Fundación orquídea tricolor
Estancias > Seguridad democráticaPor Agustín Cisneros
jueves 13 de marzo de 2008 21:16 COT
Si traigo a colación la Segunda Guerra Mundial, parte de la larga lista de mártires fueron Sophie y Hans Scholl, miembros activos de la Fundación Rosa Blanca (Weisse Rose Stiftung), agrupación estudiantil que trató de una manera pacífica concienciar a la opinión pública alemana sobre las atrocidades cometidas por el régimen Nazi, en especial, el capricho por parte del Führer en tomarse a sangre y fuego la ciudad de Stalingrado. Obviamente, pese a que sus actividades sólo fueron repartir volantes clandestinamente firmados con el nombre de la Fundación, la policía secreta finalmente los capturó, y en un juicio bastante viciado, fueron condenados los miembros de esta organización a la pena capital por tratar de “desprestigiar” la imagen del régimen.
Así, he podido determinar eventos en común en la época en donde la Fundación Rosa Blanca operaba en Alemania y la actual coyuntura política en Colombia. En esa época, los alemanes depositaron plena confianza en el Partido Nacionalsocialista, pues había enfrentado problemas como el desempleo, la pobreza y la inflación gracias a una economía a escala y de corto plazo que es la producción incentivada por la guerra. Incluso, es posible que muchas personas hubiesen avalado la muerte de los integrantes de dicha Fundación por atreverse a hablar del “salvador” de Alemania, quien acabó con la infamia de la República del Weimar y le dio esperanzas a un pueblo en agonía después del Putsch de la Cervecería.
Algo similar ocurre en Colombia con la era Uribe Vélez. Este personaje recibió un país golpeado por la crisis de finales de siglo XX, con un desempleo galopante, problemas económicos y una orgía de conflictos internos originados por lo que la coyuntura denominó “grupos terroristas” (para las guerrillas) y “organizaciones armadas al margen de la ley” (donde ya entraron las autodefensas y demás grupos paramilitares). Pues bien, la economía es cíclica y por un jalón en la dinámica externa, al cabo de un par de años de Uribe en el poder se empezó a ver signos de recuperación. Es claro que el pueblo, quien ignora la dinámica económica, se dejaría convencer que esta leve mejora se producía por la gestión de un gobierno así hubiese señales de ser parte de una dinámica mayoritariamente externa (pues los países de la región crecerían a tasas similares y hasta superiores).
Por su parte, para manipular la opinión pública nacional, se transformó el Departamento Nacional de Estadísticas de una institución encargada de encontrar, compilar y publicar la información de asuntos sensibles de la nación en toda una sofisticada oficina de propaganda para sostener el gobierno. Sólo con el hecho de nombrar que pasaron por la dirección de esa institución tres funcionarios, y que del segundo al tercero, se ofreció el cargo a reconocidos académicos quienes desistieron de acceder a él por todos los problemas de manipulación de información que allí se venían dando, deja mucho en qué pensar. En fin. La cuestión es que así se denunciaran una gran cantidad de eventos irregulares que van en detrimento de la democracia y el orden institucional, la población civil sigue enceguecida en que Álvaro Uribe es el “salvador” quien ha sacado a Colombia de la obscuridad y que acabará por la vía militar a la guerrilla.
Ahora, el nivel de propaganda ha llegado hasta tal punto que el sectarismo político el cual iba por el camino a la extinción, volvió a surgir con más fuerza en la presente década al punto de concebir en los medios de comunicación declaraciones y señalamientos extremadamente delicados hacia las personas que no están con el actual gobierno. Es claro que como los hermanos Scholl, este tipo de señalamientos –como acusar sin fundamento a incautos de "guerrilleros" o "terroristas de civil"– son la sentencia de muerte para muchas personas quienes viven en áreas de influencia de los “desmovilizados” paramilitares.
Algo que necesitamos concordar es la actual situación de las FARC. Así como cuando el Führer gritaba en los medios de comunicación la victoria en la contienda bélica en Europa tras la toma de Stalingrado (en donde la contra toma perecieron 300.000 soldados alemanes a manos de las fuerzas soviéticas), en el periódico se hablaba de “post-guerra” finalizando el primer cuatrienio de Uribe, y como en estos momentos, se habla del “principio del fin de las FARC”. Es claro que eso lleve a que existan 250.000 firmas para una nueva reelección del presidente, debido a que el fanatismo político lleve a un pueblo entero a la ignorancia perpetua señalizada y exaltada por la frase “Adelante Presidente”. Así como los alemanes de comienzos de la década de 1940 estaban enceguecidos conque se estaba ganando la guerra ignorando los miles que morían con el invierno ruso, se encuentran muchos colombianos con la caída de dos cabecillas de las FARC.
Si dejamos el fanatismo político a un lado, y estudiamos el tema con mayor rigurosidad, nos podríamos percatar que este grupo terrorista es una organización totalmente institucionalizada, y que muchos periodistas, quienes la han estudiado de fondo, han determinado que “las FARC, lo que menos tienen es afán”. Medios como Semana ya hablan de la tercera generación de este grupo alzado en armas.
Parte de lo que los colombianos ignoran, es que el Secretariado lo conforman 7 miembros del Estado Mayor, cada uno con su respectivo suplente en el caso de deceso. Es decir, se preparan para ello y además, que todo el Secretariado cambia automáticamente con la caída de cada uno de sus miembros, lo que institucionalmente lo mantiene intacto.
Enceguecidos los colombianos por el eventual deceso de los miembros del Secretariado, le apuestan a una segunda reelección del Presidente Álvaro Uribe, así esta situación pase por encima de la poca institucionalidad y constitucionalidad que aún le queda a Colombia. Como se sabrá, el Estado colombiano no está diseñado para las reelecciones, pues sus organismos de control, las altas cortes, etc., después de dos periodos serán elegidos en su totalidad por el primer mandatario, al estilo de las más temidas y satanizadas democraduras del continente. Es más, así dicho personaje emplee los recursos destinados a otros rubros de alto impacto social para sostener la Seguridad Democrática, muchos colombianos seguirán apostándole al proceso así lleve más de 12 años sin mostrar el resultado contundente: el final de este grupo terrorista.
Actualmente, la opinión pública avala situaciones perversas que en gobiernos anteriores no hubiese aceptado: la intervención del ejecutivo en los procesos del poder judicial, la incursión armada a territorio extranjero, la venta de la ética con recompensas y asesinatos, el control de los medios masivos a favor de un gobernante, las paupérrimas sentencias a criminales de lesa humanidad, el despojo de propiedades con respaldo de las entidades del Estado, entre muchos aspectos que hoy son situaciones de todos los días.
Lo de hoy en Colombia se asemeja mucho a la Alemania de la Fundación Rosa Blanca. Y lo peor de todo es que sabemos cómo terminó la Alemania Nazi después de la guerra. Ahora, yo me pregunto, ¿se necesita estar caminando sobre ruinas para darnos cuenta de lo nocivo que fue reelegir a un primer mandatario varias veces?
viernes 14 de marzo de 2008, 17:12 COT
Muy bien argumentada tu mirada crítica sobre el momento que estamos viviendo y sobre la tendencia caudillista y autocrática de un gobernante astuto y aferrada cada vez más al poder.l
domingo 16 de marzo de 2008, 01:54 COT
Estoy de acuerdo con usted.
martes 18 de marzo de 2008, 03:46 COT
Sin palabras, pues es un analisis perfectamente claro, entramos en una dictaturocracia y la ignorancia del pueblo, con la ayuda de los medios de comunicacion , nos conducira a decir “jai Urihitler”