Siete cajas, una ilusión
cine > Cineclub > EstanciasPor Marsares
lunes 12 de octubre de 2015 10:17 COT
“Siete cajas” es un thriller de los paraguayos Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori que nos enseña su particular visión sobre el laberinto de la pobreza.
¿Hay vida más allá de un celular? Tal vez no, porque la que se quiere anda encerrada en su pantalla, recreada en sus videos poblados de sueños, en una posibilidad de escapar de la pobreza cuya maraña todo lo enreda; quizás en su cámara mágica está el secreto, un instante en el que dejas de ser tú, el peón de los días iguales, para convertirte en un rey que el mundo reconozca, no importa si al minuto siguiente hay otro, porque lo conseguiste, asomaste la cabeza por encima de los demás y eso, compañero, bien vale una vida.
Víctor es un carretillero del mercado 4 de Asunción, un adolescente que sueña con ser un galán de la tele… o también un matón, el que siempre gana, el guapo que todo lo puede porque es el mejor, fardo de ilusiones que lleva a cuestas en este nuevo día que comienza buscando clientes para cargarles sus compras; pero algo está por suceder, ese golpe de suerte que le permitirá ganar un dinero extra, el billete ganador de la lotería cotidiana que necesita para comprar un celular. Es muy simple, llevar siete cajas a algún lugar y recibir su paga.
¿Qué contienen esas siete cajas que te dan cien dólares para que las saques de un lado y las lleves a otro? A Víctor no le importa o al menos no le quiere importar. A los diecisiete años sólo quiere ese celular en el que puede aparecer como si estuviera en la tele, sonriendo, con pinta de galán, y Liz, su amiga, como esa rubia exuberante de sonrisa de cristal y no ésta desaliñada que se le atraviesa por todos lados con su molesto parloteo. Pero muchas cosas están por suceder y como Teseo, sólo el hilo de Liz le permitirá salir del laberinto del Mercado 4 a salvo.
Un thriller notable del cine paraguayo que se convirtió en un éxito en su país, tanto que superó en taquilla a Titanic, que ha viajado por festivales en el mundo causando admiración porque retrata una historia cercana, tan nuestra como ajena del David que llevamos dentro, luchando contra todos, perseguido por Nelson y su pandilla que quieren arrebatarle las siete cajas donde están encerrados sus sueños o la pesadilla que lo acompañará durante una interminable noche.
“Mercado 4, aquí una vida no más tiene el gato” grita la canción que acompaña a Víctor en un mundo desigual, con una cámara que lo sigue con fiereza, apostando carreras con Liz o escapando de Nelson porque sabe que al final de ese día tendrá su recompensa, un billete de cien dólares cuya mitad guarda con celo; la otra, Gus la retiene y únicamente se la dará cuando reciba su precioso cargamento. Siete carretilleros lo buscan, la policía le pisa los talones, su hermana pugna por encontrarlo, un coreano tiene la varita mágica y aunque el tango repita con terquedad, que “es lo mismo el que trabaja noche y día como un buey que el que vive de los otros, que el que mata, que el que cura o está fuera de la ley”, un celular puede cambiarlo todo.
La apuesta está servida. Que comience la carrera.