Gustavo Petro o la fábula de las alianzas
EstanciasPor Daniel Ramos
jueves 20 de marzo de 2014 8:23 COT
Tres monjes al morir son recibidos por Dios para mostrarle lo que han hecho para dar a conocer su palabra. El primer monje, un franciscano, se acerca primero y le dice: “Señor, he llevado mi vida con total austeridad y todo los bienes materiales que encontré los compartí con una comunidad pobre de 500 personas”. Dios lo felicita por su buen trabajo. El segundo monje, un benedictino, le dice: “Señor, he fundado varias escuelas y a través de ellas he llevado tu palabra a miles de niños y hogares”. Dios arquea las cejas en señal de admiración, “muy bien, hijo mío, muy bien”. Finalmente el tercero, un jesuita, le dice con gran satisfacción: “Señor, fui a China y convertí al Emperador en creyente. Ahora todos los chinos obedecen tu palabra”.
Sobra decir que el franciscano en esta fábula es Gustavo Petro y el jesuita, el procurador Ordóñez. Veamos.
I.
Las personas a las que nos gusta ser independientes tendemos a cometer el error de desconocer el valor de las alianzas. Si a nivel personal esto es un defecto, en la arena política es un error letal. De adolescente fui testigo de alianzas que se creaban a través del chisme (y de adulto también, parece ser una práctica de larga vida); asocio siempre estas uniones como la que se da entre las hienas: organizarse con el objetivo final de dar muerte a la víctima. La percepción del independiente es que si se mantiene alejado de esos grupos, no lo afectarán, y que si hay que medirse con ellos, pues será inevitable. Medir las fuerzas es vital antes de empezar tal faena. ¿Cuántos meses antes no presentía ya el alcalde Petro su destitución y sanción por parte del Procurador? Los observadores políticos vimos cómo en meses las hienas lo rodeaban y Petro no supo cómo defenderse. Seamos más precisos: cómo defenderse bien.
II.
Fueron varios los errores de cálculo que llevaron a la indefensión a Petro. Los principales se dieron en el seno de los Progresistas. Que voces respetadas como la de Daniel García-Peña abandonen el barco con declaraciones fuertes sobre el autoritarismo e intransigencia de Petro son una señal de alarma que no debió desestimar el ahora exalcalde. Ser intransigente o, en el contexto político, negado para la negociación, es un error de primíparo político que si no se corrige puede tener consecuencias catastróficas. El caso de las basuras es bastante diciente: en su empeño por romper con el oligopolio de las basuras, Petro desoyó voces neutrales, calificadas y relevantes como la de la Veedora o del mismo director del Acueducto que le advirtieron que no era la forma de hacerlo ni estaba en capacidad de asumirlo de esa manera. O voces cuestionables como la de Emilio Tapia que le advirtió de la emboscada que el oligopolio le iba a tender. La obstinación de Petro fue más fuerte y la papaya quedó servida al Procurador, que la desmenuzó fibra por fibra hasta sacarle 15 años de inhabilidad política. Por si fuera poco, Petro tendrá que verse de nuevo con exaliados suyos en el seno de Progresistas a quienes les dio la espalda mientras estaba en el poder para elegir la terna que sustituirá al alcalde encargado Pardo Rueda. ¿Será Petro capaz de negociar con ellos esta vez?
III.
Una persona como Juan Manuel Santos ¿por qué se dedica a la política? ¿por qué persistió en su empeño por ser Presidente de la República? A Santos hay que reconocerle su vocación de servicio público, si bien hay factores inconscientes que influyen bastante en esta motivación, como lo son el prestigio y reconocimiento que conlleva el cargo (“es el nieto del Presidente”, “mira, aquí está tu abuelito con el Papa, aquí con Obama y en esta con Angela Merkel, guiñándole el ojo porque fue coquetísimo toda su vida”). Uno de los aspectos que hace afrodisiaco el poder para ciertas mujeres es la exposición que el poderoso les da en esa agenda social impresionante que llevan. El poderoso les ofrece un mundo que solo está al alcance de una minoría y él sabe que esto lo vuelve atractivo. Pocos sobreviven a la pérdida del foco, que se lo pregunten al expresidente Uribe.
A Petro también hay que reconocerle su vocación de servicio, si bien después del discurso de ayer, quizás podría señalarse como una poderosa fuente de motivación el morir como un mártir, esa imagen mesiánica que tanto atrae a los caudillos. Compararse con Gaitán, Pizarro, Leal o Galán está fuera de lugar y de contexto. Para empezar, ninguno de ellos tuvo la oportunidad en el poder de Petro, y para terminar, las muertes de ellos no fueron solamente políticas. Petro se habría ahorrado todo el via crucis de haber hecho las cosas bien y no a la fuerza.
IV.
¿Peligra el proceso de paz con las Farc? En absoluto. De fracasar los diálogos, las Farc puede o no utilizar la mención de Petro como otro ejemplo de que en Colombia no hay aún garantías políticas para fuerzas alternativas. Las Farc sabe además que se está metiendo en un berenjenal al querer participar en el sistema político colombiano, que el mismo Ordóñez estará acechándola de cerca pero, al igual que Petro, cree que va a ser capaz de abrirse su propio camino solita.
La vida es muy complicada cuando se sigue pensando en bloques homogéneos de poder, en la oligarquía vs el proletariado. Probablemente la única variable que medio ordene o sirva para explicar el panorama político actual colombiano es el número de votos que cada candidato puede poner sobre la mesa. Así es como se explican parejas tan improbables como Samper y De la Calle, Uribe y Pacho Santos, Santos y Angelino y ahora, Santos y Vargas Lleras. Los programas políticos son el papel más desaprovechado de la historia colombiana: nadie sabe a ciencia cierta qué va a hacer un candidato una vez elegido, ni siquiera él mismo.
V.
La excepción a ese comportamiento típico de las palabras son de aire y van al aire que cantara el gran Willie Colón, fue la época que vivió Bogotá con las Alcaldías de Mockus y Peñalosa: ambos llegaron con visiones de ciudad que fundaron vectores de desarrollo para la sociedad. Por primera vez muchos colombianos vieron para qué sirve la política cuando cumple con su valor fundamental: buscar el bienestar de la sociedad. Todo esto se fue al garete con las tres últimas administraciones. ¿Qué probabilidades hay de que Bogotá vuelva a retomar el rumbo? El panorama no es optimista, faltan visionarios de ciudad, candidatos y –lo más utópico aún– partidos o movimientos que logren promover un proyecto de ciudad que comprometa a los electores. Veremos en las próximas semanas si aparece la esperanza para Bogotá.
Si Petro se equivocó en la gestión de las basuras durante tres infames días, su defensa contra el Procurador le ha costado meses de gestión a la ciudad y esto sí es inaceptable. Sea cual sea el leguleyismo que utilizó el presidente Santos (obedeceré las medidas cautelares –siempre y cuando se refieran a casos de personas amenazadas o en peligro de muerte), por lo menos terminó la incertidumbre generada por la destitución de Petro. Para su propio bien, el exalcalde ahora sí podrá concentrarse ciento por ciento en recuperar sus derechos políticos y reavivar su carrera política. ¿Tendrán los habitantes de Bogotá la oportunidad de elegir bien otra vez?