Juan Manuel, una Roca en el zapato
Crónicas Utópicas > EstanciasPor Marsares
domingo 28 de enero de 2007 12:01 COT
“Viajero, si usted llega a mi país, a mi país donde en las noches el transcurrir del viento arrstra canciones de amor y el grito de los torturados, no le extrañe si alguien baila bajo el teclado de la lluvia o si oye croar una rana en el corazón de los mendigos, está asistiendo a la visión de un país que alimenta sus fuegos”
Juan Manuel Roca (Del libro Fabulario Real)
Su mirada sigue siendo igual, escrutadora, incrédula, como la que nos ponemos cuando venimos de visita a estrujar recuerdos en este país al debe. Su infaltable bufanda cuenta que no es de aquí, que hace tiempo el desarraigo lo vistió con prendas prestadas. El café se lo toma despacio mientras me cuenta que el premio de poesía "Casa de las Américas" le llegó como las novias en la adolescencia, de sorpresa. “Es una vaina enterarse uno que ganó por la prensa. Ni siquiera sabía que estaba nominado”. Por primera vez se ríe. “Ya eres famoso, en este país de cantantes y pilotos”, le advierto. Alza la cabeza y mira a su alrededor. “¿Famoso?”. La ironía marca sus palabras. Nadie está pendiente de nuestra mesa, ni siquiera saben que existimos. La fama de un poeta es invisible.
“Me pararon más bolas en Malmö”. Es cierto. En Suecia vivió uno de esos momentos mágicos donde la poesía trasciende idiomas y culturas. Me cuenta que en Uppsala, una cubana le dijo que aún le dolía su patria. “Le respondí con una frase de ‘Diario de la noche’: “Quien construye una casa amputa la lejanía”. Su mirada se resiente un poco. Veo que se le acabó el café y le ofrezco algo más fuerte. Me dice que lo dejemos para más tarde. “Lo malo del alcohol es que en medio de una desmesurada borrachera uno puede suicidarse y al otro día no acordarse de nada.” La ironía sorprende al mesero que nos mira como dos cosas extrañas a las que hay que darles gusto así no gasten como debiera ser.
“¿Te han entrevistado mucho?”. “Lo suficiente”, me contesta. “Sobre todo los amigos”. La risa fácil llega al igual que su primer premio, cuando la Universidad de Antioquia lo llamó para decirle que podía graduarse de poeta. “Señal de cuervos” nos sorprendió a todos, porque al lado de la realidad que se nos metía embozada en pasamontañas que allanaban a las cinco de la mañana nuestros sueños, también existían las urgencias del amor. : "¡Ah: volver a visitar tu más/ Húmedo lugar a horas imprevistas! Mientras abres la página en blanco/ De tus piernas…" Su voz la apaga el recuerdo lejano, como si aún estuvieran vigentes esos tres versos de ‘Luna de ciegos’: “Estoy tan solo, amor, que a mi cuarto/ Sólo sube, peldaño tras peldaño/ La vieja escalera que traquea.”
Muchos temas se tocan, empezando por el del político en busca de votos. “Con qué franciscana humildad nos pide que lo elijamos para el alto cargo de verdugo". me dice. Verdad verdadera. Pero también hablamos de las peleas de Chávez con el imperio, las de Evo Morales con los que sienten que se les metió a la alacena de sus privilegios, los de Daniel Ortega con su propia mansedumbre. “¿Qué dirán los historiadores dentro de unos años?”, le pregunto. Se encoge de hombros. “Al final no importa. La historia la escriben los ganadores; como la de Colombia, escrita, más que por la punta del lápiz, por el lado de la goma, por el extremo del borrador”. La crudeza se instala, pero luego me advierte que siempre hay lugar para la esperanza. “Al fin y al cabo con coronas de nieve bajo el sol, cruzan los reyes”.
“¿Usted es Juan Manuel Roca?” Una tímida sonrisa se instala entre ellos. El poeta mira a la bella admiradora y luego le firma un lugar vacío en la agenda que ella le muestra con ansiedad. “¿Le puedo dar un beso?”. La pregunta lo aturde y ofrece su mejilla con placer. Mientras ella se aleja, él la mira y musita casi para sus adentros: “Una mujer delgada con el pelo al viento es como un estandarte, como un asta donde flota la más leve bandera”. Entonces es verdad lo que dijiste alguna vez, le riposto: “No es cierta la pregonada igualdad de los sexos. El de las mujeres es más hermoso”. Dos hombres, en la ciudad de la belleza, no pueden menos que sonreír con picardía. “¿De no ser por los muros, quién evitaría la fiesta?”.
domingo 28 de enero de 2007, 12:58 COT
Chévere la crónica Marco. Es muy triste la invisibilización de poetas como el señor Roca dentro de nuestra sociedad, cuya memoria y razón han sido borradas por ese lado del lápiz.
Un abrazo
lunes 29 de enero de 2007, 20:30 COT
Que es una lectura la cual nos pone a razonar y ver nuestra vida desde otro angulo.
¡BESITOS…………..!