Creando bien a partir del mal (2 de 3)
Estancias > Hibakusha ProjectPor Mainichi Shimbun
domingo 5 de agosto de 2007 0:01 COT
(Publicado originalmente el 19 de julio de 2007)
La hibakusha Miyoko Matsubara habla con el redactor del Mainichi Daily News (MDN) Roger Hutchings en las afueras del Domo de la Bomba Atómica en el Parque Memorial de la Paz de Hiroshima en junio (© Mainichi Shimbun)
El día en que lanzaron la bomba atómica sobre Hiroshima, Miyoko Matsubara era una colegiala "movilizada" de 12 años de edad, trabajando en la construcción de cortafuegos mientras los niños más pequeños eran evacuados hacia la zona rural.
"Alguien dijo ‘puedo oír un B-29’. No había advertencia de un ataque aéreo, así que pensé que no teníamos nada que temer", me dijo en un inglés tranquilo y vacilante. "Pero cuando miré hacia arriba, pude ver una estela de vapor blanco, así que caí de bruces al suelo. Al mismo tiempo, escuché un rugido ensordecedor, y lo primero que pensé fue que el avión me apuntó a mí".
A apenas 1,5 kilómetros del epicentro de la explosión, ella se puso de pie para encontrar la ciudad destruida en un instante, su vestimenta quemada hasta los jirones de su ropa interior y la niña que estaba a su lado desaparecida sin rastro.
En los días siguientes, cicatrices de queloides le aparecieron en toda la cara y en las extremidades, y sufrió de enfermedades por la radiación –náuseas, fiebre y diarrea, entre otros síntomas– por siete meses hasta que pudo volver a la escuela.
Su hermano mayor, alcohólico y depresivo, murió después de la guerra, a la edad de 33 años, igual que su esposa, forzando a Matsubara a hacerse cargo de sus tres hijos. Sus padres sucumbieron ante el cáncer y la propia Matsubara salía y entraba del hospital con varias enfermedades vinculadas a la radiación.
La hibakusha Miyoko Matsubara habla con el redactor del MDN Roger Hutchings en las afueras del Domo de la Bomba Atómica en el Parque Memorial de la Paz de Hiroshima en junio (© Mainichi Shimbun)
Aun así, a pesar de todas las clases de sufrimientos que ha padecido por años, en persona Matsubara está poseída de una calidez y una generosidad de espíritu tal que oculta todas sus terribles experiencias. Después de la guerra, pasó varios años cuidando de niños huérfanos por la explosión en una iglesia local, y siguió promoviendo los esfuerzos contra las armas nucleares y contra la guerra en más de treinta países, hablando en escuelas, universidades y hasta en las Naciones Unidas. Incluso durante nuestra conversación, a pesar de hablar acerca de lo que son claramente dolorosos recuerdos para ella, cuando cambiábamos al japonés, su rostro se iluminaba y me bañaba de elogios por mi habilidad.
Y luego de conocer a varios hibakusha durante mi estadía en Hiroshima, lo que más me impactó fue que a pesar de la terrible tragedia personal que cada uno había padecido, siguieron llevando vidas productivas para ayudar a los demás.
El historiador local y hibakusha Shigeaki Mori es otro ejemplo de esto. Estudiante de 8 años en el momento del ataque, fue trasladado a otra escuela en el suburbio de Koi de Hiroshima y se convirtió en una de las dos únicas personas de su antigua escuela que sobrevivieron el bombardeo. Tras volver a las ruinas de su antigua escuela encontró, para su asombro, el cuerpo de un prisionero de guerra estadounidense entre los escombros cercanos.
El hibakusha Shigeaki Mori le explica el origen de un monumento conmemorativo dedicado a las víctimas extranjeras de la Segunda Guerra Mundial al redactor del MDN Roger Hutchings en un templo de Hiroshima en junio. (© Mainichi Shimbun)
Comenzó sus estudios hace treinta años, después de oírle a un antiguo vecino que la tripulación sobreviviente de un bombardero B-24 derribado durante un ataque en el cercano puerto de Kure había sido traída a Hiroshima apenas poco más de una semana antes del ataque. Confirmó que diez prisioneros de guerra estadounidenses –tripulantes de dos B-24 derribados, el Lonesome Lady y el Taloa– murieron en las ruinas de los barracones locales Kempeitai y luchó por su reconocimiento como víctimas de la bomba atómica.
Sus estudios sobre la actividad de los extranjeros alrededor de Hiroshima y de Nagasaki siguen hasta hoy día. Apenas hacer dos años, presentó el Pasillo Memorial Nacional de Nagasaki para las Víctimas de la Bomba Atómica con un retrato de un aviador británico que murió en el bombardeo allí, el cabo de la Royal Air Force Ronald Shaw, quien se convirtió en el primer incluido en la lista.
Lee Sil Gun, un hibakusha de ascendencia coreana, no es extraño a las dificultades aun antes del ataque. Después de que uno de sus compañeros de clase revelara su herencia coreana, el muñeco de entrenamiento usado en las clases de educación militar de su escuela fue tirado a la basura y su maestro lo obligó a ponerse una armadura en su lugar e instruyó a los otros estudiantes a atacarlo con trozos de bambú acolchados.
A pesar de este duro trato, tenía un fuerte sentido de la lealtad hacia el Imperio Japonés e iba camino a enrolarse en la Fuerza Aérea cuando terminó conversando con un compatriota coreano en una estación de tren, quien le contó de los beneficios potenciales de transportar arroz de los campos de la prefectura de Yamaguchi hasta Kōbe.
