“The world without us” (el mundo sin nosotros)
Artículo destacadoPor Marsares
lunes 10 de septiembre de 2007 0:29 COT
En un artículo anterior se habló de cómo el hombre ha creído, desde que se adueñó de todo, que su destino está ligado íntimamente al del mundo, hasta el punto de creer con fe de carbonero que su desaparición de suyo implica la de la Tierra misma. La cuestión estriba en averiguar si somos una plaga, un mal necesario, o la razón de ser de este planeta como nuestra egolatría lo proclama.
La respuesta es desconsoladora. Al parecer no somos el centro del universo sino una especie más y por tanto desechable, según lo constató Alan Weisman, un periodista e investigador estadounidense que, durante tres años, recorrió el mundo consultando científicos y analistas. Así las cosas, resulta llamativo pensar lo que sería del mundo si un día la raza humana desapareciera.
Con datos en mano y un poco de imaginación, Weisman, a través de su libro “The world without us” (el mundo sin nosotros) nos muestra que nadie nos va a extrañar, salvo las ratas y las cucarachas, que viven de los restos humanos y que, por parásitas, desaparecerían poco después. Sin estas tres plagas, la tierra tendría una segunda oportunidad
¿Pero qué le pasaría a las grandes ciudades? Pone a Nueva York como ejemplo.
"En dos días, el agua inundaría el metro de Nueva York. Después, las calles se agrietarían. A los cinco años, el fuego asolaría la ciudad. A los veinte, las principales avenidas se habrían convertido en ríos. En menos de trescientos años, ciervos, osos y lobos migrarían a la ciudad. Las ratas que viven de los restos humanos y las cucarachas acostumbradas a la calefacción de los edificios, desaparecerían. La jungla de asfalto acabaría deviniendo una jungla de las de verdad, la naturaleza ganaría terreno.”
Como es improbable la resurrección de los muertos, porque la naturaleza es paciente pero no masoquista como para intentar esta bestialidad, nuestro legado desaparecería con nosotros, salvo unas cuantas obras como la Estatua de la Libertad, el Canal de la Mancha, las ciudades subterráneas de Capadocia, los rostros de los presidentes de Estados Unidos esculpidos en Rushmore, y las mil estatuas de Chávez donadas al mundo bolivariano, que permanecerían unos cuantos miles de años. Lo demás, el tiempo se encargaría de borrarlo del mapa.
Interesantes predicciones que también, haciendo un ejercicio de imaginación tercermundista, podemos trasladar a Colombia. En el primer aguacero, con alcantarillas tapadas, se inundaría Bogotá. En los siguientes 80 años, las comunas de Medellín se desplomarían junto con los lujosos edificios de El Poblado, en una mescolanza democrática, y en 300 años más, los arbustos de coca invadirían la mayor parte del país, empezando por el Capitolio Nacional, su cuna natural
La estatua que José Obdulio Gaviria le levantó a Uribe en la Plaza de Bolívar sobreviviría por 1000 años (la terquedad del bronce), lo que no sucedería con la de Andrés Felipe Arias por ser de cartón reciclable. La Casa de Nariño serviría de refugio a los copetones sabaneros, mientras el palacio arzobispal se derrumbaría pese a la tranca de la puerta colocada por el último cardenal, antes de la gran epidemia, al tiempo que las tumbas de paracos y farquientos, en revoltura bíblica, servirían de abono a la maleza circundante.
El CO2 producido por el diesel de Transmilenio demoraría en desaparecer cien mil años, mientras los plásticos y en especial las siliconas de Medellín quedarían presentes en la naturaleza hasta el fin de los tiempos, condenadas a ser compartidas por las especies dominantes que nos reemplazarían. Un legado para la posteridad, que panteras o morsas no sabrían aprovechar. Seres irracionales al fin y al cabo.
Aunque las multitudes embelesadas en los Estados Unidos escuchan estas predicciones con el mismo morbo que les sirvió para aplaudir la invasión a Irak y creerse el cuento del diseño inteligente, es bueno ir pensando en serio porque al parecer, como las visitas indeseadas, la alternativa es, o nos vamos o nos echan.
Por eso, con la dignidad que nos caracteriza, debemos extinguirnos por las buenas, como lo propugna el Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria (VHEMT, por sus iniciales en inglés), ya que por las malas, es difícil. Ni los virus, ni las guerras, ni siquiera las Farc ni el tercer mandato de Uribe, lograrían el milagro.
Por tanto, como lo asevera Les Knight, fundador de este grupo- si nos extinguimos de a poquitos, teniendo apenas un hijo por pareja, nuestros escasos descendientes “podrían disfrutar de sus últimas puestas de sol plácidamente, con la conciencia de que han devuelto el planeta lo más parecido posible al jardín del Edén".
