La tragedia cura la amarga infancia de las hermanas doble hibakusha
Estancias > Hibakusha ProjectPor Mainichi Shimbun
domingo 27 de mayo de 2007 0:01 COT
(Publicado originalmente el 15 de mayo de 2007)
Misako Katani, a la izquierda, y su hermana Narumi Shimohiro miran las flores de cerezo. (Yūsuke Komatsu / © Mainichi Shimbun)
Las dos hermanas salen a pasear tomadas de la mano mientras las flores de cerezo revolotean hacia ellas. Misako Katani, de 77 años, y Narumi Shimohiro, de 74, son víctimas de la bomba atómica dos veces, primero en Hiroshima y luego en Nagasaki.
“Nunca pensé que vería el día”, dice Katani con una sonrisa mientras disfrutan las flores cerca de su casa en esta tarde de mediados de abril, “cuando llegaría a vieja con mi hermana”.
Cuando eran niñas no eran ni un poquito cercanas. Shimohiro, que sufría de achaques en el corazón, era lenta en sus movimientos. Katani era hostil e impaciente. Lejos de compadecerla, ella le reprochaba a la menor: “¡Tarada!” Shimohiro se las cobraría con trucos como esconderle la mochila a su hermana. Su relación sólo empeoraría.
El bombardeo de Hiroshima los dejó vivos sólo a ellas y a su padre, de una familia de seis personas. En la época, con 15 y 12 años de edad respectivamente, las hermanas partieron por su cuenta para dejar las cenizas de los muertos en la tumba familiar en Nagasaki. Era el último día de la guerra. Katani, luchando bajo el peso de la urna funeraria, estaba a punto de colapsar, y los movimientos vacilantes de Shimohiro parecían más exasperantes de lo habitual.
Llegaron a Nagasaki para encontrarlo todo reducido a escombros. Katani se apresuró, dejando atrás a su hermana.
Días después de regresar a Hiroshima, Katani desarrolló de repente síntomas de enfermedad por radiación. Se le cayó el cabello, le sangraban las encías. Terminó en coma. Desesperada, Shimohiro cuidó de ella lo mejor que pudo, humedeciéndole los labios a su adolorida hermana con agua en el dedo para mantenerla con vida, rogándole: “No me dejes, no me dejes sola”.
La enfermedad de Katani duró tres semanas. Al final, el día en que el tifón Makurazaki barrió la prefectura de Hiroshima, dejando a más de 2.000 personas muertas o desaparecidas, Katani recobró la conciencia.
A finales del año pasado, un estudiante de preuniversitario al parecer asesinó a su hermana menor, y casos de padres asesinando a sus hijos o hijos matando a sus padres han saltado a los titulares con alarmante frecuencia. Katani ve que sucede esto y se llena de angustia. “Cuando pienso de cómo mi hermana y yo nos odiábamos tanto y cuán feliz es nuestra relación ahora, agradezco cuán importante es que la gente cultive comprensión en sus corazones hacia el otro”.
Cada 6 de agosto, las dos hermanas visitan la tumba familiar en Nagasaki, y juntan las manos para rezar. Allí estarán este año también y les dirán a sus ancestros: “¡Somos las mejores amigas!”
Por Tetsuya Hirakawa, Mainichi Shimbun. Traducido del inglés por Julián Ortega Martínez
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domingo 27 de mayo de 2007, 14:27 COT
Tengo una pequenia duda…como es que son hermanas si tienen apellidos diferentes?
domingo 27 de mayo de 2007, 14:39 COT
Tamara, cuando se casan, las japonesas se cambian el apellido y se ponen el del marido.