Contándole al mundo acerca de las víctimas de la bomba atómica
Estancias > Hibakusha ProjectPor Mainichi Shimbun
jueves 15 de febrero de 2007 0:01 COT
(Publicado originalmente el 31 de enero de 2007)
Masahito Hirose, a la izquierda, habla con estudiantes extranjeros en Nagasaki. (Noriko Tokuno / © Mainichi Shimbun)
Pocas personas visitan los sitios dedicados a la bomba atómica en Nagasaki en invierno, pero el 19 de enero Masahito Hirose, de 76 años, les mostraba a 12 estudiantes extranjeros de la Universidad de Nagasaki los restos de los edificios destruidos o dañados por el ataque. El día estaba extemporáneamente suave. La mayoría de los estudiantes eran chinos o surcoreanos.
En un momento se encontraron en los campos de la escuela primaria Yamazato. La mayoría de los niños que asistieron a la escuela el 9 de agosto de 1945 perecieron. Uno de cinco años de edad logró esconderse en un refugio antiaéreo y sobrevivió milagrosamente. “Él está todavía vivo”, les dice Hirose a los estudiantes, “pero nunca habla de esos días”.
Hirose, de 15 años en la época del bombardeo, se convertiría en profesor de inglés de secundaria. Sus habilidades con el idioma le hicieron un vocero internacional ideal para los hibakusha y con frecuencia viaja al exterior a hablar de sus propias experiencias.
La primavera pasada, por invitación de la Sociedad de Cultura Japón-Francia, estuvo en este último país, dando charlas en escuelas y en otros foros.
Las preguntas fluyeron una tras otra.
P: “¿Cuándo se dio usted cuenta por primera vez del peligro de la radioactividad?”
R: “En esa época no teníamos idea alguna de ello. Había rumores de que la bomba de Nagasaki había lanzado gas venenoso”.
P: “¿El gobierno japonés apoya sus discursos públicos?”
R: “No. Si acaso, una vez trató de disuadirnos de hablar en las escuelas”.
Algunas preguntas tocaron temas delicados como, por ejemplo, “¿Por qué Japón no se rindió sino cuando el país fue reducido a un páramo quemado?” Hirose las enfrenta con aplomo y consideración. Él cree que el camino a la paz se allana con franqueza.
Le hubiera gustado visitar a continuación el Reino Unido, donde la oposición se está organizando contra el rearme pendiente de submarinos con misiles balísticos Trident. “Pudo ser una buena oportunidad”, razona él, “para romper la cadena global de armas nucleares”.
Pasó las fiestas de año nuevo en compañía de sus seis nietos. “No hay felicidad más grande que esta”, dice, con brillo en los ojos. Para Hirose, la paz doméstica es un símbolo radiante de la paz mundial.
Por Kenji Shimizu, Mainichi Shimbun. Traducido del inglés por Julián Ortega Martínez
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