La lucha de un coreano para acabar con la discriminación hacia las víctimas extranjeras de la bomba atómica
Estancias > Hibakusha ProjectPor Mainichi Shimbun
jueves 15 de mayo de 2008 1:06 COT
(Publicado originalmente el 1 de mayo de 2008 en japonés y el 9 de mayo de 2008 en inglés)
Kwak Kwi-Hoon aparece en un museo escolar para la escuela primaria de la que se graduó en Corea del Sur (Nobuo Tateishi / © Mainichi Shimbun)
En las accidentadas montañas del sudoeste surcoreano, a unos 40 km de Jeonju (Chonju), se encuentra la escuela primaria donde estudió Kwak Kwi-Hoon. En febrero la institución celebró su centenario, transformando los salones de clase en un museo escolar, donde son honrados los egresados más distinguidos, dentro de los cuales se encuentra él.
A finales de 2002, en un tribunal japonés, Kwak obtuvo el reconocimiento oficial como hibakusha extranjero, convirtiéndose así en persona elegible para acceder a una compensación médica financiada por el gobierno. En la primavera de 2004 el gobierno de Corea del Sur le entregó a Kwak una medalla en honor de su logro. Exhibido en la escuela, junto con varios premios que Kwak cosechara como estudiante, aparece el registro de los procesos en el tribunal japonés.
"Me da mucha vergüenza", dijo Kwak con modestia. Añadió, no obstante, que "hice lo que hice porque sentí que tenía una misión, que me la impuso la historia, para luchar por ponerle un fin a la discriminación".
Poco antes de graduarse de normalista, Kwak fue convocado y asignado a una unidad militar en Hiroshima. Estaba allí cuando bombardearon la ciudad. Al volver a Corea en diciembre de 1945, obtuvo su primer empleo como profesor, decidido a participar en la reconstrucción de su país.
Habiendo crecido bajo el régimen colonial japonés, no obstante, había recibido una educación orientada hacia el Japón. "Enseñé estudiando la lengua y la historia de Corea con mis estudiantes", recuerda.
Como hibakusha, se hallaba en una posición difícil. Muchos coreanos vieron el bombardeo nuclear de forma positiva, como un golpe favorable para la liberación de Corea. Su primera tarea en su campaña de toda una vida a nombre de los hibakusha coreanos era por lo tanto educar.
En el apartamento de Kwak, ubicado en una torre de 15 pisos cerca de Seúl, me muestra su medalla en su caja de madera de paulonia. "Este es un tesoro familiar", dice. Su victoria en un tribunal japonés alienta a todos los hibakusha extranjeros, y él está orgulloso, con justicia, del tributo que le rindió su propio país por ello.
El 24 de abril Kwak estaba en Japón, brindándole su apoyo a otro hibakusha en una demanda, que estaba siendo escuchada en la Corte de Distrito de Osaka. Un hibakusha no puede reclamar compensación sin documentos expedidos por el gobierno, y éstos aún no pueden obtenerse fuera del Japón.
"El gobierno japonés ha estado recurriendo cruelmente a artimañas para bloquear el camino a la compensación [de los hibakusha]", Kwak le dijo a un grupo de personas después de una sesión de la corte. "Y el gobierno de Corea del Sur ha estado haciéndose el de la vista gorda, dejándonos a nadie con quién contar". Y así, desafiando su avanzada edad, Kwak sigue en su lucha.
Kwak siguió enseñando después de la guerra de Corea y fue rector de una secundaria. Después de ser nombrado en marzo pasado presidente honorario de la Asociación de Víctimas Coreanas de las Bombas Atómicas, que cuenta con 2.633 miembros y que alguna vez presidió, es el encargado de las negociaciones con Japón.
Por Nobuo Tateishi, Mainichi Shimbun. Traducido del inglés, con apoyo en la versión en japonés, por Julián Ortega Martínez
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