El aura, de Fabián Bielinsky
cine > Cineclub > EstanciasPor Marsares
sbado 11 de abril de 2009 20:53 COT
Malos pensamientos, ¿quién no los ha tenido? Robar un banco, matar al vecino, humillar al jefe, tener sexo prohibido, vengarse a metrallazos… cualquier pasión y desenlace son válidos en la mente. Pero llevarlos a cabo es otro cuento. Generalmente son espesos nubarrones que la mayoría de las veces desaparecen o se quedan ahí como testigos mudos de que existe nuestro lado oscuro.
¿Pero qué pasaría si se nos presentara la oportunidad de realizarlos? ¿Cruzaríamos la raya? La tentación es grande. ¿Por qué no hacerlo? A la adrenalina del peligro se agrega la curiosidad por el "¿seré capaz?" que amordaza la conciencia y abre las puertas para que rindamos nuestro tributo al ego.
Un taxidermista es el pretexto para que Fabián Bielinsky le haga zancadilla a nuestra moral de niños buenos y nos diga sin ambages que sí, que sí se puede si las circunstancias se confabulan para que el diablo de lo prohibido nos excite para convertirnos en sus seguidores.
El taxidermista es un buen hombre, aunque aburrido y solitario, pero tiene un pasatiempo tan válido como coleccionar estampillas o amantes: le gusta imaginar robos perfectos. Los planea hasta la minucia, incluso al banco donde cobra su sueldo. Es tan fácil. La rutina de los empleados ayuda. Basta con saber el momento para neutralizar a los guardias y escapar sin peligro.
En un sitio lejano de la ciudad conocida, también hay otros que planean robos perfectos. Pero para llevarlos a cabo. Calculan como el taxidermista, riesgos y rutinas, con armas incluidas que son el seguro para lo imprevisto. Empero el azar lo revuelca todo y los papeles se truecan dejando al inocente citadino encabezando la realización de un crimen verdadero.
Arma el rompecabezas pero no basta ser inteligente para graduarse de criminal. Tampoco saberse al dedillo los pormenores. Se necesita sangre fría, falta de escrúpulos, moral maleable, traición a cuestas y no tener sino intereses dentro del bolsillo. Algo va de la teoría a la práctica y pronto verá que el mundo real es más complejo que el imaginado.
Esta película de 2005, que al final resultó ser el testamento de Fabián Bielinsky, muerto prematuramente cuando se preparaba para realizar la siguiente, sorprende por su ritmo lento pero cadencioso, su cuidadosa puesta en escena, su historia llena de contrastes y suspenso, sus recodos imprevistos, cara y sello de una realidad por momentos alucinante, casi mágica, cine negro con un Ricardo Darín que se apropia del personaje resaltando sus recovecos mentales.
Una cinta para ver con nuestros cómplices cotidianos.