También la lluvia
cine > Cineclub > EstanciasPor Marsares
jueves 30 de octubre de 2014 15:52 COT
Quizás ya no existan los arcabuces, ni los feroces encomenderos sin dios ni ley imponiendo su voluntad, ni siquiera los taínos de Quisqueya, ni sus paisajes, ni el sabor a tierra propia… quizás se han ido todos, como un día lo hicieron los virreyes de naftalina, expulsados de estos dominios que jamás los aceptaron… quizás nunca vuelvan…
O tal vez sí… pues como lo dijo T. S. Elliot, “El tiempo presente y el tiempo pasado están quizás en el futuro y el futuro en el pasado”, y la puerta de entrada sea este presente de ficción: una productora quiere hacer una película sobre la verdad tenebrosa de Cristóbal Colón y escoge la ciudad boliviana de Cochabamba por su mano de obra barata que permite ahorrar costos.
Sobre esta idea se escenifica “También la lluvia” (2010) de la directora española Icíar Bollaín, y comienza con la llegada a Cochabamba de Sebastián (Gael García Bernal) el joven director de la película, y Costa (Luis Tossar), el productor que la quiere hacer realidad, pero una revuelta popular amenaza con echar al traste la filmación. Es “la guerra del agua” del año 2000, que los cochabambeños libran contra los extranjeros que quieren privatizarla.
Pero más allá de los enfrentamientos que incendian la ciudad, el equipo de filmación tiene un problema mayor. David (Juan Carlos Aduviri), el protagonista de la película, es uno de los líderes del levantamiento. Golpeado, encarcelado y liberado a instancias de Costa, promete aislarse del movimiento por tres semanas que es lo que se requiere para terminar de grabar las escenas.
Bollaín quiere apostarle al eterno presente en esta quinta película suya, para demostrar que cinco siglos no bastan para cambiar las cosas. El pretexto es la Bolivia pobre y atrasada de fines del siglo XX, en la que pervive la población indígena y continúa la lucha contra el opresor disfrazado de multinacional.
¿Dónde está la ficción y dónde la realidad? Bollaín juega con el concepto y en este punto es interesante el papel de las mujeres, no sólo en el levantamiento contra los gringos sino en la propia película, negándose a representar el legendario ahogamiento de los bebés taínos para evitarles la esclavitud española. La lucha por la vida no se abandona ni siquiera en la imaginación.
“También la lluvia” continúa su culebreo entre la devastadora conquista y la nueva rebelión que crece en las calles y se enfrenta a la represión del gobierno de Hugo Bánzer. En la película de Sebastián, Daniel es quemado en la hoguera por levantarse contra el dios ajeno y el rey fantasma que veneran sus enemigos. Cuando termina de grabarse la escena llega la policía por él; debe pagar con cárcel sus actos subversivos.
El presente avasalla. No sólo el equipo de filmación huye de Bolivia; igual lo hace la transnacional ante la presión popular. “También la lluvia” nos queda como una reflexión para entender lo que hoy vive Bolivia, con un indígena como presidente de la república que acaba de ser reelegido por abrumadora mayoría.
Un homenaje a las derrotas del ayer que fermentaron las victorias del hoy. La ficción dentro de la ficción retrata la realidad, singular paradoja que puede verse este jueves dentro del ciclo “Viajes por la memoria” que en octubre se proyecta en la Biblioteca Virgilio Barco.