¿Paramilitares, delincuentes políticos o comunes?
Artículo destacadoPor Marsares
lunes 30 de julio de 2007 0:27 COT
"La verdadera medida de los delitos es el daño hecho a la Sociedad, y por esto han errado los que creyeron serlo la intención del que los comete”.
Cesare Becaria
Una semana agitada vivió Colombia por cuenta de un pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia que le negó a un paramilitar el carácter de sedicioso, afirmando que sus acciones se adecuaban al delito de concierto para delinquir. En otras palabras, lo calificaba como delincuente común, en vez del carácter político que deseaba el peticionario.
De inmediato, los capos del narcotráfico desmovilizados como paramilitares, reaccionaron con virulencia. Se negaron a continuar asistiendo a las diligencias judiciales iniciadas por su sometimiento a la Ley de Justicia y Paz, aduciendo que el Gobierno les incumplió las promesas hechas en Ralito. El presidente, se puso de su lado y criticó a la Corte por entrabar el proceso de paz, llegando al extremo de afirmar la existencia de un sesgo ideológico en el alto tribunal. Olvidó lo dicho en abril de 2005, cuando le aseguró al país que "los delitos de lesa humanidad no son indultables, no son amnistiables".
Hoy, calmadas las aguas, con la puesta en escena de un inciso que el Gobierno ha puesto a consideración de los colombianos, en el que se les da el tratamiento de delincuentes políticos a los paramilitares desmovilizados a través de la Ley de Orden Público. los capos del narcotráfico han manifestado regresar a los estrados judiciales a contar sus "verdades".
La providencia de la Corte
Los jueces fallan en derecho. Es decir, no se encuentran sometidos sino al imperio de la ley. En este caso, la Corte falló de acuerdo con la normatividad existente. El delito de sedición que existe en el Código Penal vigente, se realiza cuando un grupo armado pretende impedir transitoriamente el libre funcionamiento del régimen constitucional o legal vigentes.
Es claro que los paramilitares, al traficar con droga, apoderarse de las tierras de los campesinos, descuartizar a sus contradictores con motosierras, extorsionar, apoderarse de los dineros públicos, secuestrar, nada tiene que ver con impedir transitoriamente el funcionamiento del Estado con fines altruistas.
No estaban tratando de reemplazar la autoridad del Estado por un corto tiempo. Y si hemos de creerle a su ideología primaria cuando los grupos de autodefensa se armaron para combatir la guerrilla, mucho menos, ya que acá no se levantaron contra el Estado, sino a favor del Estado, respaldándolo.
Tratamiento igual a paramilitares y guerrilleros
Este fue el primer reproche que le hiciera el jefe del Estado a la Corte. Si los guerrilleros son sediciosos, también deben serlo los paramilitares, pues ambos cometen los mismos crímenes y deben ser castigados de igual forma. Empero, en su origen, sus conductas no sólo son diferentes, sino antagónicas.
El guerrillero se levanta en armas contra el Estado. Su fin es acabar el Estado existente y reemplazarlo por otro. En cambio, los paramilitares se arman para defender el Estado, oponiéndose a la guerrilla. Como el delito de rebelión y el de sedición lo comete quien se levanta contra el Estado, resulta imposible aplicarlo a los paramilitares.
Ahora, es claro que ambas agrupaciones, en la prosecución de su lucha armada, se han degradado de tal manera, que han dejado de lado el ideario político y se han convertido en simples grupos de delincuentes comunes que secuestran, extorsionan, trafican con droga, asesinan a sangre fría y cometen crímenes de lesa humanidad.
En este sentido, si bien los paramilitares al haber pasado de la legítima defensa al asesinato de quien se les opusiera, se convirtieron en delincuentes comunes, de igual forma, los guerrilleros, al tomar similar camino, dejaron de ser delincuentes políticos. Unos y otros, por consiguiente, deben ser juzgados como lo que en realidad son, delincuentes comunes.
¿Existe el delito político?
En nuestra legislación, y siguiendo el ideario de la Revolución Francesa, desde los comienzos de la República se instituyó el delito político, en tres modalidades, la rebelión, la sedición y la asonada. Y como quiera que se trataba de fines altruistas -levantarse contra los tiranos en bien del pueblo-, se otorgó la posibilidad de favorecer a estos delincuentes con la amnistía, el indulto e incluso con el perdón judicial.
