Una bagatela
cine > Cineclub > EstanciasPor Manuela Uribe Sánchez
lunes 4 de mayo de 2009 6:59 COT
Cuando comenzó el BAFICI (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente), edición 11 (2009), y supe que trabajaría dentro del staff, inmediatamente me interesé por ver cuáles y qué tipo de realizaciones colombianas participarían. Con cierto aire competitivo, miré como se mostraban nuestras producciones en relación a otros países latinoamericanos. Y como era de esperarse, eran pocas las películas participantes y pocos los invitados.
A veces, pensaba yo, parece necesaria una cierta distancia “objetivadora” que permita renovar el interés por ciertas realidades. A mí por lo menos me pasó, comencé a interesarme más por mi país estando fuera de él.
Durante el festival no hubo mucho tiempo para ver películas, pero los días que me atrevía a adelantar el despertador, a hacer un sacrificio en favor de mi cinefilia, podía aprovechar las proyecciones de prensa matutinas.
Así fue como en un ritual algo azaroso, decidí ver Bagatela, un documental colombiano del cual no tenía otra referencia que una pequeña reseña de catálogo. Y si, puedo decir que me arriesgué a verla solo por su país de procedencia. Con ganas de enterarme acerca de lo que se exportaba, lo que se trabajaba y cómo.
Cuando me senté en la sala, debo admitir que no tenía muchas expectativas. Pero no quería pensar que tenía una imagen empaquetada y no muy bien fundamentada de las realizaciones audiovisuales del país, así que simplemente me “dejé llevar”. Minutos antes de empezar la función, en la sala ya se sentía un murmullo sordo, pero no uno de eses arrastradas, sino un murmullo de “parceros” silenciados. Y eso me hizo pensar que las películas colombianas nos atraían más a los colombianos que a otro tipo de público.
Empieza la película. Cámara fija. Sonido ambiente. La escena transcurre dentro de un edificio claramente del ámbito de la burocracia, donde personajes (que todos los que hemos hecho un trámite en Bogotá reconocemos) se mueven delicadamente como en un vals preparado y sabido de memoria. Era como estar viendo un organismo desde un telescopio, con una mirada fría y distante que busca el virus.
La película transita entre una finísima línea que divide lo trágico de lo cómico, como por una cuerda floja que atraviesa todo el absurdo de las situaciones reveladas. Y a través de este camino resbaladizo, se logra demostrar que para hablar de un tema tan amplio y complejo como la justicia, y la justicia en Colombia, solo hay que detenerse en lo pequeño, lo cotidiano; en lo que a simple vista parece mas común o de menos importancia. Los pequeños delitos.
El lugar de la mirada es directo, llamativo y brinda una perspectiva más amplia de lo contenido en los márgenes de la pantalla. Por eso es que al hablar de la justicia en Colombia, se pasa a hablar de la justicia en el mundo, de la condición humana, de la sobrevivencia, de la solidaridad, de las leyes, la burocracia, la desigualdad, la pobreza, la falta de educación, de las mentiras del poder, del abuso del poder, del desequilibrio y de la resignación.
Bagatela deja un sabor agridulce, un pensamiento extendido en el cuerpo, una reflexión interminable que no acaba cuando llega la noche. Y una de las cosas que me dejó pensando es que entre nosotros, una generación joven de Colombia, se está despertando un interés por realidades entre líneas, por discursos no explorados, por verdades acumuladas bajo los tapetes. Y qué mejor que empezar a preguntarnos por qué pasa lo que pasa, de dónde se desprenden determinadas situaciones y cómo nos cuestionamos a nosotros mismos, a nuestra labor artística y su aporte, a un país abandonado por sus propios habitantes.
Bagatela demuestra no ser una cosa de poca sustancia o poco valor. Hay que rebuscarse la oportunidad de cruzarse con esta hermosa película.
BAGATELA (2008, Jorge Caballero)
La ley. El sistema judicial. Los detenidos. Jorge Caballero Ramos se mete en la cotidianidad de la justicia de Bogotá. ¿Los grandes delitos, los detenidos ricos, los peces gordos? No, aquí vemos cómo es el proceso de los delitos pequeños: el robo de un celular, el robo de cables, la venta de CD piratas… Vemos la clase más baja de la delincuencia, gente a la que incluso es difícil ubicar en esa categoría; algunos de ellos son apenas buscavidas, desesperados, pobres sin vueltas, infractores menos peligrosos que quien no respeta un semáforo. Sin embargo, por las leyes vigentes, son castigados con una dureza llamativa. En Bagatela mayormente asistimos a las diferentes charlas de los detenidos con los abogados, a la exposición de sus casos y al despliegue de sus posibilidades. Y también a alguna resolución del juez. Pero, sobre todo, asistimos a una realidad sintomática construida mediante una narrativa límpida y una observación tan minuciosa como respetuosa y distanciada.
[Tomado de http://www.bafici.gov.ar]
sbado 19 de septiembre de 2009, 18:27 COT
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