Altas y bajas de las eliminatorias

Ha terminado esta primera etapa de la ronda clasificatoria rumbo al Mundial Sudáfrica 2010, con un balance muy alentador para Colombia, en comparación con las dos eliminatorias anteriores, y en donde se han presentado sorpresas y decepciones.

Lo positivo

En términos generales, el buen espectáculo ha sido la nota predominante en estas cuatro jornadas. Salvo bodrios como el Perú-Paraguay de la primera fecha y pasajes soporíferos del juego Colombia-Venezuela de la tercera fecha, los espectadores han visto grandes encuentros, plenos de emociones, y claro está, goles.

Quizá los mejores partidos en lo que va de la eliminatoria tuvieron lugar en las dos fechas más recientes. Los cotejos Uruguay-Chile, del domingo pasado y Colombia-Argentina del martes, se llevan las palmas en cuanto a la calidad de juego que quiere ver el aficionado raso, lejos de los esquemas tácticos y de las estrategias de pizarrón. En el primero, no había que esperar mucha técnica entre charrúas y australes, porque tradicionalmente no ha sido su estilo. Ellos toda la vida han compensando la falta de fútbol preciosista, con despliegue físico, lucha y entrega desde el pitazo inicial hasta que se van a los camerinos. Marcelo Salas, como en sus mejores tiempos en la U. de Chile y en River Plate, lideró al conjunto de la estrella solitaria y poco faltó para que lograran una victoria que a lo mejor merecían más que los uruguayos, pero éstos, fieles a su garra, con la que no dan nunca un balón ni mucho menos un juego por perdido, no solamente alcanzaron el empate in extremis, sino que estuvieron a punto de lograr el 3-2 en el tiempo de reposición. Al final, el empate dejó contento a todo el mundo.

Colombia y Argentina también deleitaron a los aficionados. El gol de Messi, amén de ser fruto de un descuido de la defensa colombiana por dejar cobrar a riesgo, es una jugada de colección, en la que el joven y habilidoso integrante del Barcelona se llevó él solo a toda la zaga cafetera y prácticamente “fusiló” a Agustín Julio, que nada tuvo que hace para detener el tiro de zurda del argentino que acabó con su invicto de goles en contra. Y por supuesto, el golazo de Rubén Darío Bustos es otra joya desde todas las cámaras con las que fue enfocado y todos los elogios son merecidos para este eximio ejecutante de la bola quieta, digno heredero de la tradición de Jerson González.

Hay que hacer una mención especial para dos conjuntos: Venezuela y Paraguay. Los del seleccionado vinotinto están comenzando a cosechar los frutos de la continuidad del trabajo del médico Richard Páez. Un país tradicionalmente beisbolero, como es el de nuestros vecinos, ha ido ganando terreno en el fútbol y hoy por hoy, en la mayoría de los encuentros disputados, la nómina patriota ha estado integrada en un 99 por ciento por jugadores que militan en equipos extranjeros. Muy seguramente, los venezolanos no alcanzarán a clasificar al mundial, pero van a dar la pelea y se les van a atravesar en el camino a los del lote que persigue a brasileños y argentinos, cuya clasificación se da por descontada.

Paraguay ha demostrado un fútbol contundente que lo tiene en el liderato de la tabla de posiciones. Además, los paraguayos se han olvidado, al menos en gran medida, de poner el juego fuerte y malintencionado por encima de lo demás. Sin ser estéticamente una maravilla, ahora se dedican más a jugar que a partirles las espinillas a los rivales. La figura de Salvador Cabañas emerge como la principal arma ofensiva de los guaraníes del Tata Martino. Cabañas demuestra un nivel idéntico en la selección paraguaya en comparación al que exhibe con el América de México, flamante finalista de la Copa Suramericana y favorito para imponerse en este certamen de clubes. Después de Argentina y Brasil, Paraguay es el llamado a ocupar la tercera plaza de los equipos de la Conmebol que irán a Suráfrica.

Lo negativo

Al principio decíamos que en términos generales el espectáculo ha sido bueno, y por primera vez en mucho tiempo no hemos mencionado a Brasil como protagonista de al menos un partido con fútbol agradable a la tribuna. Los auriverdes nos han malacostumbrado y cuando no muestran su “jogo bonito”, nos parecen horribles. Pero, y como hemos sostenido hasta el cansancio, jugar feo no necesariamente significa jugar mal. Han obtenido resultados normales. Le ganaron en casa a Uruguay y a Ecuador y empataron sus dos juegos de visitante ante Colombia y Perú. Tienen la media inglesa perfecta, pero eso no es suficiente cuando se tiene a Ronaldinho, Kaká, Robinho y demás estrellas brasileñas que en sus respectivos clubes hacen diabluras cada fin de semana. Siempre se espera que Brasil no solamente gane sino que brinde espectáculo y por eso luce tan opaco, como una mujer bella que en vez de estar maquillada, peinada y con tacones, aparece con rulos, mascarilla y en chancletas.

Ecuador es la gran decepción de estas eliminatorias. Goleado dos veces, derrotado en casa por los venezolanos y con la evidencia de que las vacas sagradas del equipo le montaron sindicato al técnico Suárez para sacarlo, los de la mitad del mundo, junto con Perú y Bolivia, tienen hasta ahora el puesto que se merecen, y a no ser que medie un cambio estructural profundo en estos tres equipos, de ahí se nutrirán Colombia, Uruguay y hasta Venezuela para sacar puntos y ampliar hasta donde puedan su diferencia de goles.

Chile tampoco convence. Si bien protagonizó un gran partido ante Uruguay, literalmente la embarró al caer goleado en Santiago ante Paraguay. Parece que Bielsa no tiene completos a los jugadores que necesita o que están completos pero no le entienden lo que él quiere hacer en el terreno de juego. Los australes tendrán que cuadrar caja en sus dos próximos partidos ante Bolivia y Venezuela en junio, porque en la fecha siguiente, en septiembre, jugarán de visitante en Brasil, en donde así le griten “burro” a Dunga, son muy pocos los que han logrado siquiera traerse un punto.

¿Y Colombia?

Pinto muestra unas cifras que ponen en vergüenza a García y a Maturana, pasando la mirada en la cuarta fecha de las anteriores eliminatorias. Para los siguientes tres juegos, dos de visitante con Perú y Ecuador y uno de local ante Uruguay, el técnico nacional debe superar la falta de gol del combinado patrio. A estas alturas, nuestro goleador es un lateral derecho, con dos tantos. Y así se le salga el santandereano a Pinto cada que la prensa le señala su demora en hacer los cambios, es algo que no puede seguir ocultando. Se ha demostrado ya que los mediocampistas que deben ir desde el arranque son Freddy Totono Grisales y Macnelly Torres. Ponerlos en el segundo tiempo es regalarle medio partido al rival. Ferreira tiene un tanque muy pequeñito y si acaso se puede pensar en utilizarlo al final de los partidos para que entre a enfrentar defensores cansados y se los lleve con su velocidad y gambeta. A Aldo Leao le ha quedado grande la camiseta de la Fedefútbol y no ha entregado ni la mitad de lo que rinde con la verde y blanca a rayas del Atlético Nacional.

Es hora de volver a convocar a Giovanni Hernández, y arriba, si nuestros delanteros siguen con el arco cerrado, no se olviden de que Sergio Galván Rey aunque no nació aquí, ya es tan colombiano como el ajiaco, el sancocho de gallina y el sombrero vueltiao. Otro que merecería una oportunidad, y ante la floja presentación del lateral izquierdo Estiven (sic) Vélez, es Vladimir Marín, figura del Libertad de Asunción.

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