La justicia coja
Artículo destacadoPor Marsares
lunes 26 de junio de 2006 8:20 COT
La Rama Jurisdiccional colombiana siempre ha sido vista como la cenicienta del poder. Mientras el ejecutivo lo acumula y el legislativo le ayuda para beneficio de ambos, la justicia sigue con su traje de pobre, viviendo de las migajas del banquete.
No obstante, pese a los sinsabores que han marcado su historia, desde hace ya largo tiempo había mantenido su dignidad. Eminentes juristas pasaron por sus filas y dejaron en sus fallos el testimonio del país letrado que, ausente de política, apuntalaba nuestras instituciones.
Pero esto ya no es del todo cierto. Con una frecuencia preocupante, la justicia ha dejado de lado la neutralidad del juez que juzga a sus semejantes, para convertirse en protagonista del poder, al mejor estilo de sus pares, el ejecutivo y el legislativo.
La interinidad de la sabiduría
La sabiduría sólo la consigue el paso de los años. La experiencia, el conocimiento, la ponderación, el buen juicio, se decantan después de mucho tiempo corrigiendo los errores y fortaleciendo las virtudes. Por eso, una Corte Suprema no puede funcionar como la presidencia o el congreso, con cambios constantes.
Las mejores cortes del mundo son vitalicias. Para llegar a ella se necesita toda una vida al servicio de la justicia, y aún en los primeros años como magistrado, no se está preparado para ejercer el poder de influir sobre todo un país. Se necesita que pase el tiempo para acomodarse a su delicada misión.
Infortunadamente, nuestras cortes sufrieron primero la pérdida abrupta de un grupo extraordinario de juristas en el asalto al Palacio de Justicia, lo que obligó a improvisar en la elección de sus sucesores y, luego, la nueva constitución impuso un período de 8 años para el cargo.
Curiosamente, cuando los magistrados ya han aprendido a ejercer su oficio, llega el momento de retirarse para dejar el paso a otros novatos que, cuando al igual que sus antecesores comienzan a adquirir la sabiduría propia de su cargo, deben retirarse. Y así sucesivamente.
La lupa del poder
La renovación frecuente de las altas cortes ha conseguido crear unas instituciones inmaduras que, con el paso del tiempo, muestran una justicia sujeta a los vaivenes de la política, o de los propios intereses, utilizando su investidura para satisfacerlos.
De igual forma, la creación de la Corte Constitucional en reemplazo de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, creó un poder paralelo que ha hecho posible los famosos "choques de trenes", en los que cada una pretende imponerse sobre la otra.
La política
Hasta antes de la Constitución del 91, la cooptación (la misma institución elige sus miembros) era la regla para elegir a los magistrados. Sin embargo, copiando la usanza de otros países, se decidió que lo mejor era que la nueva Corte Constitucional fuera elegida por el Congreso.
Lo que puede ser bueno en otros países, no necesariamente debe serlo para el nuestro. A un congreso que durante mucho tiempo ha legislado para sí mismo y para los poderosos, no podía encargársele tal tarea. El resultado está a la vista. Magistrados políticos y no juristas.
Los fallos
La Corte Constitucional renovó la vida jurídica del país poniendo a la orden del día la protección de los derechos fundamentales. Como nunca antes había pasado, los colombianos por primera vez vieron que tenían derechos y que la justicia se los protegía mediante el procedimiento sencillo de la tutela.
Pero el abuso provino no sólo de sus usuarios, sino de la propia Corte, que con el paso del tiempo comenzó a meterse en los terrenos propios de los otros poderes, legislando o cogobernando, a través de fallos en los que modificaba leyes u ordenaba que se cumplieran a su manera.
Las consecuencias
La Corte Constitucional se ha arrogado el derecho de convertirse en la última voz de la justicia, revisando y modificando las sentencias de la Corte Suprema de Justicia, creando la inseguridad jurídica, pues siempre quedará la posibilidad de que las sentencias de los jueces puedan ser modificadas en cualquier momento por la Corte Constitucional.
