El sector invisible
Crónicas Utópicas > EstanciasPor Daniel Ramos
domingo 9 de septiembre de 2007 14:52 COT
Amsterdam en septiembre tiene un clima muy similar al de Bogotá con sol más una brisa que se cuela entre los canales. Las terrazas se multiplican por las calles, la vida pasa de manera relajada. Terracear es una de mis aficiones preferidas en esta ciudad. Se habla fácilmente con las personas y gracias a la historia de Tanja ser colombiano tiene ahora una connotación adicional: "Visita Colombia, pero nada de irte con la guerrilla".
Da escalofrío palpar el poder de los medios: la gente sonríe ante una frase así, nadie discute que es una locura irse de guerriller@, para el común de la gente con la que he hablado en la ciudad, Tanja es prácticamente una joven desubicada o en el lugar equivocado. No he encontrado hasta el momento a ningún simpatizante con su decisión.
Las personas más interesadas preguntan que qué se puede hacer, cómo se puede superar el conflicto. Mi crónica utópica al respecto sigue fundamentada en el valor de la solidaridad, en la necesidad de darnos la mano como colombianos y procurar una mejor calidad de vida de manera mancomunada.
Desde esta perspectiva utópica, el sector solidario –o invisible como también se le conoce– tiene un papel principal: son las personas y organizaciones que están cultivando la semilla de cambio a través de la acción y los valores positivos colectivos. Prefiero referirme ahora a él como invisible porque me sorprende la cantidad de gente que desconoce su tamaño en Colombia.
Hace ya casi tres años que tengo el placer de no ver un noticiero colombiano, esa mezcla implacable de sangre, balas, silicona y fútbol. El sector solidario a veces se hace visible en los medios gracias a algún premio, pero en general, los logros colectivos del sector con más de 17.000 ONG a nivel nacional siguen siendo en general invisibles. Me pregunto cómo Tanja se comió el cuento de las FARC a pesar de que hay tantas posibilidades para trabajar por la justicia social en Colombia. Como decía un analista holandés, "es un simple juego de aritmética: las FARC con sus 17.000 soldados son muy débiles para tomarse el poder, pero muy fuertes aún para ser extinguidas". No es más que una coincidencia estadística, pero prácticamente por cada guerrillero de las FARC hay una ONG en Colombia: ¿cuál sector tiene más posibilidades de generar cambios reales en el país?
Obviamente, no hay que dejarse engañar por la visibilidad de Tanja en estos momentos. Como lo resaltaba en un comentario Álvaro Ramírez, ella hace parte ahora de la guerra mediática: son miles los holandeses que han hecho trabajo social en alguna de las ONG colombianas o extranjeras que trabajan en Colombia. Su trabajo no es noticia en Colombia: aquí los medios tienen espacio para que estos jóvenes compartan su experiencia. También es claro que en un país que prefiere evitar las soluciones bélicas, la decisión de Tanja es impactante –más aún cuando su vida está en peligro por las sanciones que seguramente tendrá que enfrentar.
Un amigo holandés que conoce de cerca el caso se preguntaba qué sucedería si Tanja tuviese la posibilidad de regresar ahora mismo a Holanda. Me sorprendió la pregunta porque en general los holandeses son gente pragmática no muy dada al terreno de las hipótesis futuristas. De hecho todavía me parece que fue un efecto del sol y la cerveza en una tarde de sol relajada: "Con lo obstinada que parece ser, seguramente justificará su decisión". Mi malicia indígena se despertó: ¿Qué tal que sea una jugada mediática de las FARC? ¿Qué tal que hayan dejado un computador portátil con información falsa y el diario de Tanja suelto por ahí para preparar su regreso a Europa, cobrar millones de euros por las entrevistas exclusivas y que ella se dedique a alabar a las FARC? Qué mente retorcida me dije, pobre pelada, seguramente estará padeciendo una ronda interminable de crítica y autocrítica como las que se ven en Guerrilla Girl. Guardé silencio, saboreé de nuevo la cerveza y pensé: "Qué desengaño".
domingo 9 de septiembre de 2007, 18:04 COT
¡Qué desengaño! Me imagino a esa joven holandesa, conciente de vivir en un país idílico con una organización social casi perfecta, sentir el dolor de la injusticia social, en su caso, la de Colombia. Se me ocurre que le dió sentido a su vida ayudar a otros y ahora que decepción, de todo. Desde acá,Chile, me pregunto a quién creer, qué poder en Colombia no está permeado por el negocio de la droga, a quién le sirve dar a conocer “su diario”. Que tristeza. La duda cubre todo.
Un abrazo para tí Daniel, y algo de envidia también de no estar ahí, con tulipanes, canales, barquitos, molinos de viento, Van Gogh, bicicletas y quesos.
domingo 9 de septiembre de 2007, 18:06 COT
¿Pero Tanja no llegó a Colombia por su contacto con una ONG?
lunes 10 de septiembre de 2007, 04:08 COT
Je je, J; por fortuna está la entrada de Sentido Común. No sería además de extrañar que también hubiese ONG fachadas para blanqueo de dinero, etc. Las ONG no son inmunes al abuso de la combinación de todas las formas de lucha y varios sectores ultraderechistas –presidente incluido– las han señalado como auxiliadoras de la guerrilla. Raro que esta asociación no haya sido utilizada aún de manera ejemplificante contra ellas, ni siquiera por el inquisidor católico…
lunes 10 de septiembre de 2007, 04:27 COT
Hola Marta Q.P., tienes razón, la pobreza que se vive en América Latina difícilmente la pueden imaginar los jóvenes acá y cuando la conocen, es un shock. Por fortuna ustedes en Chile parecen tener un panorama mejor que el resto de los latinoamericanos, así que también siento envidia por el paisaje social del que disfrutas.
lunes 10 de septiembre de 2007, 12:17 COT
“por fortuna está la entrada de Sentido Común”
¿What do you talking about, Dite?
lunes 10 de septiembre de 2007, 19:04 COT
Daniel: No, no envidies nada.
Así tanto como amo mi país, así tanto me duele.
Acá vivimos el capitalismo salvaje, que hay que vivirlo para saber de qué se trata. Curiosamente, como en los peores tiempos de la dictadura, la Iglesia Católica, nuevamente habla por los que no tienen voz. Actualmente ha provocado la discusión del “sueldo ético”, de los de arriba (en casos 200 veces más arriba) y el de los de abajo.
Nuestro paisaje social es de contrastes extremos. Sin ninguna armonía.
Cariños para ti y saludos a Madame Tussaud.
lunes 10 de septiembre de 2007, 23:08 COT
Yo sé al menos de una ONG que sirve muy bien a la comunidad, y cerrará puertas en diciembre próximo.
Según entiendo, todas las ayudas en dinero se canalizan en un solo lugar y de ahí se reparten.
Esta ONG de mi relato para obtener alguna porción de ese dinero tiene que comprometerse a sacar a los campecinos que ayuda a las huelgas, caminatas, bloqueos, bochinches y de más. Prefieren cerrar, y ustedes no se imaginan la labor que hacen!
viernes 14 de septiembre de 2007, 07:35 COT
[…] El sector invisible […]