La tierra de los hombres rojos
Especial Festival Internacional de Cine de Bergen 2008 > EstanciasPor Álvaro Ramírez Ospina
martes 21 de octubre de 2008 15:23 COT
Sorprende encontrarse una película que llegue al corazón como si fuera una especie de puñalada aguda, certera y dolorosa. Ese film es La tierra de los hombres rojos (2007), una producción italo-brasileña dirigida por Marco Bechis que se exhibió ayer acá en el festival de Bergen y que en Italia está en las pantallas desde septiembre.

La narración comienza con el momento en que una pequeña comunidad Guaraní-Kaiowá (en Matto Grosso al sur de Brasil) encuentra ahorcadas en el bosque a dos de sus muchachas jóvenes que al parecer se han dejado llevar por los espíritus malignos. Tadio, el líder, seguido por el chamán, decide que es hora de abandonar el resguardo que les ha sido asignado y con un grupo se trasladan a acampar en la propiedad del hacendado Moreira para reclamar de esta forma la restitución de sus tierras.
Al entrar en contacto directo, hacendados e indígenas experimentan los roces naturales del choque de culturas. La tensión crece a medida que las hijas de Moreira establecen contactos no exentos de fascinación con los jóvenes de la tribu. Los conflictos emergen y hacia el final la confrontación es inevitable por las provocaciones mutuas.
Acercándose al clímax del film, Moreira, el colono blanco, recoge un puñado de tierra en sus manos y les explica a los indios, con un discurso altisonante y estudiado, que su padre es el dueño y quien abrió la selva para cultivarla 60 años atrás. La respuesta del jefe de la comunidad es muda y contundente: el hombre también se agacha para recoger un puñado de tierra y al levantarse se lo lleva a la boca, lo mastica y lo traga mientras mira fijamente los ojos del colonizador.
No cabe duda cuál es el reclamo central de la película. Se trata del grito por un espacio donde poder sobrevivir, sin tenerse que vender a los hacendados por salarios de hambre. Uno de los muchachos se interna en la manigua y se cuelga de un árbol por dicha razón. El film culmina con una agresión nocturna de los hacendados que lleva a que otro también se cuelgue, mientras el hacendado Moreira decide llevarse a la familia de vacaciones por tres meses, con la esperanza de que la situación se calme.
Este film está rodado de una manera austera, seca y ruda. La dureza de las desigualdades y la forma como viven arrinconadas y excluidos no da lugar a romanticismos de ninguna clase. El director Bechis no idealiza ninguno de los personajes y eso se pareció altamente meritorio. Los aborígenes toman licor, se emborrachan y tienen peleas entres sí, al mismo tiempo que cultivan sus tradiciones, sus danzas y sus rituales dirigidos a la madre tierra. Los colonos no están presentados de manera estereotipada. La mujer de Moreira mira a los invasores con buenos ojos e incluso les envía dinero. En este film no hay buenos ni malos, sino personajes trágicos y víctimas de la colonización, el desarraigo y el despojo. Mientras los jóvenes, a falta de opciones dignas para vivir, se suicidan.
Un film bello, poético, pausado y de pocas palabras, lo que le da espacio al espectador para preguntarse y sufrir en carne propia la tragedia de las miles de tribus indígenas que han sobrevivido a quinientos años de oprobio y colonización.
Título original: BirdWatchers – La terra degli uomini rossi (2008)
mi�rcoles 22 de octubre de 2008, 14:13 COT
¿Y cual es el nombre del Alvaro Uribe brasilero que está mandando a exterminar a los indígenas del Brasil?
jueves 23 de octubre de 2008, 04:42 COT
¿Importa el nombre? O la ignominia que viven los indígenas todos del continente. Yo creo que lo último.
Y lo que está haciendo Uribe es infame. Azuza a otros para que disparen. Y en el video que publica CNN queda la evidencia de dichos actos criminales.
jueves 23 de octubre de 2008, 06:34 COT
Necesitamos un nombre que simbolize y represente tanta maldad de tal manera que el pueblo pueda encarnar su culpa. Asi como la Alemania necesitó el nombre de Adolfo Hitler, la Rusia el de Stalin y la Colombia el de Alvaro Uribe para simbolizar masacres con motosierra, así tambien el Brasil y cada país de Latinoamerica necesita un nombre para encarnar esa culpa. Una vez el pueblo encarna la maldad entonces empieza a encarnar un simbolo del bién que lo redima, un Jesus, un Ghandi, un Martin Luther King, y etc. etc.
viernes 24 de octubre de 2008, 02:27 COT
Tequendamia por favor, el tema de éste artículo es la representación cinematográfica de los conflictos sociales de los indígenas. La idea de estos comentarios abiertos es para que conversemos sobre dicho tema.
Así que deja tu elucubración sobre “la maldad” para otra ocasión en que el tema central sea el maniqueísmo.
viernes 24 de octubre de 2008, 08:41 COT
Precisamente. El cine es un instrumento de catarsis colectiva a través de la creación de símbolos que persuadan a un pueblo indolente de su responsabilidad (culpa) en la creación de esta situación de desesperanza. Este es un paso necesario sin el cual la gestación de simbolos para la redención no es posible. Mediante el cine el director sensible se convierte en un canal a través del cual la conciencia colectiva fluye permitiendo el ascenso de la nación a una fase mas elevada.
viernes 24 de octubre de 2008, 09:23 COT
Un poco religiosa tu concepción de los medios y la cultura y del mundo…¿no te parece?.
Sobre todo cuando hablas de “redención” “ascenso de la nación” “persuadir a un pueblo indolente”… “culpa”.
Las dos últimas tiene un tufillo de paternalismo católico/leninista que opino que valdría la pena que revisaras con atención.
viernes 24 de octubre de 2008, 20:29 COT
Quizá tengas razón, nadie es responsable y nadie asume responsabilidad por la miseria, los genocidios, el robo de tierras, la corrupción en Colombia. Además, no somos nadie para señalar a nadie. En este contexto es muy estúpido hablar de culpa.
domingo 26 de octubre de 2008, 12:18 COT
¿Sabes qué? me gustó mucho lo que dices y la ironía con que lo expresas.
Me daba la impresión de que tendías al monólogo y que poco te interesaba conversar, pero veo que yo estaba equivocado. Lo comprueba este intercambio de puntos de vista. Gracias por replicar sin perder la paciencia. Yo aprecio mucho eso.