Como si esto fuera poco, ahora ni siquiera se sabe cuáles son sus decisiones, por la costumbre impuesta por la Corte Constitucional de anunciar el fallo a los medios antes de redactarlo. De ahí que casos como el de la Ley de Justicia y Paz siembren un manto de duda sobre la justicia.
¿Un fallo "flexible"?
Todos escuchamos al presidente de la Corte cuando convocó una rueda de prensa para anunciar que se había decidido sobre la ley de justicia y paz, precisando sus alcances, en los que se advertía su vigencia hacia el futuro por lo que los paramilitares desmovilizados debían pagar condenas ordinarias y no las especiales contempladas en la ley.
No obstante, al día siguiente, en una aclaración, y luego de que los paramilitares, a través de su vocero, alias Ernesto Báez, amenazaran con romper el proceso de paz, el magistrado Córdoba Triviño aseguró que el fallo sí los cobijaba y, por ende, tenían derecho a los beneficios de la ley en cuestión.
Un sabor amargo
Aparte de los aplausos del gobierno y la satisfacción de los paramilitares, quedó un tufillo de duda que el país no puede permitirse. ¿Equivocación? El magistrado Córdoba es un experto en derecho penal y no puede creerse un error de tal tal magnitud.
¿Presiones? ¿O "cabildeo" como se le llama eufemísticamente? No lo sabemos. Apenas tenemos el hecho en sí. Los alcances de un fallo cambiaron en 24 horas y no hay manera de saber cuál es cuál, pues no se había redactado y tan sólo quedan las actas que, al escribirse, pueden dársele sentidos diferentes.
Una Corte en decadencia
Para completar el cuadro, uno de los magistrados, Jaime Araújo, aseguró que lo dicho por Córdoba en su primer pronunciamiento era lo que se había decidido y no lo del segundo. ¿Hubo un conciliábulo para calmar a los afectados, adaptando el fallo a sus exigencias?
Es improbable, pero quedan en el aire las dos versiones, pero sobre todo, se revela una Corte de chismes, zancadillas, raponazos, protagonismo, al mejor estilo de su par parlamentario. ¿Puede confiarse en una institución que ya no habla a través de sus fallos, sino por medio de las cámaras de TV?
lunes 26 de junio de 2006, 12:27 COT
Sin duda la politización de la Corte Constitucional le ha hecho bastante daño al país. Pero también es cierto que su creación por parte del constituyente del 91 les permitió a muchos colombianos reivindicar sus derechos, si bien, como suele suceder en este país, la gente abusa de las cosas buenas.
Por otro lado, el “choque de trenes” se da en parte por una serie de vacíos legales y de cruce de competencias, que si no se subsanan pronto, van a facilitar las pretensiones de los furibistas más recalcitrantes (como el grecoquimbaya Fernando Londoño, que no hace más que añorar la Constitución ultracatólica de 1886).
Y sí, gravísimo que las intimidaciones de unos hampones afecten la independencia de un alto tribunal.
lunes 26 de junio de 2006, 13:09 COT
Me parece que tu comentario tiene mucho peso, ya que tú hablas con propiedad del tema, pero esto se veia venir, porque como tu dices se convierte en un ente politico y viene toda la corrupcion de los politicos.
lunes 26 de junio de 2006, 17:11 COT
Pedagógico, a mi juicio, tu artículo, don Marsares, y quedo con la sensación de un despeñadero, si es en la justicia en lo último que se confía para evitar el desmoronamiento institucional de un país. Dejar el nombramiento de jueces, así sean los municipales, en manos de un Congreso corrupto, como tú señalas, es lo peor que le ha podido ocurrir a Colombia. Me queda una inquietud, y es si un fallo de la Corte Constitucional obliga la modificación de un concepto, o asumir ese concepto con otra acepción, puede ello considerarse que está “colegislando”. Abrazo.
lunes 26 de junio de 2006, 17:44 COT
Es alarmante que hombres tan preparados y escogidos se presenten ante la opinion publica como modelos peleando una corona.
Estos hombres muestran en sus actos gran politizacion y muy poco interes por defender y construir un pais tan apesadumbrado por tantos actos de maldad.
Deberian preocuparse mas por aplicar lo que han adquirido de experiencia juricas que de darse pantalla.
