos. Pero son 37 millones de habitantes que tienen intereses distintos, por lo tanto, debe haber un consenso social para que el país tenga cierto grado de acuerdo sobre más o menos en que dirección va.
– Entonces la base del acuerdo estaría en el consenso entre los tres sectores que mencionaba antes. ¿Cuál es su percepción como profesional e investigador?
– Mi escepticismo parte de que no veo que surja una respuesta a la pregunta ¿Cuál es el consenso mínimo que la Argentina podría generar, como lo hacen Chile, Brasil, Uruguay, Perú? Es decir, un consenso mínimo que pueda ayudar a pensar que aunque el actual gobierno gane o pierda la elección, tanto no va a cambiar, que tenemos previsibilidad y ciertas reglas que difícilmente puedan cambiar y que entonces el país tenga un horizonte relativamente cierto que oriente las decisiones de los que invierten, de los que trabajan, de los que producen, de los que se jubilaron. Esto genera obviamente equilibrios macropolíticos que son más estables. Pasamos de unas políticas a otras con una velocidad increíble y así nos caemos también.
– Para terminar, ¿podría sintetizar las potencialidades que considera que aún tiene la Argentina y lo que tiene en contra?
– Un país que se recupera tan rápido de una crisis tan profunda tiene a favor que demuestra que tiene resto; tiene empresariado, capacidad de inversión, tiene mucho capital en el exterior. Esto es muy importante, de hecho creo que esto es lo que alimenta las expectativas que siguen creciendo. ¿Y qué tiene en contra? Bueno, su pasado, es un país poco confiable. Además existe una falta de reglas claras. A la Argentina le falta tener un horizonte de previsibilidad, donde no esté todo el tiempo cambiando todo.
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