Se volvió a morir Carlos Castaño
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viernes 1 de septiembre de 2006 1:12 COT
En marzo de 2004 se retiró por la puerta de atrás el jefe máximo de las AUC, Carlos Castaño, quien había dado inicio al proceso de paz con el gobierno Uribe. La salida se presentó, como correspondía al jefe de esa organización delictiva, en el formato de muerte por asesinato, aunque no hubo móvil sólido, cadáver frío, arma mortal ni asesino confeso, por lo cual permaneció todo este tiempo técnicamente vivo.
En otra de sus recientes hazañas, la Fiscalía ha descifrado el enigma del muerto vivo: Caín mató a Abel. Según la versión divulgada por la prensa, Vicente Castaño odiaba a su hermano Carlos y decidió que este debía morir, para lo cual escogió a alias Mono leche como sicario de cabecera, quien con sus compinches entró a la hacienda de Carlos, una de las mejor custodiadas del país, y luego de eliminar a cinco guardaespaldas, encontró al cabecilla detrás de la nevera y le dio muerte de múltiples disparos en el cuerpo. Procedieron entonces al entierro de los muertos, cavando dos tumbas, una común para escoltas y la otra para Castaño. Poco después regresaron para trasladar los cuerpos a un lugar más seguro, pero no sin antes convertirlos en picadillo a machete limpio y seguidamente e incinerarlos en una pira de madera colocada sobre ellos para borrar las evidencias.
De acuerdo con la narración del matón, las profundas convicciones religiosas y espirituales motivaron a don Vicente Castaño a volver al lugar para darle cristiana sepultura al cuerpo destrozado de su hermano. Ello sin duda demuestra el lado bueno del paramilitar. Hasta aquí el resumen de la confesión de alias Mono leche, rendida en rueda de prensa con la anuencia y presencia del Comisionado Restrepo, como para que el país enterrara psicológicamente a Carlos Castaño.
Con la desaparición del líder más visible, el peso de las atrocidades cometidas por las AUC contra la población civil se alivianó, pues Castaño se llevó consigo, a donde quiera que esté, buena parte de la culpa. De esta manera se abrió paso a trancas la Ley de Justicia y Paz, conjunto de privilegios y prebendas para un colectivo de forajidos, cuyas consecuencias negativas se están viendo tempranamente.
La discusión sobre si se han colado o no narcos en los grupos de reinsertados es increíblemente inocua, toda vez que absolutamente todos los paracos (como también la guerrilla) están vinculados al narcotráfico, actividad que justamente marca su origen, como fuerza bárbara en defensa de intereses y capitales turbios. Otra manera de lavar una negra mancha ante la opinión, manipulada por el gurú del manejo de la imagen, el doctor Álvaro Uribe.
Para un individuo como alias Mono leche, echarse a cuestas el muerto es convertirlo en uno de los dos o tres crímenes cuya confesión le ayudará a acogerse a los beneficios pro-paramilitares en materia de penas e indulto. De paso les hace un favor a sus amigos y muy seguramente al propio Carlos Castaño, quien cierra definitivamente su etapa de mercenario salvaje, para dedicarse probablemente a derrochar una fortuna habida con la explotación de los peores negocios ilegales del país.
Si en cumplimiento de su anuncio, alias Mono leche revelara en los próximos días el lugar donde quedó enterrado el cadáver de Carlos Castaño, está por verse que se encuentren la mandíbula con las piezas dentales o muestras del ADN que comprueben claramente que Castaño es Castaño. Entre tanto es más seguro pensar que estamos ante otro sainete nacional. Y el muerto…vive.
viernes 1 de septiembre de 2006, 10:05 COT
Sí, el sainete sigue su marcha. Ahora salió dizque una carta de Castaño en la que anunciaba su intención de entregarse a los gringos, lo que al parecer motivó su “asesinato”. A Uribe, fresco, no le pasa nada, todo “lo hace bien”. Qué horror.