Guiomar y las otras mujeres de Rubem Fonseca
Especial Día Internacional de la Mujer 2009Por Marsares
domingo 8 de marzo de 2009 4:02 COT
Dicen que los padres deben enseñarles muchas cosas a sus hijos, incluyendo la de escoger mujer. Uno de ellos, con la sabiduría a cuestas, le advierte a su hijo: “cuando vayas a elegir mujer, elige a una que sepa lavar, planchar y cocinar”. Pero el viejo no conocía a Guiomar, o por lo menos no a una como Guiomar. Como lo imaginarán, su vástago no pudo atender con presteza los consejos de su padre. ¡La razón? Muy sencilla:
“Nunca pensé que tirar fuera algo tan estupendo. Si quisiera contar cómo fue mi primera experiencia como Guiomar, tendría que ser un escritor de esos que escriben libros enormes, llenos de páginas”.
Creo que con eso está dicho todo y la razón muy clara del porqué no la mandó “al carajo” cuando le confesó desde un principio que sus conocimientos culinarios se limitaban a preparar sopas de sobre. Como Guiomar nunca aprendió, él lo hizo por ella. Estaba enamorado. Por eso, cuando Guiomar se va a trabajar, él se queda lavando, planchando y cocinando.
“Mi padre no sabe nada de esto. Si lo supiera me mata. Ayer el viejo me dijo, un domingo de estos voy a almorzar a tu casa con mi amiga. Puta mierda ¿cómo voy a salir de este lío? No quiero matar al viejo de disgusto”.
Guiomar es uno de los veintisiete cuentos que Rubem Fonseca escribió para aproximarse al mundo femenino. Allí encontramos a Selma y Alice que toman lo que quieren, y a Raimundiña, que no le importa mantener a su hombre, “porque Jeferson había sido bombero electricista, y sabía hacer cosas que las mujeres no sabemos hacer”.
Fátima Aparecida, en cambio, es una mendiga alcohólica que se rehabilita para regresar con su hijo, “Pero el hijo y la mujer del hijo de pidieron que no volviera más por allí. Tampoco volverá Lauriña a su casa. Después de su muerte, su padre y su tío atraparon a Duda, el violador:
“Desnudamos a Duda y lo atamos a la cama, las piernas y los brazos bien abiertos.
Pusimos los cuchillos sobre la mesa de noche.
(…)
Yo corto y tú cauterizas”.
Otras mujeres son brutalmente golpeadas como Jéssica o no tienen escrúpulos como Beliña:
“Ella se levantó de su poltrona y se sentó a mi lado, en la cama. Quiero que mates a mi padre.
Me quedé callado. Matar al padre, mierda, uno puede matar a todo el mundo, menos a su padre y a su madre”.
También las hay para las que matar es un oficio. Pero Olivia es una novata que no pasa la prueba, porque la víctima es un viejo sicario con muchas mañas, y le devuelve el favor, pero esta vez de verdad:
“Pero me vas a matar ¿no es así?, dijo ella.
Era nueva en el ramo pero conocía las reglas del juego.
Si, como una advertencia, un aviso. Es necesario. ¿Lo entiendes?”
Lo entiendo”.
Ejecutivas frías como Miriam también las encuentra Fonseca escarbando en su Caja de Pandora brasileña, al igual que mujeres heridas en su amor propio como Helena, o tan sinceras como Francisca: “No hay mujer que no sueñe con matar al marido. También yo tenía ese devaneo, pero se convirtió en una determinación realista”.
- Faldas y guitarras: 10 mujeres en el rock (Ivonne García)
- Cinco mujeres de mentiras y otras cinco de verdad (Diana Luque Lavado)
- The Swing Girls (Bailarina)
- Mis heroínas admirables (Johanna Pérez Vásquez)
- El matriarcado que me tocó (Julián Ortega Martínez)
- Las cinco diosas del deporte (Rafa XIII)
- Una mujer bajo la influencia (Marsares)
Fonseca halla a otras que buscan mayores placeres. Diana quiere llegar al límite y acepta cuando su ocasional amante le propone: “Voy a apretar tu cuello y tendrás una sensación de muerte y en ese momento vas a tener un orgasmo como nunca tuviste”.
Aburridas por la monotonía de sus vidas, feas seducidas por novedad, suicidas a destajo o pecadoras que sólo se pueden perdonar frente a un espejo. Veintisiete historias singulares que nos muestran también humor negro, filosofía en la cama, robos compulsivos, o peripecias tragicómicas, como la de Zezé que lleva cuarenta años sin saber lo que es un orgasmo y le arma una encerrona a Chico.
Y a propósito de Guiomar, en mi caso, yo también aprendí a cocinar.
FONSECA, Rubem, Ella y otras mujeres, Editorial Norma – La otra Orilla, 2008
domingo 8 de marzo de 2009, 19:13 COT
Hola Marsares!!
Rico que me hayas devuelto al escritor Brasileño Rubem Fonseca con sus mujeres.
Una buena época para recordarlo.
Te abrazo con una sonrisa en los labios por ese aprendizaje gastronómico.