Cuatro minutos

La cámara, furtivamente, se asoma a la cárcel. En una ventana descubre al guardián de turno. Luego se marcha en busca de la reclusa que se despierta. Con su compañera de celda colgada de una viga. Bueno, lo hizo primero, quizás piensa la chica. Pero el mundo sigue. Registra los bolsillos del cadáver y encuentra lo que busca, un cigarrillo que en Alemania o el Caribe sigue siendo “el pucho de la vida”. Lo enciende y espera con calma a que lleguen los guardias. La muerta ya no tiene prisa; Jenny, tampoco.

Así comienza Cuatro minutos (Vier Minuten, 2006), la ópera prima de Chris Kraus, que ganó los premios a mejor película y a mejor actriz (Monica Bleibtreu) en los Premios del Cine alemán, y otras distinciones en su recorrido por diferentes festivales del mundo.

Puede decirse que los herederos de Fassbinder, Herzog, Wenders, de aquel “nuevo cine alemán” que hace unas décadas deslumbró al mundo, hacen bien la tarea, buscando un nuevo espacio de honor en el cine contemporáneo.

Los de hoy son más íntimos, a veces conservadores o melodramáticos, incluso pecan en ocasiones de afectación, pero a su favor tienen que no le temen al pasado, lo esculcan, lo desarman, quieren entender el ahora, que a veces se les torna desconcertante. Regresan al Berlín de los ochenta para despedir a los viejos dioses (Good Bye Lenin de Wolfang Becker, 2003) o recuerdan la paranoia de la Stati, la omnipresente policía secreta de la RDA (La vida de los otros de Florian Henckel von Donnersmarck, 2006), o narran el retorno del idealismo antiburgués (Los edukadores de Hans Weingartner, 2004).

En Cuatro minutos Kraus amalgama el presente con el pasado remoto del nazismo, a través de la música. La cárcel funge como intermediaria entre dos mujeres que huyen del mundo, cada cual a su manera.

Jenny (Hanna Herzsprung), que apenas deja la adolescencia, quiere sepultar entre barrotes su niñez de concertista prodigio que reparte entre giras exitosas y las violaciones de su padre. Traude Krüger (Monica Bleibtreu), la anciana profesora de música clásica, se enclaustró entre las partituras luego de que los nazis mataran a su amante. Ella enseña hace mucho en esa prisión, pero jamás se había topado con un talento tan deslumbrante como el de Jenny.

Mujeres que luchan contra sus fantasmas para llegar al día siguiente. Quizás tiene razón Pérez-Reverte: las mujeres todavía son rehenes de los hombres y por eso sus peleas son a muerte, porque su lucha no es por la libertad sino por la simple necesidad de sobrevivir.

Jenny y Traude lo harán a su manera. La música será su instrumento.

Etiquetas: Alemania, Chris Kraus, cine, cine alemán, Hanna Herzsprung, Monica Bleibtreu, música

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