Groucho, el último marxista
Estancias > Katherine EscobarPor Marsares
domingo 19 de agosto de 2007 21:26 COT
“Debo confesar que nací a una edad muy temprana”. Quizás para compensar esto, Groucho murió un poco más tarde que los demás, exactamente a los 86 años, hoy precisamente hace 30 años, no digamos en olor de santidad, pero si incapaz de enojarse con la parte maluca de tener que irse a la brava.
Por eso, en uno de sus últimos actos, Groucho no pudo menos que mostrar su alegría cuando por correo le llegó un cheque por una entrevista. Cuando lo abrió y vio su nombre, miró a su secretaria Erin Fleming y agitándolo en el aire, exclamó: “Mira, sigo vivo”.
Su humor cáustico lo convirtió en un ídolo del cine estadounidense, aunque también la radio y sus libros contribuyeron en convertirlo en un ícono del desenfado y de la irreverencia, que incluso se crecía ante el poder. Famosa es la frase que soltó alguna vez que fue a México y su presidente le dio una cita para la mañana siguiente a las tres de la tarde: "¿Y quién me garantiza que mañana a las tres seguirá siendo presidente?", fue su respuesta.
Nada se le escapó a su mirada corrosiva y quizás por haber sido un adorador de las mujeres, con tres matrimonios a cuestas e infinitos enredos sentimentales, es que pudo decir: "Lo malo del amor es que muchos lo confunden con la gastritis y, cuando se han curado de la indisposición, se encuentran con que se han casado”.
Aunque siempre tuvo una frase ingeniosa para responder en cualquier momento, no eran producto de la improvisación. Detrás de ellas había un gran trabajo de creación y depuración mental que conservó hasta su muerte. Treinta años después se sigue recordando su vida, su exitosa carrera cinematográfica al lado de sus hermanos y una y otra vez se citan sus frases.
Nuevas generaciones han llegado pero Groucho sigue siendo un referente que sirvió de ejemplo a muchos, incluyendo a Woody Allen.
Cuando cumplió 85 años: “Es una edad divertida, dispongo de una excelente salud en todos los aspectos salvo en el mental que es el que menos importa”
Aseguró siempre que escribió sus libros aprovechando el tiempo que su mujer gastaba en vestirse y arreglarse. “Si mi mujer hubiera salido completamente desnuda, este libro nunca hubiera llegado a escribirse”
Y para nuestro tiempo nada mejor que ésta: “Disculpen si les llamo caballeros, pero es que no los conozco muy bien”. Y una más, aplicable a muchos: “Sólo hay una forma de saber si un hombre es honesto: preguntárselo. Y si responde “sí”, entonces sabes que está corrupto.”
Y una definición magistral de política: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después un remedio equivocado”.
Y con tres fracasos matrimoniales encima, obvio que tenía que decir: “Me casé por el juzgado. Debería haber pedido un jurado” Y parece que una de las tres, tenía candela: “¡Oh! Nunca podré olvidar el día que me casé con aquella mujer… Me tiraron píldoras vitamínicas en vez de arroz”.
Finalmente, una frase que se le atribuyó como su epitafio, aunque en su tumba no aparece: “Perdonen que no me levante”.
martes 21 de agosto de 2007, 04:49 COT
Descubri a los hermanos Marx no hace mucho (apenas unos años) y fue una agradable sorpresea… hoy saber un poco más de ellos es una feliz coincidencia
Gracias
sbado 25 de agosto de 2007, 18:23 COT
Carolina:
También para mi constituyeron una alegre sorpresa. Los conocí en la Cinemateca Distrital hace mucho tiempo, en un ciclo dedicado al humor de los primeros años del cine, junto con Chaplin, Harold Lloyd y Buster Keaton.