Válido para una época como la guerra de los Mil Días, cuando el general Uribe Uribe se levantó en armas contra un gobierno represivo, y válido también en los ejemplos de las guerrillas liberales de comienzos de los cincuenta del siglo pasado, luchando contra un gobierno dedicado a exterminar a sus opositores.
Con el tiempo, y dada la imposibilidad de que los delitos políticos se dieran pura y simplemente se optó por excluir de ellos, los llamados actos de “ferocidad y barbarie” como en principio se les denominó y, últimamente, comportamientos graves como el terrorismo o los delitos de lesa humanidad.
Hoy, salvo en países como el nuestro, el debate sobre el delito político hace mucho tiempo feneció. La delgada línea entre el altruismo y los intereses propios, desapareció por completo. Las agrupaciones armadas acuden a toda clase de conductas criminales para llegar al poder, por lo que tratarlas como delincuentes políticos es un rezago de un añoso romanticismo que nada tiene que ver con la realidad.
El Presidente en su laberinto
La Corte, en su pronunciamiento, advirtió que todos, llámense guerrilleros o paramilitares, que cometan delitos como el terrorismo, el genocidio, el secuestro, el narcotráfico, etc., no pueden ser considerados como sediciosos sino como delincuentes comunes.
No es cierto, pues, que el alto tribunal haya hecho distinciones. Esta interpretación amañada que pretende venderle el Gobierno al país, dice mucho de sus verdaderas intenciones: restarle credibilidad a la Corte y obligarla a convertirse en una sucursal de la Casa de Nariño.
El Presidente quiere convencer al país que los asesinos de personas indefensas, los narcotraficantes, los secuestradores, los que utilizaron las motosierras para despedazar a quien se les oponía luego de torturarlos ferozmente, los que causaron el desplazamiento de millones de personas, son delincuentes políticos, es decir, actuaron por motivos altruistas.
Y para conseguirlo, declara a la Corte como obstáculo de la paz, la valiente Corte que por primera vez en la historia se atrevió a destapar la perversa alianza entre política y paramilitares y ha llevado a la cárcel a estos gamonales que edificaron su imperio electoral extorsionando y asesinando a sus opositores políticos.
El presidente de todos los colombianos se pone del lado de los criminales, acusa a la Corte de tener un sesgo político y se declara “angustiado” por esos “19.000 muchachos que quieren la paz”, los mismos que hoy, en los barrios y veredas continúan extorsionando a poblaciones enteras, intimidan y asesinan a los familiares de las víctimas y continúan narcotraficando para sus patrones.
Cuánto quisiéramos ver, señor Presidente, que la angustia también la tuviera para las millones de víctimas que diario se ven burladas por los capos en el circo de Justicia y Paz, que son asesinadas, vilipendiadas, humilladas, arrinconadas, por esos “muchachos” que protege, aún en contra de una de las pocas instituciones que saca la cara por el país.
Qué sigue
El legislador es el que pone las reglas del juego. Cuando se estaba discutiendo el articulado de la Ley de Justicia y Paz, el gobierno trató de introducir en el artículo 71 el cobijo del delito de sedición para los paramilitares, señalando en un inciso: También incurrirán en el delito de sedición quienes conformen o hagan parte de grupos guerrilleros o de autodefensas cuyo accionar interfiera con el normal funcionamiento del orden constitucional y legal.
Luego de haber sido negado en la Comisión Primera del Senado e interpretando a su amaño el reglamento, apelaron ante las plenarias y lo hicieron aprobar en otras comisiones. La Corte Constitucional, al revisar la Ley, encontró esta anomalía y lo declaró inexequible, por lo que el delito de sedición quedó intacto y de ahí el pronunciamiento de la Corte Suprema.
El Gobierno, si su deseo era volver a colocar el inciso en referencia, debió haber tramitado la ley, pero no lo hizo hasta que el pronunciamiento de la Corte le hizo caer en cuenta de su lenidad. Ahora lo vuelve a proponer al país. Es decir, acomodando la ley a los delincuentes y no viceversa como se hace en cualquier democracia.
Epílogo
La paz no se consigue a cualquier precio y menos quebrando el orden institucional. El Gobierno quiere alcanzarla moldeando la ley al tamaño de los deseos de los capos del narcotráfico, tal como en su momento lo deseó Pablo Escobar.
