Claudia López y la libertad de expresión
Estancias > Primera planaPor Marsares
martes 20 de octubre de 2009 20:53 COT
¿Puede un columnista criticar el medio para el cual escribe?
Por supuesto que sí. Aunque hay medios que prefieren el unanimismo, o los matices para no pecar de intolerantes, e incluso contradictores, pero sin pasarse de la raya, lo saludable es poder brindar en sus páginas variedad de pensamiento con el fin de proporcionar a los lectores suficientes elementos de juicio que les permitan llegar a conclusiones propias.
El caso de Claudia López es ilustrativo de hasta dónde puede llegar un colaborador en su afán por brindarles mejores y más claras perspectivas a sus lectores que, al final, es lo único que debe importar a un periodista, sin caer en la irresponsabilidad, el afán de figurar o la superficialidad de los argumentos.
¿Cuál fue el pecado de Claudia López, para haber merecido no sólo una respuesta agresiva e intolerante de sus jefes, sino su salida destemplada de El Tiempo? Demostrar, con argumentos juiciosos, que el periódico estaba perdiendo su objetividad periodística al manipular hechos noticiosos para favorecer a Juan Manuel Santos, posible candidato a la presidencia de la República.
Claudia López no se va por las ramas. Muestra cómo un foro del diario fue manipulado hábilmente para llegar a una pregunta sesgada que dio lugar a una conclusión sin sostén alguno, dejando al descubierto que la intención no era ahondar en el escándalo sino extraerle consecuencias políticas artificiosas tendientes a favorecer al miembro de su clan.
Un escándalo, el de Agro Ingreso Seguro, lo presenta a discusión en el foro para que muestre la debilidad de Árias, lo que lleva al periódico a concluir en un artículo de aparente análisis que esto fortalece a Santos, lo que no es cierto ya que ni siquiera es candidato, y dado que la “U” es el partido que impulsa el referendo, el candidato real sería Uribe, aparte de que no menciona a Noemí Sanín que si está en campaña y es contendiente directa de Arias..
La conclusión es demoledora. Advierte que la calidad periodística del diario esta cada vez más comprometida por el conflicto de intereses entre lo comercial (ganarse el tercer canal) y lo político (“cubrir al Gobierno que otorga el canal y a su socio en campaña”) y lo periodístico.
¿Estará hilando delgado Claudia López? ¿En verdad se está tratando de favorecer a Juan Manuel Santos, miembro de la casa periodística? El análisis es contundente y salvo mejores argumentos, la conclusión es válida. La sangre tira, dice el refranero popular, y en este caso, tironea con fuerza, y preocupación si se tiene en cuenta que las encuestas ya no dan tan claro ganador a Juan Manuel.
¿Su socio mayoritario está metido en este enredo? Quizás no. Son pequeñeces internas que los españoles miran como diabluras, con derecho a redención. De todas formas, la respuesta agresiva e intolerante de El Tiempo rompe su aparente ecuanimidad y muestra una catadura de picapleitos energúmeno que no le hace ningún bien. ¿Disentir es calumniar, argumentar es ser malintencionado y enhebrar argumentos es una falsedad?
Claudia López ganó una batalla al desnudar ante propios y extraños no sólo las encrucijadas que se viven al interior del diario con mayor tiraje de Colombia, sino la intolerancia de un diario que se precia en defender el ideario liberal pero que con el correr de los años y la contaminaciòn reinante ha terminado por adoptar el autoritarismo, tan en boga en las conciencias y bolsillos de los autodenominados salvadores de la patria.
El Tiempo, como se ve, también es pasión, como la patria oscura propiedad del presidente Uribe.
jueves 22 de octubre de 2009, 22:29 COT
Tal como le mencioné a Julián, cuando tocó el tema en Facebook, lo de El Tiempo es reprochable, pero a ningún dueño de empresa le gusta que sus propios empleados, (así en el caso de López y otros columnistas, no seas de planta), hablen en contra de su empresa, sino que lo digan los señores de El Espectador cuando echaron como perros a Karl Troller a a Eduardo Arias por burlarse de los costeños en unas caricaturas de una edición dominical, en 1992, haciendo que se “delicaran”, algunas vacas sagradas de la pesada de la redacción de la costa, como Antonio Andraus Burgos, Rufino Acosta y la difunta “cacica” Consuelo Araújo. Al día siguiente de la publicación, echaron a Troller y a Arias.
jueves 22 de octubre de 2009, 23:31 COT
Este caso me hace recordar el sucedido esta semana en la W Radio, cuando una de sus periodistas cuestionó un producto de AVON y esta firma de inmediato retiró toda la publicidad que estaba programada con esta emisora.
Un abrazo!
mircoles 28 de octubre de 2009, 20:18 COT
[…] Claudia López y la libertad de expresión equinoXio – PeopleRank: 1 – 21-10-2009 … El caso de Claudia López es ilustrativo de hasta dónde puede llegar un colaborador en su afán por brindarles mejores y más claras perspectivas a sus lectores que, al final, es lo único que debe importar a un periodista, sin caer en la irresponsabilidad,… + vota […]
jueves 29 de octubre de 2009, 14:25 COT
Como siempre, equinoXio pretendiendo que no se dan cuenta que El Tiempo es el diario oficial de la narco-dictadura paramilitar, ahora sorprendidos porque el diario tiene actitudes smilares a las del narco-dictador y jefe supremo de los paramilitares, el enano griton Alvaro Uribe.
martes 16 de marzo de 2010, 18:05 COT
No creo que claudia no supiera hasta donde la sartén puede golpear, lo que si creo es, que a pesar de la seguridad en el hecho de poder recibir el golpe, abrió la puerta en este país al reclamo razonable sin los prejuicios reactivos y consecuenciales que implican las valerosas respuestas a acciones cotidianas de sumisión. Es conveniente replantear el papel que cada cobarde desempeña en una sociedad máxime cuando la carga de su accionar la oímos todos, la leemos todos, la cargamos todos. A muchos se les olvida que su poder está cifrado en la posibilidad de que los demás, despreciados, permitan su existencia y no en su monumento real creación. Un periódico es precisamente el resultado de que existan lectores y no al revés. No vuelvo a comprar el tiempo pues, lo que me apetece leer ya no figura en sus páginas.