Ni lo uno, ni lo otro
Estancias > Primera planaPor Sentido Común
viernes 30 de noviembre de 2007 0:13 COT
Son tan predecibles como horrendas las cinco conclusiones que la Fiscalía de Derechos Humanos y la comisión de Forenses de la OEA acaban de entregar al propio Fiscal Mario Iguarán sobre el caso de la muerte de los once tristemente célebres ex diputados del Valle del Cauca. En ellas se corrobora lo que todos los colombianos, sin excepción, conocemos del abominable movimiento narcoguerrillero, en especial de su absoluta ausencia de voluntad de paz, en un país en el que, por más de 50 años, se han derramado galones y galones de sangre por culpa suya, sin el menor sentido. Son estas las mencionadas conclusiones:
- Todas las heridas de las víctimas, 9 en promedio por cadáver, fueron producidas con fusiles de guerrillero, ninguna con armas del Ejército.
- Las muertes no se produjeron en desarrollo de combate alguno.
- Los cadáveres fueron inhumados en un lugar distinto al del asesinato.
- Los disparos se hicieron en gran parte por la espalda y a corta distancia.
- El lugar del hallazgo era un campamento de las FARC.
Todo lo anterior riñe con la versión ofrecida al país por la organización delictiva, cosa que igualmente a nadie sorprende, pues la mentira ha sido una constante en las FARC. Lo que no podemos es acostumbrarnos a convivir con la falsedad y el terror sembrado por los sediciosos, quienes carecen de autoridad para enarbolar las banderas de una causa justa.
¿Qué debe seguir? La deslegitimación del movimiento armado está dada de tiempo atrás, luego no procede aquí su simple denuncia. Tampoco el aislamiento de los alzados en armas, que ya es un hecho. De otra parte, entrar en diálogo tendría tanto efecto como tiene el sexo de los ángeles. Castigo es todo lo que sigue. Escarmiento para que esta tierra asolada por su violencia recupere la fe en la justicia y pueda brillar para ella la luz de la paz.
Pero con seguridad la guerra no es la vía para lograr esa paz. Hemos tomado el camino equivocado, tanto con Pastrana como con Uribe. Si el uno les entregó la soberanía nacional a los amos del mal con su diálogo de sordos, el otro viene sembrando odios que luego germinarán en más violencia.
Se requiere indudablemente una tercera vía, la concordia, que implica bombardear las zonas rojas con inversión social: educación, capacitación, salud, justicia, agua potable, proyectos productivos y vías de penetración. Seguramente las causas que dieron origen a la guerrilla serían desterradas, y con ello su discurso perdería la poquísima validez que le queda, no entre nosotros los citadinos, pero sí entre los habitantes de estas zonas rojas. Si suena populista, no importa. Es lo que nos falta por ensayar.
sbado 1 de diciembre de 2007, 20:01 COT
Yo sigo firme con el presidente Uribe y la victoria militar sí es posible.
La seguridad democrática es el fin de las farc y del terrorismo en general.
Hasta la victoria.
domingo 2 de diciembre de 2007, 11:20 COT
Inqui:
Bueno, la suya es una opción válida, la de apostarle a la guerra, a la violencia, a la confrontación armada, a la muerte, y demás acciones que siembran odio, rencor, resentimiento y dolor, así como otros apoyarán el diálogo y la negociación con los violentos. Frecuentemente estas aparecen como las dos únicas opciones, y nos estamos acostumbrando a "tomar partido entre el blanco y el negro".
Desde mi punto de vista, se debe imponer el principio fundamental del respeto a la vida y el mandato del bien común. Estoy seguro de que las causas del desorden social se deben combatir en el origen mismo del problema, el malestar social. Si se siembra educación, equidad y estabilidad, tendremos un país libre de odios, de gente detestándose y matándose unos a otros. Es utópico pero no imposible. La utopía no es aquello que no podemos hacer, sino el ideal que debemos alcanzar. Cuando no hay utopía no hay futuro. Esta es la tercera vía que se propone.
domingo 9 de diciembre de 2007, 10:38 COT
Si y no. O sea, yo no le apuesto a la guerra ni a la vía armada, eso es claro que no funciona y ya no estamos en la época medieval. Sin embargo mi querido SC, no sé qué tan cierto sea esto de que bombardando con inversión social, uno pueda desaparecer el por qué de la guerrilla, y no porque crea que sea populista no, ni más faltaba porque estoy de acuerdo con ud, es sólo que creo que el asunto del narcotráfico, la guerrilla, las milicias urbanas, las pandillas etc ha evolucionado tanto que es mucho más complejo ahora, ya no es sólo cuestión de pobreza o falta de oportunidades, allí está pasando otra cosa y hay que averiguar qué es para así darle la solución que necesita.