El lado oscuro del chisme
Estancias > Medios y cultura popularPor Julián Ortega Martínez
mircoles 9 de agosto de 2006 0:04 COT
Hace como año y medio, el crítico de televisión Ómar Rincón fue invitado por la profesora Zenaida Osorio a la Escuela de Diseño Gráfico de la Universidad Nacional de Colombia a una especie de charla sobre este medio. Durante la misma, Rincón les reprochaba a los actores, presentadores y demás personajes de la farándula criolla el reclamar todavía por su derecho a la intimidad, cuando en Hollywood lo que hagan o dejen de hacer las estrellas es más del dominio público que del privado. Infortunadamente, parece que en parte tiene razón.
Cuando empezó la urbanización de la sociedad, la gente dejó de vivir en pueblos pequeños, donde todos se conocían con todos y se sabían la vida de todo el mundo, y empezó a habitar las grandes ciudades. Muchos de los que vivimos en grandes urbes apenas conocemos los nombres de nuestros vecinos, y si indagamos más, podemos correr el riesgo de ser tildados de "chismosos". Es por eso que algunos se refugian en los "chismes" de los periódicos, que no son otra cosa que la vida "privada" de la gente famosa, bien sea por su relación con el poder, con los medios o con ambos. Hollywood es un caso extremo: los medios especializados saben más de las estrellas que ellas mismas.
"El chisme es algo que nadie dice que le gusta, pero todos disfrutan", afirmaba Joseph Conrad. Claro que sí, ¿pero hasta qué punto puede un chisme falso (recordemos que no todos lo son) puede acabar con la carrera de un famoso, por ejemplo? ¿En otras culturas tendrá la misma aceptación? Hace poco, ocurrió un incidente con un actor medianamente conocido en Japón, quien fue detenido por la policía la fría madrugada de un día entre semana por conducir ebrio. Aquí apenas se escucharía la molestia con el implicado, pero en el país del sol naciente estos incidentes son muy cuestionados. En el caso de este actor, tuvo que condenarse al ostracismo temporal y disculparse públicamente.
No obstante, el problema creció, pues resultó que el actor iba acompañado de una mujer, que algunos identificaron como una modelo nipona que desarrolla buena parte de su trabajo en China. Esta parte de la historia pasó inadvertia para muchos medios japoneses, pero recibió gran difusión en los medios chinos, lo que agravó más las cosas, pues le añadía adulterio al incidente (el actor es casado y tiene un hijo). La modelo aprovechó su recién inaugurado diario-blog para negar las acusaciones y expresar su molestia: "En este mundo corren muchas noticias, y me han hecho pensar qué tanto de cierto hay en general en lo que nos informan. Creo que investigar la verdad es difícil pero hacer ese esfuerzo es de veras muy importante, ¿verdad?".
Cuando se dice algo que no es cierto de un personaje público (como en este caso, o en el del actor Mauricio Figueroa), se puede hacer mucho daño, más que si se tratara de una persona común y corriente. El chisme no es del todo malo, hasta terapéutico y todo es según algunas investigaciones. Pero si se exagera, como cualquier cosa, se puede llegar al extremo de prohibirlo. Y ahí tenemos un problema, porque no hay nada peor que escudarse en la libertad de expresión para abusar de ella. Tal vez no sea tan fácil estar de acuerdo con Emilia Pardo Bazán, cuando escribe: "dos venenos conozco que ni matan ni corroen, ni manchan siquiera: la saliva y la tinta". Claro que tampoco es bueno quedarse tan callados…
mircoles 9 de agosto de 2006, 11:54 COT
Pues la verdad aún no entiendo qué puede tener de terapéutico el chisme. El artículo 1. o no lo entendí, o 2. no me convenció. Puede que el chisme por el chisme no sea malo, lo malo es la intención con la que se hace. De todas manera odio el chisme, es de las cosas más bajas para mí y detesto en realidad a las personas que son chismosas sobretodo si el chisme atenta contra la integridad de otros independientemente de quiénes sean.
mircoles 9 de agosto de 2006, 16:21 COT
Bailarina: Tienes la razón, el chisme en sí no es malo, el problema es si es malintencionado, si es por el ánimo de difamar y si es falso. Por eso hablo de un lado “oscuro”, que es el que muchos conocemos. Y cuando hablo de no quedarnos callados, me refiero a denunciar las injusticias, no a abrir la boca porque sí. Un saludo.
jueves 10 de agosto de 2006, 01:00 COT
¿Le cuento un chisme? Cuando alguien me dice eso, normalmente le pido que antes de contármelo me informe quien se lo contó y además que si se trata de algo que me hará pensar mal sobre el protagonista, mejor no me lo cuente. Casi siempre hasta ahí llega el chisme.
Un tema bien interesante, Julián, y más hondo de lo que se piensa. No recuerdo ningún chisme bienintencionado, pero la verdad es que es casi inevitable su existencia, tal vez por lo terapeutico. Un chisme puede causar mucho daño, y el efecto no sería tal si los receptores tuviesen mayor rigor para formarse su concepto.
Me gustaría que profundizara su análisis del asunto en otra columna y desde otra óptica. (Convite?)