Dolorosa decisión visitar el Museo de la Paz de Hiroshima
Estancias > Hibakusha ProjectPor Mainichi Shimbun
martes 6 de febrero de 2007 0:01 COT
(Publicado originalmente el 26 de enero de 2007)
El comentarista de béisbol Isao Harimoto (Takeshi Nishimura / © Mainichi Shimbun)
“De acuerdo, lo prometo. Entre hoy y el 6 de agosto voy a visitar el Museo Memorial de la Paz de Hiroshima”.
La promesa es de Isao Harimoto, un ex jugador profesional de béisbol de 66 años, quien actualmente es un comentarista del mismo deporte. Tenía cinco años cuando su hermana mayor murió en el bombardeo de Hiroshima. Por alguna razón, Harimoto nunca ha sido capaz de visitar el Museo de la Paz.
“Sería como volver a mí mismo cuando tenía cinco años”, dice. “Es aterrador”. Recuerdos horrorosos dejaron huella en su corazón de niño. Su temor de volverlos a despertar es comprensible.
En 1977, durante el descanso de la temporada de béisbol, se decidió a ir como fuera. “Si no voy”, se dijo a sí mismo, “lo lamentaré por siempre. No importa qué tanto miedo tenga, es algo que simplemente tengo que hacer”.
Pero a la entrada del museo, Harimoto no fue capaz de salir del taxi. Lo intentó de nuevo poco después de su retiro como jugador. Una vez más, las piernas le fallaron a la entrada.
¿Qué hizo que al final se decidiera? Una carta de una niña de escuela primaria.
En un artículo publicado en otoño en una serie anterior sobre los hibakusha, citamos a Harimoto diciendo “Detesto el 6 de agosto. Ojalá la ley pudiera cancelar el 6 de agosto para siempre”.
Una de sus lectoras fue Rikako Kajiwara, de 12 años, estudiante de sexto año en la Escuela Primaria Teruoka en Hita, prefectura de Oita.
“Hay muchas personas como yo”, le escribió, “que no conocemos el verdadero terror del bombardeo atómico. Por favor, no olvide el 6 de agosto, para que pueda contarnos la verdad sobre él”.
Cinco años antes, cuando Rikako estaba en segundo año, visitó el Museo de la Paz con sus abuelos. Las exposiciones la aterrorizaron tanto que tuvo que salir casi de inmediato. Entonces, el otoño pasado, su escuela fue de excursión al Museo de la Bomba Atómica de Nagasaki. Nuevamente, el temor la venció, aunque la visita sólo duró 10 minutos.
“Si un niño pequeño me pregunta ‘¿qué fue el bombardeo nuclear?’, tengo que contestarle”, escribió ella. “Quiero poder contarles acerca de sobrevivientes como usted, señor Harimoto”.
El rostro de Harimoto se cubría de ternura mientras hablaba. “Esa niña”, dice, “reunió valor y miró las exposiciones. Sentí como si algo me estuviera empujando hacia adelante. Me hizo darme cuenta de que yo y la gente cercana a mí no somos los únicos que han sufrido”.
No será fácil para él. Será doloroso. Pero esta vez, está decidido. Le hizo la promesa a la niña y visitará el museo.
Por Tetsuya Hirakawa, Mainichi Shimbun. Traducido del inglés por Julián Ortega Martínez
© 2007 THE MAINICHI NEWSPAPERS. All rights reserved. Reproduced under permission (Todos los derechos reservados. Reproducido con autorización).
MAINICHI DAILY NEWS http://mdn.mainichi-msn.co.jp/
martes 6 de febrero de 2007, 17:53 COT
Debe ser demasiado doloroso, pero lo peor que se puede hacer con el dolor es ignorarlo y mas cuando es el dolor es de un pueblo entero.
Buena idea para un museo en Colombia o una sala del museo nacional.
mircoles 8 de agosto de 2007, 09:35 COT
[…] que debía ver el museo de Hiroshima. Respondió la carta de la niña con la promesa de que lo […]
domingo 9 de marzo de 2008, 19:04 COT
[…] Dolorosa decisión visitar el Museo de la Paz de Hiroshima […]