Don King a la colombiana
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martes 4 de noviembre de 2008 1:43 COT
El 1 de marzo de 2008, un bombardeo militar en territorio ecuatoriano que culminó con la muerte del guerrillero alias Raúl Reyes, desencadenaría la peor crisis internacional que hayamos vivido los colombianos en mucho tiempo. Ecuador, el directamente afectado, Venezuela por “solidaridad” y Nicaragua de manera oportunista, estuvieron a poco de declarar la guerra al país invasor.
En este momento de alta tensión en las relaciones de Colombia con Venezuela, Ecuador y Nicaragua, el roquero colombiano Juanes convocó a varios artistas internacionales para ofrecer conjuntamente un concierto por la paz de nuestras naciones, al estilo de George Harrison por las hambrunas en Bangladesh. Ante el éxito de la convocatoria, el presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez estaba decidido a sumarse al Concierto por la Paz, aprovechando que existía una invitación a los mandatarios involucrados en el desacuerdo, invitación que fue rechazada en últimas por Chávez, Correa y Ortega, actuando al unísono.
Por encima de la causa o el objetivo perseguido con el operativo militar colombiano, era flagrante la violación a la soberanía ecuatoriana, por lo que la asistencia en solitario del presidente del Estado promotor de la intrusión castrense a territorio extranjero, politizaba el acto musical. Sumado a ello, la alta popularidad de Uribe amenazaba con opacar a Juanes y a sus compañeros de concierto.
Pues dueño de una tenacidad y un gran olfato, el organizador del evento logró, con una simple llamada celular, impedir que Uribe se hiciese presente en el concierto, asegurando para su pupilo el brillo justo como anfitrión del evento. El hombre detrás de esta gestión, cerebro del concierto y del éxito de fulgurantes carreras artísticas como la de Juanes y otros varios artistas de talla internacional, era el payanés Fernán Martínez Mahecha.
El hit que se anotó Fernán al hacer con Uribe lo impensable, prácticamente ordenarle no asistir a un acto público, es tal vez lo que lo ha animado a pensar que no existen barreras ni normas para llevar a cabo sus cometidos. A través de los medios, y con sospechosa insistencia, se agitó el tema de si la presentación en Bogotá de Juanes en concierto, prevista para el próximo diciembre se podría hacer, o no, en El Campín. El interés de permear la opinión pública para convertirla luego en presión, era predecible desde hace un par de semanas, cuando surgió la duda sobre la voluntad del Distrito de facilitar el estadio capitalino para la realización de dicho espectáculo.
Muchos fiascos han ocurrido en este campo de fútbol durante eventos artísticos, e inclusive en los deportivos. El vandalismo, las barras bravas, la protección inadecuada de su grama, el sobrecupo y la ausencia de cultura cívica han ocasionado daños y perjuicios considerables, más que a la actual Administración distrital, a las precedentes. Basta tener un poco de memoria para que resulte entendible la resistencia de las autoridades encargadas, en este caso el Instituto de Recreación y Deporte, IDRD, a prestar con ligereza tan importante escenario.
Igual que en ocasiones anteriores, el empresario de turno, Fernán Martínez, sugirió aportar un sistema de protección capaz de preservar la grama del terrible peso y trajín que supone el montaje y desarrollo de un concierto de rock. Ni corta ni perezosa, la administración distrital aceptó realizar unas pruebas técnicas, recreando condiciones críticas a presentarse dentro del espectáculo. El resultado sobre el comportamiento del sistema de protección ofrecido fue negativo, por lo que la respuesta también lo fue.
Entonces llovió de aquello al zarzo. El curtido empresario de Juanes la emprendió directamente contra el Alcalde, quien a decir verdad no tiene velas en el asunto, tildando absurdamente la decisión del IDRD de política, y sugiriendo que el burgomaestre le temía a la crítica de los periodistas deportivos. Aparte de la política de preservar los bienes públicos, aquí no se puede hablar de ninguna razón oculta o favorecimiento de tipo personal. Fernán debió manejar mejor su altivez, y seguramente sus diferencias, esas sí políticas, con el Alcalde. Como quien dice, peló el cobre.
Abstrayendo la parte incidental del tema, lo que nos queda muy claro es que la ciudad está pidiendo a gritos uno o dos escenarios para grandes conciertos, como los tienen las grandes ciudades a lo largo y ancho del mundo. Verdaderos complejos arquitectónicos, proyectados en función de la cultura, el entretenimiento y la actividad lúdica, con la capacidad necesaria que una metrópoli como Bogotá requiere.
Podría pensarse en una empresa de economía mixta, donde el Distrito aportara la infraestructura de servicios (y quizás los terrenos), y los particulares aportaran el capital, la capacidad técnica para la construcción y la capacidad financiera y operativa para la puesta en marcha y funcionamiento del campo recreativo. La figura alternativa podría ser la de una explotación por concesión.
Como sea, es hora de concretar una solución grande a un problema enorme. Se necesita un gran parque para la cultura y el ocio. La capital mundial del teatro, cuna de pintores, músicos e intelectuales, no puede aislarse del mundo. Las grandes estrellas de las artes buscan escenarios importantes. El arte, los conciertos y la recreación, aparte del beneficio cultural, aportan muy buenas ganancias. ¿Qué tal un personaje como Fernán Martínez Mahecha abanderando esta causa? No nos suena nada loco.
martes 4 de noviembre de 2008, 07:58 COT
Excelente iniciativa. Y muy buen artículo. Felicitaciones.
martes 4 de noviembre de 2008, 10:21 COT
Gracias Álvaro. Y qué bueno que tuviera algún eco. El tema no tiene doliente, y alguien como Fernán Martínez Mahecha sería definitivo para cuajar una iniciativa tan sentida en esta ciudad. Aunque sé que es bastante más chica ¿cómo es la cosa en Bergen? ¿qué tipo de escenarios tiene?
Saludo,
SC
lunes 10 de noviembre de 2008, 16:22 COT
Claro que Juanes le canta a la paz mientras esta venga de la mano del Mesías reivindicador de las masas oprimidas por el comunismo criollo y el terrorismo internacional. Otro tipo de paz no puede ser bien recibida y menos si esa paz trae como consecuencia poner en raya a los acumuladores y latifundistas.
Lo bueno de que no dejen ir a Alvaraco a esos eventos es que los asistentes se encuentran un poco más seguros. Las fuerzas oscuras (camufladas en realidad) del régimen serían capaces de volar el estadio entero (sacando antes al Mesías, claro) con tal de mostrarle al mundo la amenaza terroristas de que es víctima Colombia. Si en Barranquilla le hicieron un atentado y apenas era candidato ahora que es Twice-A-President son capaces de volar medio continente con tal de presentarlo como un perseguido.
lunes 10 de noviembre de 2008, 18:21 COT
Bilioso:
Pues apenas hoy nos enteramos por boca del propio Twice-A-President (muy buen apodo) que el chistecito de ponernos a tiro de guerra con los gañanes vecinos no nos costó sino la friolera de CINCO MIL MILLONES DE PESOS ($5.000.000.000,oo) MONEDA LEGAL, que fue lo que le pagaron, si es que se lo pagaron, a un informante, si es que existe el informante, dentro del régimen Wild West en que vivimos. Para mí que detrás de esta feria de recompensas hay otra olla podrida y mucha tela que cortar. Paguemos impuestos, que con ellos Uribe hace un nuevo Baloto, y de golpe hasta una pirámide estatal.