“Terminator”, la saga continúa
Artículo destacadoPor Marsares
mircoles 27 de junio de 2007 12:16 COT
De nuevo los transgénicos son noticia. La controversia esta vez no es porque amenacen la biodiversidad, la salud humana o privaticen la naturaleza, sino por la última cualidad que le pretenden agregar: su propia capacidad de destruirse, resucitar o regenerarse. Las maromas de los científicos son notables, todo con el fin de revertir la moratoria a la tecnología "Terminator".
Las multinacionales de la biotecnología desde que introdujeron los transgénicos (Organismos Genéticamente Modificados – OGM) a los mercados, luego de protegerlos con sus respectivas patentes, han maximizado sus ganancias ampliando en forma exponencial sus cultivos.
No obstante han tropezado con diversas dificultades que van desde la oposición de los ambientalistas hasta las moratorias de varios países a su introducción, pasando por la inevitable contaminación de los cultivos tradicionales o su llegada inadvertida a la cadena alimenticia humana.
De dos formas se pueden contaminar los cultivos y las fuentes alimentarias. Por polinización o por mezcla física de semillas o cultivos, durante la cosecha, el almacenamiento, el transporte o el procesamiento. Esto último sucedió en 2000 con Starlink, una especie modificada de maíz al que le fue introducida una toxina letal para defenderse de los insectos dañinos, fue aprobado únicamente para el consumo animal. Se descubrió que este OGM había sido mezclado con el tradicional, ingresando a la cadena alimenticia humana. Su retiro del mercado y el rastreo que llega hasta hoy, ha costado 600 millones de dólares.
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Desde tiempo atrás, las empresas de biotecnología, apoyadas por Estados Unidos se idearon el procedimiento tecnológico llamado Terminator (TRUG, o Tecnología de Restricción del Uso Genético), que esteriliza las semillas con el fin de evitar que los transgenes escapen. Pero más allá de una solución, plantea diversos problemas como el de la soberanía alimentaria dado que el agricultor se vería obligado a adquirir las semillas para la siguiente cosecha al dueño de la patente, colocando en pocas manos un poder económico que a la larga redundaría en poder político y social.
Esto llevó en 2000 a que el Convenio de Diversidad Biológica estableciera una moratoria para Terminator que luego fue ratificada por la siguiente reunión en 2006 en Curitiba (Brasil). La idea se sofisticó con el tiempo y ahora, luego de múltiples esfuerzos, una segunda generación de Terminator hace su aparición, esta vez con diferentes alcances que buscan no sólo la contención biológica, sino el lucro consiguiente.
Este Terminator 2.0 (Proyecto Transcontainer), financiado por la Unión Europea, trae varias modalidades. De la simple esterilidad de finales de los noventa, ahora se pasa a tres nuevas alternativas: las semillas zombie, cuya esterilidad puede ser revertida mediante un estímulo externo, las semillas exorcista, que luego de cierto tiempo, por ejemplo antes de que florezca, el gen introducido puede ser extraído, y las de letalidad condicional, que llevan un gen que las mata una vez sea activado.
Las tres tienen un denominador común, dependen de un agente diferente para que funcionen, introducido en la misma planta o externo, un químico, por ejemplo, que es obvio proporcionarían los dueños de la patente, con lo cual se regresaría al principio, los agricultores dependiendo de las multinacionales que dominan el negocio.
¿Qué tan difícil resultaría convencer a un agricultor tradicional cambiarse a los cultivos transgénicos? Todo es cuestión de mercadeo, por supuesto:
“Los Gigantes Genéticos pueden mantener los precios muy bajos, al principio, como treta adicional de encantamiento. Una vez que los agricultores se enganchen con la plataforma y cuando toda la competencia haya sido destruida, las compañías elevarán los precios de las semillas (en el caso de Terminator) o elevarán el precio del químico que sirve para restaurar la viabilidad de la semilla (en el caso de Zombie) y serán precios tan altos como las compañías quieran. Zombie es el escenario soñado por los Gigantes Genéticos porque será mucho más fácil venderle a los agricultores un químico industrial que “resucita semillas” (en vez de pagar los costos de multiplicación, almacenaje y distribución de semillas requeridos para vender nueva semilla cada temporada de siembra). Irónicamente los Gigantes genéticos alegarán que disponer de múltiples plataformas de semillas estériles ¡le ofrece más “opciones” a los agricultores!”
Si se logra vender la idea de que es posible la coexistencia de los OGM con los cultivos tradicionales, a sabiendas de que es imposible eliminar por completo la posibilidad de contaminación, las puertas se abrirán de par en par a estas nuevas especies y con ellas los riesgos para nuestro futuro.
Nuestra soberanía alimentaria quedará en poder de unos pocos quienes decidirán qué se debe cultivar, cuándo, cómo y dónde. La biodiversidad se reducirá a las pocas especies que sean rentables y las secuencias genéticas, insuficientemente investigadas, entrarán a la cadena alimenticia con alcances desconocidos.
Como bien lo afirma el ETC Group:
“Los gobiernos nacionales deben proponer legislaciones para prohibir las pruebas de campo y comercialización de las tecnologías Terminator. Los gobiernos que se reúnan en la 9a. Conferencia de las Partes del Convenio de Diversidad Biológica en Bonn, Alemania (19 al 30 de mayo de 2008), deben fortalecer la moratoria sobre los TRUG recomendando una prohibición de esa tecnología.”
domingo 6 de enero de 2008, 22:01 COT
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