Las estocadas del padre Llano
Entrega Inmediata > EstanciasPor Carlos Uribe de los Ríos
domingo 10 de diciembre de 2006 8:07 COT
Los jerarcas de la Iglesia Católica colombiana no han soportado las reflexiones del padre Alfonso Llano, jesuita que acaba de cumplir 50 años de sacerdocio y que en el país es símbolo de la renovación de la fe. Ni ha concedido espacio al debate ilustrado. Todo lo contrario. El cardenal Rubiano y algunos otros obispos no permiten que se levanten voces en contra de su establecimiento: pareciera que están en altas posiciones no para hacer de sostén y guía de sus pastores y comunidades, sino para convertirse en cancerberos y perseguidores de todo cuanto les huela a disidencia.
La Iglesia colombiana ha sido una de las más conservadoras en América Latina. Y ese encerramiento la ha llevado a perseguir a cuanto sacerdote se atreva a plantear interrogantes teológicos, morales o de fe. El grupo Golconda, célebre en los años 60 por su defensa de una teología de la liberación, terminó arrasado por las decisiones personales de sus líderes, cuando decidieron irse para el monte, como Camilo Torres Restrepo, o por la retirada silenciosa de otros que no pudieron aguantar las persecuciones internas.
El padre Llano, hace 40 años, viene planteando desde la academia y desde sus columnas en El Tiempo, de Bogotá, una mirada más actual, más acorde con los tiempos y con la ciencia, de algunos puntos esenciales en el catolicismo, que a su manera de ver deberían ser revisados. Pero en esta tarea despaciosa y casi subliminal, no ha utilizado el debate público encendido, ni menos el ataque a la posición cerrada de sus jerarcas superiores, desde siempre empeñados en denunciarlo ante Roma, precisamente en las oficinas del antiguo Santo Oficio que estaban bajo la responsabilidad del conservador cardenal Ratzinger, hoy el Papa Benedicto.
Llano, paciente, estudioso, sereno y contundente, se ha atrevido, por ejemplo, a poner en tela de juicio la divinidad de Cristo, aunque él mismo ha explicado que se trata de una diferencia en la forma de presentarla. Para el jesuita, Cristo “es un hombre de la historia; Dios se hizo presente en él y nos salvó. Lo demás parece discutible prácticamente todo”, según dijo a El Tiempo.
Obviamente, este tipo de afirmaciones, que invitan a una reflexión profunda sobre la fe cristiana, tanto a creyentes como a no creyentes, les levantan el pelo –que les queda- a los jerarcas. Por eso el Cardenal Primado le prohibió escribir en los periódicos y hablar en público sobre estos temas, hace ocho meses, cuando el padre Llano escribió en El Tiempo, en su columna hasta entonces habitual los domingos en las páginas de opinión, que “la resurrección de Jesús es una metáfora, apoyada en un paradigma cósmico caducado. Textualmente dice que Jesús debió salir del sepulcro y subir al cielo. A estas alturas es casi ridículo creerlo. Lo que quiere decir esto es que Jesucristo pasó a Dios y vive con nosotros”.
Le sellaron la boca. En la práctica lo confinaron a una oficina desde la que dirige el Instituto de Bioética de la Universidad Javeriana, único espacio en el que puede desenvolverse. Lo mismo hicieron en Roma con el también jesuita Theilard de Chardin, en los convulsionados tiempos de Pío XII.
El asunto grave es que en la Iglesia colombiana no existe la menor posibilidad de que los sacerdotes disientan de lo que piensa la institución o de lo que ordenan los superiores. En Medellín, a finales de los 60 y durante los 70, el entonces arzobispo López Trujillo desató una persecución sin respiro contra decenas de sacerdotes que estaban preocupados por las condiciones de vida miserables de una enorme población marginada, que había llegado a la ciudad desplazada por la llamada violencia política de la época. Hoy, muchos de esos sacerdotes viven como parias, olvidados y con frecuencia despreciados por una sociedad que prefiere estar del lado del poder y no preguntarse a sí misma nada que la saque de una fe religiosa que se repite en fórmulas de papel carbón.
Por fortuna, la celebración de los 50 años de sacerdocio del padre Llano ayuda a ventilar un estado de cosas que debe destaparse, así como comienzan a hacerse públicos los crímenes contra menores, ocultos por decenios entre los muros espesos de conventos y palacios obispales.
domingo 10 de diciembre de 2006, 16:06 COT
Hola Carlos:
Gracias por refrescar la memoria con respecto a la situación del padre Llano, directamente relacionada con esa persecusión que hace la iglesia a los que se atreven a cuestionarla, desde adentro.
