Pecados de mi padre
cine > EstanciasPor Catalina Umaña
martes 24 de noviembre de 2009 0:00 COT
Por primera vez en la pantalla vemos un giro distinto a la historia que ya todos los colombianos conocemos de Pablo Escobar. A Nicolás Entel, director de Pecados de mi padre, se le ocurrió el nuevo enfoque para hacer el documental a partir de la idea de un amigo colombiano. Poco tiempo después pensó en hacer posible lo imposible: reunir a Sebastián Marroquín (nombre que adquirió el hijo de Escobar después de huir de Colombia en el 1993) con los hijos de Rodrigo Lara Bonilla y Luis Carlos Galán con miras a lograr la reconciliación entre ellos. Con esta idea en mente, Entel se propuso a que la historia de Pablo Escobar fuera narrada por el hijo de Escobar y así mismo enviar el mensaje al pueblo colombiano sobre la importancia del perdón en el proceso de paz.
Sebastian Marroquín decide salir a la luz y contar por primera vez al mundo su historia. En la primera parte del documental vemos precisamente esto: en los primeros 45 minutos se muestran videos caseros e imágenes nunca antes vistas de la familia Escobar, el lado familiar de uno de los criminales más buscados del mundo. Se les ve en Disneylandia o a Escobar contando historias de niños para sus hijos. Marroquín nos da a conocer a su padre como fue con él y con su hermana y, al mismo tiempo, nos muestra al asesino más grande que ha tenido Colombia. Una contradicción que para él era muy difícil de entender a tan poca edad. Finalmente, se puede ver cómo Escobar, un hombre que le hizo tanto daño a su país, terminó haciéndole el mismo daño a su propia familia.
En esta primera parte del documental vale la pena resaltar la importancia y la fortaleza de la manera en que el hijo de un criminal acepta en público que su mayor aprendizaje de su padre es ser lo opuesto a lo que él fue. Ojalá todos los hijos de criminales sigan este ejemplo para así poder romper la cadena de violencia y criminalidad de una generación a otra.
En la otra parte del documental, la más importante según mi punto de vista, se puede ver el proceso de reconciliación entre estos jóvenes que comparten un pasado de sufrimiento y oscuridad. Por un lado está Sebastián, el hijo del criminal que quiere hacer algo noble y lograr liberarse de alguna forma de ese pasado por medio del perdón y la paz con él mismo y con los hijos de los enemigos más prominentes de su padre; por el otro, están los hijos de unos de los políticos más importantes que ha tenido el país. Ellos mismos también buscan reconciliarse con ese pasado.
Este documental muestra que es posible perdonar y que es precisamente por medio del perdón que podemos salir de esta ola de odio y de violencia que lleva viviendo Colombia durante muchos, muchos años. Como colombiana me da mucha alegría y me siento muy optimista de que sí podemos tener un futuro mejor. La película muestra el valor y la nobleza de estos jóvenes, hijos de políticos dedicados a seguir los ideales de sus padres. Por otra parte, no se puede negar el valor y el coraje de Sebastian Marroquín en tomar esta iniciativa de paz entre estas familias.
Si estos jóvenes son los que algún día van a liderar nuestro país, puedo afirmar que estamos en buen camino. Es hora de que esta generación herede la capacidad de amor y de perdón en vez de odio y venganza. Es la única forma de salir de esta ola y ¿qué mejor ejemplo que este?
Uno se podría preguntar si Sebastian Marroquín ahora piensa en disculparse con el pueblo colombiano, ya que los hijos de Galán y Lara Bonilla no son las únicas víctimas de Pablo Escobar. Si se analiza la razón por la cual Marroquín después de 16 años de estar oculto decidió hacer este documental y salir a la luz, se comprende que esta es su manera de darle algo de esperanza a las víctimas y así hacer algo por su país.
