Bogotá, de hecatombe en hecatombe
Estancias > Primera planaPor Sentido Común
mircoles 7 de noviembre de 2007 1:00 COT
De unos días para acá, Bogotá ha vivido conminada por variadas hecatombes. La primera se originó tras el rotundo triunfo del Polo Democrático Alternativo sobre el candidato del señor presidente Uribe, Enrique Peñalosa, quien era apoyado además por el Partido Liberal, la U y Cambio Radical. La principal manifestación del fenómeno se vivió en los corredores de Palacio, donde Uribe debió permanecer atrincherado, mientras pensaba en la salida de la encrucijada planteada por una eventual pérdida del poder en 2010. Un fuerte brote en el rostro, vómito sangrante y una acidez tenaz forzaron al presidente a echar un reversazo en su negativa a aportar billete para el Metro de Bogotá, y respaldar con ello al candidato que según él, compra votos y es apoyado por el terrorismo.
No bien había pasado la tormenta, cuando el sábado se desató una granizada de padre y señor, la cual taponó los desagües de la 26 y originó el naufragio de innumerables vehículos subacuáticos. Techos enteros cayeron con el peso del hielo y en grandes aprietos se vieron los bomberos para desleír los inmensos bloques de hielo que cubrieron buena parte de la ciudad, especialmente en los sectores donde viven los votantes que apoyaron al Polo.
El domingo correspondió la faena a la inundación por sobre lluvia. De Usaquén hacia abajo corrieron con furia las bravas aguas, que pronto inundaron cuanto garaje encontraron en sótano o semisótano.
Para rematar, el martes se presentó una espeluznante ventisca, cercana a un huracán o ciclón, que desprendió de raíz buena parte de los techos de casas y edificios, con énfasis en locales destinados a la compraventa, no de votos, sino de carros, los que resultaron seriamente averiados.
Pueda ser que estos fenómenos paranormales no sean el inicio de una hecatombe total, que arrase como no lo hizo el falso terremoto de hace algunos días, la ciudad de cabo a rabo. Afortunadamente existe Uribe, único ser vivo capaz de salvar a la ciudad de tanta amenaza y tanta plaga.
jueves 8 de noviembre de 2007, 11:49 COT
Es que mi Diosito no castiga ni con palo ni con rejo. Quién los manda a votar por ateos, y no por miembros del Opus Dei… ah, verdad que esta vez no había ningún candidato de esos castos y rezanderos. Sólo uno apadrinado por la gente de bien. Ahí tiene, ciudád de impíos.
jueves 8 de noviembre de 2007, 13:41 COT
Parece que ahora sí viene el terremoto, castigo de Dios, claro