Bad Guy, nuestro lado oscuro
cine > Cineclub > EstanciasPor Marsares
mircoles 11 de febrero de 2009 15:13 COT
Un chulo prostituye a una colegiala, tejiendo una historia de degradación y dolor que no habría sido posible si la soledad del uno no se hubiera convertido en la compañera del otro.
El cine coreano, como en general el asiático, no deja de sorprender. Un sector ha optado por alejarse de los finales felices y de la truculencia artificial que sólo busca atrapar espectadores; los orientales les apuestan a historias sin maquillaje, donde perder es una opción válida de vida.
Bad Guy (Nappeun Namja, "Un mal tipo", 2001), del coreano Kim Ki-Duk, es un buen ejemplo. Después de La isla, que lo proyectó internacionalmente, en esta cinta continúa recreando su propio universo de oscuridad, con la lluvia atosigante, calles de abalorios, interiores sombríos, colores desteñidos, donde la desesperanza es la regla del juego.
La historia comienza en un día soleado. Una colegiala, Sun-hwa (Seo Won), sentada en una banca del parque, espera impaciente a su novio. Cerca pasa Han-Gi (Jo Jae-hyeon), al que le atrae su belleza. En esos momentos llega el novio, pero cuando están por marcharse, Han-Gi, sorpresivamente, la besa con intensidad, en una larga secuencia que muestra al novio tratando inútilmente de separarlos.
Este interminable beso resume la personalidad de Han-Gi y le fija sus dimensiones a la historia. Es un transgresor que toma lo que quiere. Por eso, luego de ser rechazado por los curiosos y golpeado por tres militares que lo quieren obligar a pedirle disculpas a Sun-hwa, días después le tiende una trampa que la obliga a prostituirse.
A partir de allí la zona de tolerancia será el nuevo mundo de la muchacha, dotada de reglas que deberá obedecer si quiere sobrevivir. Han-Gi como “chulo”, su “Chulo”, es su dueño, en este mundo no hay salida posible, y las mujeres no son más que objetos sexuales que producen dinero.
Una escena demuestra la crudeza de estos códigos. Resignada a su suerte, la adolescente solo pide un favor. Quiere perder la virginidad con su novio. El “chulo” acepta y arregla el encuentro en un carro. Pero el novio se desconcierta ante el pedido de la muchacha y vacila. Esto saca de quicio a Han-Gi, que los observa desde lejos y lo saca a golpes del auto. Las mujeres sólo sirven para el sexo y por eso, cuando se presenta la oportunidad se les posee sin miramiento alguno. El amor, por lo menos, como lo entendemos nosotros, no existe.
Quizás por eso el chulo jamás la toca y sólo le hace una vez el amor con la eyaculación precoz del impotente. Pero Han-Gi no es una roca. Y la grieta la muestra cuando busco refugio en la cama de Sun-hwa, pero sólo para dormir a su lado. Conmueve la indefensión del chulo. Mientras él duerme en posición fetal, ella, sentada en el piso, con la cabeza recostada en el lecho, hace lo propio.
La luz de la escena sólo cubre al hombre. Lo demás permanece en la penumbra. De esta manera la prostituta pasa a ser un objeto más de la estancia, una simple esclava que apenas alcanza a la categoría de cosa.
Personajes oscuros como los de Dostoievski, sin posibilidad de escapatoria, degradados al límite, carentes de autoestima, profundamente solos, autodestructivos por naturaleza, apenas un papel arrugado en el piso, a merced del viento, como aquella escena de American Beauty. En palabras del director, quería mostrar cómo una vida perfecta puede ser cambiada de un momento para otro. Mejor aún, “en esta película he querido mostrar el destino, detrás de este evento”, arguye.
Bad Guy no es una película que pase desapercibida. Durante su estreno en 2001, causó una honda polémica por la crudeza del argumento. Quizás porque las almas pías no aguantan verse en el espejo. Es que algo de nosotros hace parte de los personajes, pues a la larga no somos más que simples humanos, a pesar de nosotros.
mircoles 11 de febrero de 2009, 19:32 COT
Impactante y cruel Kim Ki-Duk al mostrar otra faceta de la vida. Total de degradación de la mujer.
Los orientales siguen cosechando triunfos y tú Marsares como cinéfilo, eres valioso.
Un abrazo!