Saludos.
domingo 10 de diciembre de 2006, 17:08 COT
El padre Llano, a pesar de ser un hombre de fe, es también un sacerdote que escudriña con ojos muy racionales los textos bíblicos. Es cierto que los jerarcas de la Iglesia han sido inflexibles en su oposición a los cuestionamientos que él ha formulado sobre muchos dogmas. No le perdonan que asuma la fe con posturas críticas y no con la venda de las creencias ciegas. Gracias, Carlos, por recordarnos que el padre Llano está ahí, presente, pese a todo y la incomprensión de muchos.
domingo 10 de diciembre de 2006, 19:43 COT
La iglesia no puede seguir inventando cortinas de humo para sus creyentes. Soy católica pero con mentalidad abierta y, la verdad, me incomodan ciertos manejos que los Jerarcas dela iglesia pretenden seguir como si el ser humano actual no fuera análitico y crítico. ¡Estamos en otro siglo! y la fe debe manejarse con objetividad.
Un abracito equinoXial para tí Carlos!
lunes 11 de diciembre de 2006, 19:49 COT
Como en la causa de los santos, sirvo de abogado del diablo… no estara confundiendo dos cosas distintas? una es la discusion social, que aparte de ciertos asuntos especificos (p.ej. contracepcion), es bastante abierta en la iglesia. La otra, diferente, es el cuestionamiento de doctrina teologica por parte de un sacerdote, al exponer una posible herejia, sobre todo ante los medios. Creo que el padre Llano solo entro en conflicto con la jerarquia cuando cometio lo segundo (y que en cuestiones sociales controversiales, ha sido lo bastante ajustado a la ortodoxia como para que lo hayan mantenido en el Instituto de Bioetica).
(Otro asunto es que la reprimenda publica haya parecido venir de los arzobispos y cardenales, en vez provenir de sus superiores en la orden jesuita).
(Personalmente me parecio muy sensato y hasta inspirador lo que presenta el padre Llano. Para los interesados, sugiero que tomen el test en http://www.beliefnet.com/story/76/story_7665_1.html )
lunes 11 de diciembre de 2006, 20:53 COT
Zulu: Estaríamos de acuerdo si pensáramos que un sacerdote – pensemos en Martin Lutero, por ejemplo- no puede plantear una revisión de ciertos dogmas o creencias. Quienes piensan que no, hablan en consecuencia de herejías. Quienes pensamos que la Iglesia debería permitir estas discusiones, hablamos de “apertura” o de “aggiornamento”, como se denominó en los tiempos imborrables de Juan XXIII.
Pero la Iglesia va cerrándose. Y más con el actual Papa, empeñado en meter la pata: viene borrando con el codo lo que Juan Pablo II trabajó por años: el ecumenismo, o sea, mínimamente entendido, el acercamiento de las iglesias.
Ni siquiera estoy de acuerdo con usted que en los asuntos “sociales” -que afectan la vida de las comunidades de fieles- la Iglesia es abierta. Nada de eso. Mire las actitudes del cardenal López Trujillo como responsable del tema de la familia en el Vaticano. La Iglesia cree que el mantenimiento de la represión -sexual y otras- asegura la cohesión entre los fieles y la identidad de su creencia. Talvez hay cierta apertura entre sacerdotes esporádicos que se atreven a asumir ciertos aires liberales, pero las diócesis son godas en general. Recelosas. Y las altas autoridades eclesiales, más aún. A Castrillón, que era el obispo de mente más abierta en Colombia y figura de influencia en la Iglesia de América Latina, se lo llevaron para el Vaticano. Para controlarlo de cerca. Ahora es tan godo como los demás.
Volviendo al cuento, si un sacerdote con foermación muy especial, con experiencia y con capacidad de “comunicar”, se atreve a hacer planteamientos que pueden romper antiguas estructuras monolíticas, bienvenido. Escuchémoslo. Eso es lo que deben pensar los lectores, seguidores y admiradores del padre Llano.
A un nivel macro, la Iglesia romana le tiene pavor y mucho respeto a los teólogos de avanzada holandeses, los más respetados del mundo. Y mantiene en su corazón la escuela teológica alemana (a la que pertenece el Papa), la más conservadora. A ese nivel, no ha podido el Vaticano impedir la discusión y el debate.
Gracias por tus comentarios.
Y por supuesto, iguales gracias a los comentaristas anteriores.
Carlos