Un país no se reconstruye entregándoselo a los delincuentes, a quienes se pretende transformar en delincuentes políticos, con mutaciones que violan tratados internacionales y nuestra propia tradición jurídica, permitiéndoles ser objeto de amnistías e indultos, impidiendo su extradición y allanándoles el camino para que puedan ser elegidos a las corporaciones públicas.
Si Pastrana en el Caguán pretendió hacerlo con las FARC, hoy Uribe busca lo mismo con los capos del narcotráfico. El uno les despejó cinco municipios, el otro, les despeja todo el país. Y lo peor del cuento es que este despeje va para largo.
El proyecto que pretende adobarlo a punta de opinión pública tiene todas las posibilidades de ser aprobado dadas las mayorías gobiernistas. Para evitar un traspiés posterior en la Corte Constitucional, ya no la combate sino la transforma. La terna conservadora, para reemplazar la última vacante, es su última jugada.
Pero no las tienen todas consigo. Los jueces, en cada caso, son los que deciden si estas conductas son sediciosas. Pero es de suponer que en la Casa de Nariño deben estar pensando como amarrar las decisiones judiciales. Para eso tienen un Congreso que reverencia a los capos del narcotráfico y les da la espalda a las víctimas de la violencia.
Los narcotraficantes ganaron la partida. El Estado mafioso que siempre soñaron viene en camino.
lunes 30 de julio de 2007, 10:48 COT
EXCELENTE ARTICULO, AHORA SI ESTAMOMOS VIENDO EL VERDADERO ROSTRO DE NUESTRO PRESIDENTE, SU RANCIA ESTIRPE NARCOTRAFICANTE NO RESPETA LA LEY . AHORA, SI LA LEY NO SE ACOMODA A SUS SECUACES, CONSTRUIRAN UNA QUE LES BRINDEN LAS GARANTIAS PARA SEGUIR DELINQUIENDO Y TODO CON LA ANUENCIA DE UN CONGRESO IGUAL DE PODRIDO. GRACIAS.
lunes 30 de julio de 2007, 14:53 COT
Lo que causa mas preocupacion, es que no solo el congreso adora a los narcotraficantes sino que casi todos los estamentos de la sociedad bailan al son del vallenato de los hermanos Zuleta :" Que viva la Tierra Paramilitar, no joda".
lunes 30 de julio de 2007, 19:52 COT
Pablo Escobar esta muerto pero de la risa bajo tierra. El Presidente Alvaro Uribe está presionado, eso lo obligó a mostrar el cobre de lo que es, Colombia lo sabe y por miedo se silencia. HORRORES Y COMO DICEN: TAN SIQUIERA SE MURIERON LOS ABUELOS -PARA NO VER LO QUE ESTAMOS VIENDO Y VIVIENDO NOSOTROS- LAMENTABLE MANIPULACIÓN.
martes 31 de julio de 2007, 07:19 COT
Sesudo y valeroso el editorial. Por supuesto que estando en boga los fashions, éste será sobre medidas y exclusivamente en licra, bien ajustadito a las intenciones de impunidad y consolidación del poder traqueto.
martes 31 de julio de 2007, 17:08 COT
DIGO QUE ES MUY MALA JUAGADA DEL GOBIERNO QUE LOS CRIMENES QUE COMETIERON LOS PARA QUEDEN IMPUNES Y SELESTRATE DE DELICUNTES POLITICOS PORQUE TAMBIEN TOCARIA DARSELO A LA GUERRILLA NO PARCE CORRECTO.
martes 31 de julio de 2007, 21:39 COT
Comunes
mircoles 1 de agosto de 2007, 05:59 COT
Por supuesto que son jente enferma,que trata de intimidar a los pueblos para darle entrada a la mafia criminal,oportunista politiquera y narcomilitar por lo tanto son basura criminal que se debe encerrar y botar las llaves.si se los xdeja libres solo son una carga social
mircoles 1 de agosto de 2007, 08:24 COT
Me gusta mucho el análisis que haces porque deja ver cómo el presidente está cometiendo un grave error al olvidar la separación de poderes y atacar a la Corte Suprema que es la llamada a juzgar. El presidente se debe limitar a ejecutar lo que la Corte juzgue.
