Alemania, del cielo al infierno con Serbia
Estancias > Primera planaPor Marsares
sbado 19 de junio de 2010 11:47 COT
Italia, España, Francia, como un dominó fatídico, uno a uno van cayendo. Europa se conmueve. El turno ahora es para Alemania cuyo verdugo lo encuentran en los Balcanes, la tierra de la inestabilidad milenaria, en las piernas de los serbios, un pueblo que ha sufrido el yugo militar y político de los germanos y también ha contribuido a sus derrotas. El fútbol no es sino otro capítulo de esta historia de intrigas y pasiones.
Alemania no es el mismo de su primer partido. Es cierto que mucho va de Australia a Serbia, cuyos jugadores, desde que hacían parte de la extinta Yugoslavia, siempre aportaron al fútbol técnica y derroche de energía. Pero Alemania, igual ha mostrado que la nueva generación, proveniente de los sub-20, coge el relevo con propiedad encabezada por Özil, sangre fresca que renueva los antiguos genes arios, mezclándolos con otomanos y latinos.
Pero los Serbios hacen bien su trabajo. No plantan una defensa de forma grosera como Grecia, o de cuartel como Corea del Norte, ni asfixiante como Dinamarca. Ajustan las marcas, estudian al rival y comienzan a controlarlo no sólo físicamente sino buscando el desborde por las bandas, con centros que pueda capitalizar su gigante (2,02m) Zigic, al tiempo que sus rivales hacen lo propio con Klose.
Alemania queda maniatado en el medio campo y las ideas se pìerden entre un cerco de piernas en torno a Öxil, que poco puede hacer para escapar del encierro. Pero un encuentro árido en emociones cambia de curso al minuto 37. Klose es expulsado al recibir su segunda tarjeta amarilla y un minuto después, Serbia realiza una jugada que repiten varias veces durante el encuentro. Desborde, centro a Zigic en busca del cabezazo oportuno, para meterla en la red o para servirla. Esta vez se les da y se produce el gol que al final sentenciaría el partido.
Expulsión de uno de sus pilares y un gol en contra ponen a Alemania en cuidados intensivos. No obstante, en el segundo tiempo tratan de mejorar las cosas y Özil se echa el equipo al hombro y con pases inteligentes que recuerdan a Mathaus, trata de que Podolski, haga una de las que sabe hacer. Pero estos son los juegos en que por alguna extraña razón, todo se les niega a los perdedores. Podolski insiste una y otra vez, pero la pelota no entra. Y para colmo de males, un penalti que hubiera podido cambiar el partido, el propio Podolski lo yerra. Apague la luz y vámonos.
Incluso, como no hay nada malo que no sea susceptible de empeorar, Serbia se acerca al segundo gol. Al minuto 66 un palo le niega sentenciar el partido. Pero ya cerca del infierno sólo falta terminar de empedrar el camino y Joachim Low lo hace con esas buenas intenciones que son el camino más expedito para llegar a su puerta, abrirla, y entrar a empellones. Es que no es fácil que a uno le pongan la zancadilla cuando está en la cumbre; se pierde la perspectiva.
Saca a quien tiene las ideas (Özil) buscando un delantero que desequilibre. Cacau es el escogido y se reza la novena completa para que rastrille el campo en busca de la chispa genial. Müller también paga el cambio de estrategia y es sustituido por Marín, cuyo juego rápido y capacidad de desborde, puede contribuir a fortalecer las bandas y generar nuevas oportunidades de gol. Eso en teoría suena bien, pero con la salida de Özil se acaban las ideas y así Cacau y Marin traten, si no hay quien construya, mucho menos habrá quien finalice, salvo una jugada fortuita o genial, pero ya se sabe, cuando se va cuesta abajo no hay barranco que ataje.
De ahí en adelante el monólogo es para Serbia que domina el partido a su antojo. Podolski a estas alturas sigue insistiendo, con la terquedad del que quiere romper el cántaro a las físicas patadas, pero ni eso. Siete remates, siete frustraciones. Los últimos minutos ven a una Alemania desconcertada, arando en el desierto, mirando la comedia del absurdo rodar con ella como protagonista. Ionesco estaría complacido.
Muchas veces se enfrentarán en el futuro y quizás vuelva a ganar Serbia una de ellas, pero Alemania triunfará en el resto porque tiene uno de los mejores equipos del mundo. Infortunadamente, en este torneo corto, donde los imponderables hacen su agosto, le tocó perder esta vez. Alemania está para cosas grandes. Esto no fue más que un accidente, doloroso, pero tan solo un accidente en su camino al título que seguramente disputará contra Brasil, la fiera Argentina o quizás la impredecible España.
La mesa está servida para el banquete, aunque las entradas han sido de una pobreza franciscana tal, que ya los comensales miran con desconfianza la cocina. A estas alturas, ¿si habrá plato fuerte?
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Partido del grupo D, disputado en el estadio Nelson Mandela de Puerto Elizabeth ante unos 40.000 espectadores.
Alineaciones:
Alemania
Manuel Neuer; Lahm, Mertesacker, Arne Friedrich, Holger Badstuber (Mario Gómez, m.77); Mesut Ozil (Marko Marin, m.71), Bastian Schweinsteiger, Sami Khedira, Thomas Müller (Cacau, m.70); Miroslav Klose y Lukas Podolski.
Serbia
Vladimir Stojkovic; Branislav Ivanovic, Neven Subotic, Nemanja Vidic, Aleksandar Kolarov; Milos Krasic, Milos Ninkovic (Gojko Kacar, m.70), Zdravo Kuzmanovic (Radosav Petrovic, m.75), Dejan Stankovic, Milan Jovanovic (Danko Lazovic, m.79); Nikola Zigic.
Goles: Jovanovic de Serbia (m.38).
Árbitro: Alberto Undiano Mallenco (España).
Tarjetas: amarillas a Klose (2, la segunda en el m.37, expulsión), Khedira, Lahm y Schweinsteiger por Alemania, y a Ivanovic, Kolarov, Subotic y Vidic por Serbia.
sbado 19 de junio de 2010, 11:52 COT
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domingo 20 de junio de 2010, 23:33 COT
En los tiempos de la Cortina de Hierro, las selecciones de la difunta Yugoslavia tenían como base al Estrella Roja de Belgrado, un club que se caracterizó por plantarle cara a sus pares de Europa occidental. Este combinado serbio ha sido un digno heredero de esta tradición. De seguro estarán en octavos, y todo lo que consigan de ahí en adelante, será ganancia.