Era una ciudad de plástico
Estancias > Salón comunalPor Bailarina
jueves 15 de junio de 2006 15:48 COT
Leyendo la revista PUNTC del diario El País, de repente me encontré con este artículo llamado: “Cali, destino plástico”. Siempre he pensado por qué a Cali aún le dicen la ciudad de la salsa, si debería ser de la silicona. La salsa como medio de expresión y cultura, como punto de encuentro de la sociedad es un leve rezago que pertenece a los viejos que aún ven en la salsa su programa rutinario y parte de su vida, y se visten de zapatico blanco.
Cali es hoy por hoy la ciudad más demandada en cuanto a cirugía plástica se refiere en el mundo entero, no sólo a nivel nacional. Para nadie es un secreto que las calles de Cali son algo así como una pasarela pública. Se ven hombres y mujeres perfectos, con pieles firmes y bronceadas, senos y colas turgentes, cabellos espectaculares….en general, hombres y mujeres de plástico de esos que nombra Rubén Blades en su canción. Hechos y vueltos a hacer una y mil veces.
El reportaje dice así: “Bajo la modalidad de todo incluido, los cirujanos caleños se han convertido en el boom de la estética a nivel mundial. Combos que incluyen hotel cinco estrellas, enfermera 24 horas y programa turístico por un valor de 30 millones de pesos se ofrece en agencias de viajes en ciudades como Madrid y Nueva York. Se estarían realizando más de 100 mil cirugías anuales”.
Eso es un combo completo y a ese precio, Cali se convierte en la ciudad más económica del mundo en el diseño de Barbies y Kent, además de la alta reputación que tienen sus cirujanos plásticos. De esas 100 mil cirugías, 4.500 corresponden a extranjeros. Ahora sí creo que tiene un poco más de sentido el nombre de “Cali: la sucursal del cielo”, ese ganganzo es como tocar el cielo con las manos porque de eso tan bueno no dan tanto. Pero en Cali sí y con todos los juguetes.
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Nariz
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Senos
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Lipoescultura
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Lifting facial
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Cali
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4
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5
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6
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7
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Buenos Aires
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10
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11
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13
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13
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Ciudad de México
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13
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17
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17
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18
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Madrid
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17
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20
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23
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20
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Miami
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22
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25
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35
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30
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Fuente: Revista PUNTC, Edición No 16. "Cali, destino plástico".
“60 lipoesculturas, 40 lipectomías, y 35 mamoplastias y rinoplastias y 25 mentoplastia y blefaroplastia se realizan cada mes en Cali. En cuanto a las personas, el 75% son mujeres y el 25% son hombres. Así mismo, el 50% están entre los 25 y 35 años, el 42% entre los 35 y 45 y el 8% están entre los 45 y 44 años”.
Yo no sé qué es más difícil, si la realización de esas cirugías, o la pronunciación o escritura de esas palabritas que por cierto algunas me resultan ridículas como mentoplastia.
Pero eso no es lo realmente importante. Lo alarmante para mí de toda esta situación no es sí hombres y mujeres de todo el mundo vienen a realizarse cirugías plásticas, sino la perversión y deformación que de la belleza se hace. ¿Qué es exactamente lo que eso significa para nuestra sociedad, en especial para los más jóvenes?
Las niñas de 15 no piden ni fiestas ni viajes, sino lipoesculturas con una alta posibilidad de morir en el quirófano. Como le escuché a alguien por ahí “la prefiero ocupando espacio en la cama, y no en una funeraria”. No hay derecho, no se admiten mujeres con leve grado de imperfección, donde la imperfección va desde una pequeña peca o arruga en la cara hasta un cuerpo de abundantes carnes.
Los jóvenes crecen con enormes frustraciones por no tener la apariencia “adecuada” y en cambio tener que soportar el rechazo social. Hombres y mujeres compiten entre sí por verse mejor y pero aún, por verse mejor para poder escoger o ser escogido de lo contrario se está fuera del mercado. ¿Y a quién le gusta estar por fuera?
Es aquí donde yo me pregunto ¿el cultivo de la inteligencia, de las artes, de la personalidad y otro tipo de valores ya no importa o importa menos o es absolutamente irrelevante? El cuerpo es mucho más que eso, va más allá, hacia cosas intangibles como lo que llamamos espíritu, alma, energía; es lo que irradia lo que proyecta, es también el cultivo de las cosas metafísicas que en últimas son las que le dan el cariz. Un cuerpo bello, atractivo y perfecto sin nada más que eso es sólo un bulto, un “saco de huesos” susceptible de degeneración. Como dice Andrea Echeverri en su canción, “mira la esencia, no las apariencias”.
Esencia: Del lat. essentĭa, y este calco del gr. οὐσία).
- f. Aquello que constituye la naturaleza de las cosas, lo permanente e invariable de ellas.
- f. Lo más importante y característico de una cosa.
- f. Lo más puro, fino y acendrado de una cosa.
- fr. Ser preciso, indispensable.
- fr. Ser condición inseparable de algo.
PD: ¿Qué hacer? ¿Cómo luchar contra algo que es más poderoso que nosotros y que avanza a pasos agigantados, absorbiendo de manera indiscriminada lo que esté cerca?
jueves 15 de junio de 2006, 22:32 COT
Pensaría que la lucha contra esta desfiguración social se libra individualmente, dentro de cada quien. Nuestro cuerpo es un templo, pero la adoración no es hacia él, sino hacia la vida.
Muy buena entrada y un tema súper interesante.
viernes 16 de junio de 2006, 20:15 COT
Pasarán siglos antes de que nosotros, pobres humanos, ¡¡imbéciles humanos!! entendamos la parte práctica de la palabra “esencia”.
Aquello que perdurará aún después de la misma vida, aún después de nuestra generación y a través de nuestra descendencia.
Pero sobran personas las cuales prefieren ser recordadas por su tetas inmensas, redondas y apuntando al cielo, o por sus narices respingadas, que por la fluidéz de sus ideales.
Triste, envío saludos!!!
sbado 17 de junio de 2006, 16:56 COT
Conozco a alguien que se ha hecho varias cirugías para mejorar su apariencia física, pese a tratarse de una mujer bonita que no las necesitaba. Su busto y su cola se agrandaron en el quirófano, pero su entorno no se enriqueció de igual manera. Vive sola, pese a tener éxito como profesional. Completamente sola asiste a clubes de solitarios en busca de compañía. Olvidó que la belleza viene de adentro y por eso, otras amigas que no son tan exuberantes, viven felices con sus parejas. La cirugía estética en sí no es mala. Puede ayudar a corregir defectos y aumentar la autoestima, pero no puede convertirse en un fin en sí misma. Ahí está el problema.