El presidente, como muy bien lo dijo Hector Abad Faciolince se puso en este caso del lado de los delincuente y en contra de los jueces. Muy triste.
mircoles 1 de agosto de 2007, 11:00 COT
Sobre este tema un jurista dominicano hace un excelente analisis de la sentencia. Vale la pena leerla y que ya muchas otras personas se están dando cuenta de las incongruencias de la justicia colombiana.
jueves 2 de agosto de 2007, 12:21 COT
Tiemblo de rabia ante estas parcializadas decisiones del mesías y ante los lambetazos de sus aúlicos. Haciendo uso de mi espíritu masoquista, ingresé al blog de atrabilioso y ¿adivinen qué encontré?, las mismas heces de siempre. El señor Jaime Restrepo, sin vergüenza alguna, ha siempre sostenido que los paracos no son terroristas (pero se escandaliza, se santigua y se da golpes de pecho si alguien osa decir lo mismo de los guerrilleros) pues nunca tuvieron finalidades políticas, pero calla descaradamente cuando el presidentico dice lo contrario, su silencio cómplice solamente es comprensible por su carácter de lacayo uribista, y como las veletas, dará un timonazo y aceptará que los paracos sí son delincuentes políticos (porque así lo sentenció Uribe) pero que de todas maneras no son terroristas (sabrá Dios por qué).
La cantidad de desechos publicada en blogcitos como el mencionado, coincide perfectamente con los que Uribe vomita por su boca. Ambos manifiestan ser respetuosos de la justicia pero cuando esta falla en contra de sus amigotes, dicen que hay un “sesgo ideológico” o que hay infiltración de la guerrilla o rencores en las decisiones judiciales. Qué cómodos, hay que esperar los fallas y esperar a la corte, pero tanto quienes declaran contra los intereses paracos y por tanto gobiernistas, como los jueces que son los encargados de las decisiones, están perjudicando al país o son delincuentes. Adelante presidente, adelante Jaimes y adelante blogs lambones, aún falta mucho por hacer, como se dice en el artículo, el para-estado está a punto de ligitimarse y ustedes, sus aúlicos de cabecera se sentarán a la diestra de Uribe, Mancuso y los demás victimarios y nos enviarán a la oposición y a las víctimas al infierno. Felicitaciones, ustedes son tan delincuentes (sediciosos, claro) como los asesinos que defienden a ultranza.
jueves 2 de agosto de 2007, 15:46 COT
Fernando Londoño debe ser enviado a la Corte Penal Internacional por hacer apología del delito. Llamar “”díscolos” a los paramilitares que devoraban carne humana, decapitaban niños y hacían vivisección a los campesinos equivale a beberse la sangre de las víctimas de Bojayá o de El Nogal.
Cierto comentarista habitual, fan número uno de “Fer”, saldrá aquí a respaldarlo, mientras no contenga ciertas apremiantes necesidades que le debe causar la “emoción” que siente cada vez que lee a este execrable remedo de ser humano.
jueves 2 de agosto de 2007, 23:21 COT
Me parece un buen articulo, es una clara vision de la verdadera situacion del pais, y a pesar de sentir tanta impotencia por el abuso del poder en manos del presidente, queda el consuelo de saber que en algun rincon existe un peridodismo que vale la pena y aun en este pais tan polarizado busca ser imparcial y justo.
viernes 3 de agosto de 2007, 00:12 COT
Héctor Torres Herrera:
La paz implica concesiones, pero jamás entregarle el poder a los narcotraficantes que hoy mutaron en paramilitares. La justicia y reparación se convirtieron en rey de burlas para estos capos cuyo poder crece con los días, hasta el extremo de desafiar al Estado si no se cumplen sus requerimientos.
Perseo:
Un vallenato de actualidad, pero aún hay esperanzas. El reciente pronunciamiento del unánime del poder judicial exigiendo respeto a sus decisiones y la respuesta del Procurador al intento presidencial de calificar como delincuentes políticos a los narcotraficantes, dan pie para pensar que no todo está perdido.
Carlos Fuentes:
El deseo de vindicta del presidente está llevando a Colombia al abismo. El lavado de fortunas mal habidas y de los nombres de sus dueños está creando una nueva clase dominante que nos gobernará en los próximos años si el pueblo colombiano no despierta.