Y Dios volvería a tirar los dados.
lunes 10 de septiembre de 2007, 18:33 COT
Gran artículo. Dios mediante yo estaré explorando el espacio para entonces, de manera que es posible que vuelva a la Tierra por pura curiosidad para ver cómo va la cosa y hacer “turismo ecológico”, y quizás también para tomar algunas fotos para el Gliese Times, el nuevo exoplaneta donde abriré mi nueva columna, con la certeza de que seré el más leído, por el sólo hecho de ser un extraterrestre (para ellos). Y por supuesto, haré COPY – PAGE de este artículo de Marsares como advertencia a los gliecenses de lo que les espera, si repiten algunos errores de los de nuestra especie. Ciao.
lunes 10 de septiembre de 2007, 21:02 COT
es un artículo que lo pone a uno a pensar, pero estoy de acuerdo en una cosa la plaga mas grande que tiene el planeta tierra son los humanos, esperemos que se tomer conciencia de todo el daño que se hace y nuestros decendientes puedan ver esa puesta de sol
lunes 10 de septiembre de 2007, 21:24 COT
“los arbustos de coca invadirían la mayor parte del país, empezando por el Capitolio Nacional, su cuna natural”. jajajaa!! Me hiciste reir con esto.
Muy delicioso escrito. Volveré para leerte nuevamente y degustarlo otra vez.
La estatua que le hicieron a Jaime Garzón sí me gustaría que durara por siempre. ¿Cuánto duraría según este análisis? ¿1000 años?
Hablas de las siliconas de Medellín, pero yo no, que conste caballero Marsares, ¡No genealices, please!
Si Thilo estará de extraterrestre, yo me quedaría en el ciberespacio por siempre y volvería a ver que pasó.
Ah!! y también guardaría como joya este artículo destacado, que conste.
Suena tan patético que es mejor tomarlo con grado de humor, como lo hiciste tú. Pero ya en serio, si es conveniente que las parejas tengan ´-máximo- un hijo.
Un abrazo equinoXial para tí apreciado Marsares.
“
martes 11 de septiembre de 2007, 00:50 COT
Desde que le podamos devolver a nuestra amada casa “la Tierra” un poquito de vida, de esa que los seres humanos con nuestra irresponsabilidad cada dìa le quitamos, bien valdrìa la pena, dejar la tierra sola, que recuperaramos lo que la inconciencia del ser humano le ha quitado a este nuestro hogar verde. Marsares, logras sensibilizarnos inmensamente con tu escrito…Pacho
martes 11 de septiembre de 2007, 17:23 COT
Si es válido que este espacio exhiba el botón del “Thinking Blogger Award” no tienen más que pasar por mi blog para recogerlo.
Gran espacio.
Saludos
martes 11 de septiembre de 2007, 17:33 COT
Ciencia y conciencia:
No lo dudo. Eres un andariego por naturaleza. Y supongo que el título de la nueva columna será algo así como “La conciencia planetaria” donde hablarás de lo sucedido hace muchos años en una lejana galaxia…
Janeth:
Como van las cosas, lo dudo. Nuestros descendientes vivirán en un océano de basura, matándose por un poco de agua.
Lully:
Parece que cunden los deseos de alejarse del planeta azul. Pero llama a la esperanza que tus “reflexiones” sigan en el ciberespacio en busca de extraterrestres, luego de que nos extingamos.
Pacho:
Espero que nuestros descendientes logren el milagro y nos recuerden como lo que somos, unos bárbaros despilfarradores que casi arruinamos nuestro maravilloso planeta.
Buensancho:
Gracias. Lo haremos.
martes 11 de septiembre de 2007, 21:35 COT
LLegué aquí por recomendación de Lully. Está muy buena la revista. Es muy ingeniosa la manera de presentar el tema. Entiendo que se trata de un recurso literario, pero aún así, creo que todavía hay solución. Habría que superar el capitalismo. Un sistema que basa su desarrollo en el ciclo producción-deshecho-reposición de los productos, en su mayoría superfluos, es absolutamente discordante con las necesidades ambientales.
En realidad, el capitalismo caerá de todas formas, pero si aceleramos el proceso quizás minimicemos los daños.
Saludos.
mircoles 19 de septiembre de 2007, 06:28 COT
Lo que más lamento es que seamos nosotros, los humanos, quienes mantengamos la especie de esos bichos llamados cucarachas. Nada agradables a mi ambiente.
Ellas serán lindas en su ambiente, un basurero, pero ¿compartiendo con nosotros?, No! las decreto muertas en mi ambiente.
Abrazo mañanero para tí Marsares!