Lee iba de regreso hacia Kōbe al día siguiente de que la bomba cayó, cuando el tren en que iba fue detenido en Hachihonmatsu, al este de Hiroshima. Decidió continuar su regreso por las calles de Hiroshima y fue recibido por una escena de completa devastación.
El hibakusha Lee Sil Gun le cuenta su historia al redactor del MDN Roger Hutchings en su casa de Hiroshima en junio (© Mainichi Shimbun)
"Había pasado por allí el día anterior, y al otro día la ciudad se había ido", dijo, simplemente.
Después de la guerra, mientras otros coreanos celebraban la liberación de sus compatriotas en Japón, Lee, afligido por la depresión por la victoria de los Aliados, pasó su tiempo alcoholizado y en pequeñas riñas. Pero luego de su recuperación, en 1975 creó la Asociación de Hibakusha Coreanos en respuesta a la marginalización por parte de Japón de las víctimas de la bomba atómica no niponas.
- 1a. parte: Confrontando la realidad de la devastación atómica [22.07.2007]
- 3a. parte: Esperanza para una época en la que las armas nucleares ya no se usen [06.08.2007]
La historia de Lee fue la que dejó la mayor impresión en mí. Luego de haber sido perseguido por la mayor parte de su vida –como coreano y como hibakusha– pudo haberse aislado de la sociedad o haber tratado de vengarse por ello. Aun así este alegre viejo, que me invitó una cerveza con apenas diez minutos de conocerme, trabaja hasta el día de hoy luchando por una mejor suerte para los hibakusha de su tierra natal: el arquetípico héroe de clase trabajadora, hijo de inmigrantes que ha sufrido por buena parte de su vida antes de levantarse y propinar un golpe por su prójimo.
Algo más que descubrí fue que el deseo de salir y hacer el bien inspirado en tan horrible acto no se limita a aquellos con experiencia de primera mano de la bomba.
La fotógrafa Yoshiko Miyamoto le muestra algunas de sus fotografías al redactor del MDN Roger Hutchings en su casa de Hiroshima en junio (© Mainichi Shimbun)
La fotógrafa Yoshiko Miyamoto, de 32 años, se interesó en las actividades antinucleares mientras se encontraba en Escocia como estudiante de intercambio hace nueve años. La flota de submarinos nucleares armados con los misiles Trident se encuentra en la base naval Clyde, en la costa oeste de Escocia, haciendo de las armas nucleares un tema especialmente discutido allí. Miyamoto llevó de regreso su nueva postura antinuclear a su ciudad natal de Hiroshima, donde produjo un libro relatando las experiencias de sesenta hibakusha.
Me pregunté qué pudo haber sentido Miyamoto asistir a esta clase de protestas. Escenas de manifestantes esposándose a los camiones, cortándoles el camino mediante vallas y arrestados por la policía no son exactamente raras para un británico, en especial para uno que creció alrededor de Oxford, donde los manifestantes regularmente pelean mano a mano con la Universidad de Oxford por sus programas de experimentación con animales. Para alguien ajeno a esta clase de protesta activa, imagino que pudo ser bastante desconcertante, pero me complació silenciosamente oír cómo le respondía a un policía británico que trató de detenerla fotografiando una protesta.
A pesar de todo lo conseguido por estos hombres y mujeres, no obstante, estoy seguro de que cada uno lo cambiaría todo porque la bomba nunca hubiera sido lanzada en primer lugar, y yo estaría de acuerdo con ellos. Y luego de sólo unos pocos días en Hiroshima, estoy más convencido que nunca de la necesidad de luchar por el fin de las reservas nucleares del mundo, aun cuando a pesar de los grandes avances que se están haciendo en Corea del Norte, la proliferación parece estar a la orden del día.
El redactor del MDN Roger Hutchings observa un extraña lápida a la memoria de un marino británico que murió en 1909 en Kure, prefectura de Hiroshima, en junio (© Mainichi Shimbun)
Mi Gran Bretaña natal, nominalmente signataria del Tratado de No Proliferación Nuclear, no renunciará a su arsenal disuasivo nuclear por un largo tiempo, por lo menos hasta 2050. El 14 de marzo de este año, y a pesar de una rebelión al interior del oficialista Partido Laborista de Tony Blair, la Cámara de los Comunes aprobó un plan "esencial" de 20.000 millones de libras esterlinas para actualizar la flota submarina nuclear, no obstante el apoyo de la oposición.
Así que puede ser difícil reconciliar estos dos puntos de vista, especialmente desde que, para el hombre de la calle, el terrorismo ha reemplazado al punto muerto nuclear de la Guerra Fría como aquello que le quita el sueño, y al final, la única manera de que desaparezcan realmente no es encadenándonos a los camiones, ni siquiera contándole a la gente acerca del horror que pueden causar. Es asegurándonos de que nunca se vuelvan necesarias otra vez.
Por Roger Hutchings, Mainichi Daily News. Traducido del inglés por Julián Ortega Martínez
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domingo 5 de agosto de 2007, 22:26 COT
wow!…. Domo Arigatou por la informacion!
Pero no se porque es que la gente de “poder” como blair o
Bush no aprendieran algo de historia, Recuerdo bien que Maquievelo Decia que “Ningun gobernante que dejara su estado a manos de Mercenarios podra estar tranquilo” [Y sucedio lo del 11/9], y ahora el sr. blair con las bombas Nucleares…. Que mal…
Pero como bien lo dices la semilla del bien puede florecer en el mal… Esperemos que asi sea…
Saludos Ancestrales
lunes 6 de agosto de 2007, 09:20 COT
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