Dragón negro:
Buen símil. Por supuesto, la ley hecha a la medida de los delincuentes.
Dusty Nobmann:
Ambos, guerrilla y paramilitares, son delincuentes comunes. Su ideario político quedó sepultado bajo las matanzas y el narcotráfico.
Sentido común:
Idem
Jaime:
Deben recibir su justo castigo por los crímenes que cometieron.
Ramírez Ospina;
La sorpresa fue mayúscula. El presidente, sin titubear, prefirió atacar la Corte, llegando al extremo de sembrar la duda sobre su integridad, hablando de sesgos ideológicos, todo con el fin de proteger a ultranza a los paramilitares. El presidente avergonzó el país.
Luis:
Con todo el respeto que se merece el abogado dominicano, debió documentarse mejor de la jurisprudencia y doctrina colombianas, así como del contenido del fallo y las leyes mismas. Su análisis peca de simpleza y parcialidad. La pobreza de sus argumentos cae en el panfleto jurídico. Salida infortunada.
Bregador:
Con el presidente hay algo curioso. La mayoría de sus seguidores lo siguen con fe de carbonero. No importa qué haga o diga, siempre habrá una explicación pasa sacarlo con bien de todo mal y peligro.
Julián;
Londoño es un ser singular. La retórica es su estilo y, al igual que José Obdulio, tiene la capacidad de malear la verdad hasta el punto de darle vida a las piedras y sabor al aire. Magos del birlibirloque, como su jefe. Mi Dios los cría…
Tania:
Esa es la función del periodismo responsable. Tratar de informar al lector con imparcialidad para que él saque sus propias conclusiones.
mircoles 8 de agosto de 2007, 16:24 COT
[…] de "torcida" a la Corte por no hacer lo que su presidente decía. Como se ha explicado hasta la saciedad, la decisión de la Corte cobija también a las escorias de las FARC y del ELN, y a […]
jueves 9 de agosto de 2007, 14:02 COT
Un muy buen comentario y a decir verdad es lo mas cierto que he visto publicado. Lastimosamente esta clase de publicaciones pasan inadvertidas a los ojos del pueblo y de dedicaron a alabar al Dios uribe y todos sus secuaces y a defender a para-militares y politicos, no importa el delito de lesa humanidad cometido, las motosierras utilizadas, la cantidad de muertos a sus espaldas, ya que al fin y alcabo el jefe paramilitar por excelencia se encuentra en la casa de nariño, en el centro de Bogotá. Ojala la Corte Suprema de Justicia no se rinda ante la politiqueria uribista y sus amigos en el congreso ya que por esta via aprobarian posiblemente la ordenanza proveniente de la carcel de itagui, el palacio de nariño y los intimos amigos del gobierno. Esto para uribe y sus secuaces es urgente. El ACUERDO HUMANITARIO no reviste mayor importancia lo ha dicho a los cuatro vientos el jefe para-militar alvaro uribe velez, quien seguira gobernando quien sabe por cuantos años mas, con sed de venganza a este pueblo que lo eligio y ree-ligira para un tercer y cuarto y quinto mandato. Para eso estan asesores como jose obdulio gaviria que lo ha dicho mas de una vez como uribe solo Dios.
lunes 13 de agosto de 2007, 07:41 COT
[…] Garzón, un "sedicioso" a punta de lengua, mientras los demás aspiran a lograrlo a punta de […]
lunes 13 de agosto de 2007, 17:03 COT
No estoy de acuerdo con afirmar que paramilitares y guerrileros son lo mismo, más aún cuando la información que tenemos sobre estos grupos, la mayoria de las veces, es proporcionada y editada por los medios de comunicación uribistas(RCN Y CARACOL), que por no reconocer la guerra civil que vive Colombia, califican las acciones guerrileras con el termino propio del pentagono: TERRORISTAS.
mircoles 15 de agosto de 2007, 19:34 COT
[…] Victor Solano , la santandereana Valentina Díaz , Filosofía política o el blog colectivo de equinoXio podrían ayudarme a aclarar mi duda. Pero como un ciudadano más que observa cómo desarrollan sus […]
domingo 27 de enero de 2008, 19:16 COT
[…] se haya tomado a Colombia, de que la izquierda democrática sea satanizada, de que el poder de los paramilitares se haya legalizado y de que el proceso de cambio social se haya […]