Luto en Bogotá
Homo UrbanisPor Sentido Común
jueves 29 de abril de 2004 22:18 COT
Resulta absurdo que la ejecución de las obras públicas lesione física y moralmente a los ciudadanos, como sucede con cierta frecuencia en nuestra ciudad.
Escribo con profundo dolor de padre. La tragedia ocurrida a los niños del Colegio Agustiniano Norte es de todos y enluta el corazón de Bogotá. Contrasta la alegría que un niño produce en nosotros, con la desgarradora desolación que a estas horas padecerán los miembros de más de 50 familias que han sido afectadas por el infortunio. Un hecho así nos pone a reflexionar una vez más sobre la vida.
A solo veinte días de ocurrido el accidente en que a pocas cuadras una máquina pesada tumbó un puente peatonal y ocasionó la muerte a un apacible pensionado, proviene esta otra desgracia, esta vez de una proporción descomunal, que cobra la vida de de 23 personas, niños en su gran mayoría. Resulta preciso encausar la responsabilidad de la firma constructora en estos hechos, y si es del caso, rescindir el contrato sin menoscabo de los intereses de la ciudad. Sería la demostración de que nos importa la vida antes que nada, así como una simple multa sería apoyar la impunidad que corroe cada día la esencia de nuestra civilidad.
De otra parte está el tema de la calidad de las obras públicas en general, que siendo un bien para la comunidad, rersulta absurdo que además de los ya frecuentes detrimentos patrimoniales causados por sus responsables, en su desarrollo se amenacen la integridad física y moral de los ciudadanos y se produzcan hechos como los que lamentamos hoy.
Quedaría incompleta esta reflexión si no tocara un asunto aún más patético, como es la ausencia de una cultura cívica referida al concepto de movilidad, que considero, junto con el de la vivienda, son los temas más estructurantes de la dinámica urbana.
La falta de una perspectiva integral de los factores que otorgan funcionalidad y calidad de vida a una ciudad, permite que se sobrepongan mallas de transporte público y privado. Mientras un policía cumple su cuota de comparendos diarios “vacunando” a la señora a quien le faltaron 2 cuadras y un minuto para llegar a su casa sin pico y placa, pasan 7 ejecutivos que tienden una espesa cortina de humo negro sobre dos busetas que pelean por un pasajero e impiden con sus poderosas cornetas que la mujer escuche la propuesta indecente del agente sobre una forma alternativa de pago, opción que seguramente no podría ofrecerle el propietario del desvencijado Studebaker 55, rojo óxido, sin vidrio delantero y acondicionado a camioneta, que acaba de estacionar sobre el andén para vender “legítimo bocadillo de Vélez por solo 2 mil pesos” y al que prefiere ignorar.
Esto no es ficción ni humor. Algunos accidentes son registrados por la prensa, pero las anteriores situaciones ya hacen parte del subconsciente colectivo. El producto es una ciudad peligrosa en sí misma.
Artículo publicado originalmente en EL TIEMPO / Abril 2004
Gracias por sus opiniones
domingo 31 de julio de 2005, 14:26 COT
Guillo:
Aunque ya lo había leido en El Tiempo, me encantó verlo en tus blogs. Te reitero mi acuerdo total con lo que dices. Veo que le quitaste una partecita, no?
lunes 1 de agosto de 2005, 09:42 COT
DE ACUERDO, EL PROBLEMA ES MAS GRANDE DE LO QUE SE VE Y NO HACEMOS NADA POR MEJORAR.