Es un documental recomendado para todos los colombianos por el mensaje tan importante que está tratando de decir. En una breve charla con Sebastian Marroquín al final del documental me expresó que estaba arriesgando su vida por una buena causa, la de enviar el mensaje a todos los colombianos de aprender a perdonar y que sepamos que sí es posible hacerlo para lograr así la paz.
* Catalina Umaña es estudiante de neerlandés y producción de Cine y Televisión en Holanda.
martes 24 de noviembre de 2009, 10:51 COT
Concuerdo contigo Catalina en que es un ejemplo a seguir el del hijo de Pablo Escobar, un gesto noble que si todos los agredidos lo tuvieran, este país no estaría aún viviendo la guerra de 50 años desde que se inició la lucha armada.
Aquí cabe destacar lo que hoy vemos en Colombia, un Presidente Uribe aún herido por el asesinato de su padre y ejerciendo venganzas fanáticas extremas.
Y con esto no estoy siendo sesgada, simplemente estoy desde una óptica analítica y objetiva, la que se debe asumir del lado de la razón lógica.
¡Enhorabuena por Sebastian Marroquín y Nicolas Entel!
martes 24 de noviembre de 2009, 11:10 COT
Me parece delicioso la forma en como Catalina logra descibir sin rencores, solo con la mas pura conciliacion para nuestro Desgarrado pueblo, este articulo hablando de un documental que hay que ver completo.
El contenido del documental claro que es muy relevante, pero si la vision de nuestros jovenes solo pretende este tipo de mensajes y orientacion…. hace que espere mis ultimos anios de vida con optimismo de que esta nueva generacion tenga ese sentido de patria y perdon entre nosotros.
Hay que empezar por entender que el hijo de “Don Pablo” de ninguna manera tiene que ver con las ideas de su padre .. punto !!!
martes 24 de noviembre de 2009, 16:33 COT
Ahora que el Cartel de Medellin se consolida en el Palacio de Nari es la oportunidad para el hijo de Pablo (primo de Uribe) regrese a casa, como un hijo prodigo.
martes 24 de noviembre de 2009, 20:22 COT
SEÑORITA LINDA: te felicito por tu objetividad y sensibilidad ante esta, nuestra dura realidad, la verdad mil felicitaciones y éxitos.
MARTHA PATRICIA BERNAL.
domingo 29 de noviembre de 2009, 05:46 COT
Cómo explicar que el sepulcro y la finca de Pablo Escobar se han convertido en lugares de turismo y peregrinaje?
domingo 6 de diciembre de 2009, 21:49 COT
Me queda complicado ver que esta generación va a ser pacifica. Esto no pasa de ser un evento publicitario que ayuda a las carreras politicas de Galan y Lara; y lleva al hijito de Pablo Escobar a hacerse conocido a nivel nacional.
Porque son tan negativo y pienso esto: estamos en una cultura donde el que disculpa lo hace por debilidad y por tal razon siempre se deben ejecutar venganzas. No en vano el Sebastian ese anda viviendo en Argentina, porque si lo hiciera aca hace rato hubiera caido en manos de una turba enfurecida.
Tenemos casos en nuestro pais, la señora Gilma Jimenez pidiendo pena de muerte para presuntos violadores (ni siqueira pide que se investigue sino solo que se denuncie), tenemos una cultura violenta de que por cualquier mala palabra debemos responder con un golpe y asi sucesivamente.
En verdad no veo el documental como un paso adelante para llegar a una paz, para dejar atras aquellos dolorosos eventos de los años 80, porque simplemente por mas que se hagan disculpas publicas o llevadas a la pantalla grande…Colombia simplemente no quiere dejar de ser violenta.
No en vano a cada rato muchos vandalistas lanzan papas bombas y piedras en las universidades que se suponen que son una especie de templo del saber intocable por las practicas violentas. Y si en el lugar donde la persona supuestamente se forma no se le enseña a ser tolerante, como lo podemos hacer?
En fin, son divagaciones mias, ustedes tienen su punto de vista respetable, pero yo ya me volvi esceptico de esa clase de eventos y solo veo personas intentando vender algo.