La suerte está echada en la ONU
Estancias > Primera planaPor Julián Ortega Martínez
martes 3 de octubre de 2006 14:17 COT
El próximo lunes 9 de octubre los 15 miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas votarán para sugerirle a la Asamblea General un nombre para reemplazar a Kofi Annan como Secretario General del organismo multilateral. Es probable que ustedes hayan oído acerca de Ban Ki-Moon, ministro de Relaciones Exteriores de Corea del Sur, quien con toda seguridad sucederá al ghanés a partir del 1 de enero de 2007. Según votaciones previas, Ban es el único de los candidatos que no sería vetado por ninguno de los cinco miembros permanentes (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China y Rusia), lo que prácticamente asegura su elección.
No obstante, al futuro Secretario General le espera una larga serie de tareas, de las cuales depende el futuro del organismo multilateral, que anda de capa caída tras los escándalos del programa de Petróleo por Alimentos y, como todos sabemos, de lo poco útil que ha resultado a la hora de prevenir o ayudar a resolver conflictos y crisis humanitarias. Además, la ONU se enfrenta a un recorte de gastos, producto de la reducción presupuestal que planean sus dos mayores contribuyentes, Estados Unidos y Japón, país que, sorpresivamente, ha decidido apoyar la candidatura de Ban, acaso esperando que Corea del Sur dé su brazo a torcer y apoye las esperanzas niponas de obtener una silla permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, todo ello a pesar del creciente nacionalismo anti-japonés en Corea del Sur (que Ban para nada se ha esmerado en calmar).
Pues bien, Ban no es santo de la devoción de muchos que esperan sanciones contra Corea del Norte. Desde antes de ser nombrado canciller, Ban ha estado bastante activo en los asuntos concernientes al vecino comunista septentrional. Tal vez más preocupado por la crisis nuclear que por los derechos humanos, el ministro de Exteriores surcoreano ha estado muy pendiente de las rondas de conversaciones del grupo de seis países, destinadas a contener el programa nuclear del tirano. Claro, no está de más mencionar que en los últimos años, durante la administración del presidente Roh Moo-hyun, la ayuda surcoreana al régimen de Kim Jong-il se ha incrementado, llegando a los US$7.000 millones.
Debido al escepticismo por la sustitución de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, que tenía entre sus miembros países como Cuba, China, Rusia, Arabia Saudita y otros lugares donde se cometen violaciones a esos mismos derechos, y que fue reemplazada por el Consejo de Derechos Humanos, muchos dudan de que Ban sea el tipo adecuado para manejar tan delicados asuntos, cuando parecen importarle muy poco las atrocidades del régimen estalinista de Pyongyang, al menos mientras deje quietos sus misiles. El flamante consejo censuró a Israel por los desalmados ataques al Líbano, pero guardó silencio sobre "joyitas" como Corea del Norte o Sudán.
Pareciera que la elección de Ban fuera el preámbulo del final del declive de la ONU, que va a tener que conformarse con ser la mayor agencia humanitaria del mundo. En una encuesta del derechista Hudson Institute, el 57% de los estadounidenses "cree ahora que las Naciones Unidas deben ser deshecha y reemplazada si no puede reformarse y hacerse más efectiva". ¿Para qué darles más plata? La gestión de Annan no ha sido la mejor, como puede verse en Bosnia, Ruanda o Darfur, y la ONU parece maniatada cada vez que estalla un conflicto en alguna parte del planeta. Y por lo visto, el prospecto que ha enrarecido las relaciones de su país con Estados Unidos por calmar a Corea del Norte y que las ha empeorado con Japón parece destinado (¿condenado?) a ser el enterrador de la "versión mejorada" del sueño de Wilson. Quizás sea por eso que a pesar de todo Washington lo apoya. ¿Acaso será cierto que ser Secretario General de las Naciones Unidas es "el peor trabajo del mundo", como le dijo un profesor español a la BBC? La suerte está echada.
martes 3 de octubre de 2006, 23:55 COT
Después de leer esta entrada tuya, queda la preocupación sobre el futuro de la ONU, convertida con el correr de los años en un elefante blanco que apenas sirve de atractivo turístico. ¿Será su nuevo secretario el oficiante de sus responsos? Pero también surge la otra inevitable pregunta: ¿Y si no es la ONU, quién? Muy buen post, Julián.
mircoles 4 de octubre de 2006, 08:21 COT
La alternativa es peor. Un mundo sin la ONU le permitirá cabalgar a Bush con sus pistolas y su sombrero tejano con mayor libertad por el mundo entero.
Yo creo que a la mayoría de los países les interea que exista la ONU, con todo y sus múltiples problemas.
Lo que necesita es una reforma.
mircoles 4 de octubre de 2006, 13:14 COT
¡Hola! Excelente artículo. Me permito "complementarlo" con este artículo que me publicaron en SEMANA VIRTUAL el año pasado, cuando la revista aún era abierta a las opiniones de los lectores. Gracias.
jueves 5 de octubre de 2006, 08:20 COT
Ser secretario de la burocracia mas grande del mundo no es nada malo, preguntele a K Annan y familia sobre lo bien que les fue.
viernes 6 de octubre de 2006, 02:49 COT
[…] Actualizaci
lunes 9 de octubre de 2006, 11:55 COT
Parte de la formalidad se ha cumplido, muchachos.
Marsares: Esas preguntas tendrán respuesta más pronto que tarde, supongo.
Álvaro: Claro, reforma, pero ya llevan tiempo en esas y nada. El tira y afloje por el poder retrasa todo.
THILO: Buen artículo. Por cierto, Colombia pertenece al Coffee Club, que se opone a la ampliación del Consejo de Seguridad propuesta por Brasil, India, Alemania y Japón.
Adriana: Ni falta hace que lo digas, ala (jeje 😉 ).