Delante las camaras demostrar posiciones antagonicas nos producen a los ciudadanos gran desconcierto.No los tenemos alli para esos actos.
En los campos y la calle la vida tiene otro precio y ellos estan alli para dirrimir la contradiccion y no para fomentarla.
Todas las profesiones tienen canones de etica y logica y si los medicos o los ingenieros procedieran asi,sus obras o sus pacientes no durarian sino un solo acto.
No es posible que la politica cambie en estos cerebros la aplicacion del derecho por el vil poder….
martes 27 de junio de 2006, 14:53 COT
Muy buen artículo, pero Marsares de verdad hacer de esos cargos vitalicios es bueno?
La falta de autonomía, presencia y protección a los jueces en las regiones es uno de los principales problemas de la justicia, y causa directa de la violencia.
martes 27 de junio de 2006, 20:42 COT
Julián:
La Corte Constitucional es un gran avance. De suyo, tomando el ejemplo de países más desarrollados que el nuestro en estas materias (Francia, por ejemplo) se disgregó de la Corte Suprema, brindándole la necesaria independencia.
Respecto a la tutela, la intromisión de la Corte en terrenos propios de los otros poderes, en ocasiones la ha desnaturalizado, originándose el llamado "gobierno de los jueces". Falta de madurez, salta a la vista.
Y el "choque de trenes", indudable que se prohija por la carencia de una normatividad al respecto. En la Constituyente se pretendió tratar este tema, pero se prefirió dejarlo de lado ante el cúmulo de reformas que se estaban instituyendo.
En cuanto a las intimidaciones, difícil asegurar si se produjeron o la flexibilidad del fallo se debió al temor de desestabilizar el país y acentuar la guerra. Es un hoyo negro que queda para la historia.
Janet
Es saludable que entre los diferentes poderes exista el equilibrio, interaccionando en sus controles y el origen de sus miembros. No obstante, en sistemas políticos tan corruptos como el nuestro, la justicia había permanecido ajena a estos avatares. Con la Constitución del 91 se permitió que los políticos metieran la mano con los resultados que todos lamentamos.
Julio
La cooptación, a pesar de sus problemas (el clientelismo judicial) era preferible a la intromisión de la politiquería. Algo se ha librado con la instauración de la carrera judicial, aunque la fiscalía, por ejemplo. ha sufrido ya los embates de los políticos como durante la era de Camilo Osorio de ingrata recordación.
Respecto a los fallos de la Corte y su influencia en el ámbito nacional, es su función interpretar las leyes y darles un significado y alcance precisos, aparte de su facultad sancionadora. Sin embargo, la Corte se ha entrometido en los terrenos de los otros poderes cuando ordena, por ejemplo vía tutela, que para proteger un derecho fundamental se asignen recursos para cumplirlos, se señalen plazos olvidando las asignaciones presupuestales lo que modifica de suyo la ley del presupuesto, o se reemplacen decisiones administrativas por otras.
A la Corte le corresponde reconocer que se ha violado el derecho y ordenar que se le tutele. Al gobierno o al congreso le toca adecuar el fallo, por ejemplo, asignando el presupuesto, o dictando una ley que cumpla con el fallo. Pero la Corte no lo puede hacer todo, como ha sucedido varias veces, reemplazando las funciones de las otras dos ramas.
Francisco
Un axioma del derecho es que los jueces hablan a través de sus fallos. Jamás deben explicarlos, ni mucho menos salir ante los medios a brindar sus puntos de vista. Y mucho menos, sin redactar el fallo. Nunca había pasado y sólo ante una ocasión escepcional, las altas cortes sacaban un comunicado a la opinión pública.
Es tan sagrada su investidura, que por culpa de esta exposición mediática corren el peligro de emitir opiniones que luego provocan recusaciones y descalificaciones que deben evitar. Pero ahora, en el mundo light que vivimos, los nuevos magistrados, imberbes en su misión, gozan citando ruedas de prensa, para darse el correspondiente baño de popularidad que luego les servirá para llevarlos a otros altos destinos. Acá no importa el que más piense, sino el que más pose.
Juan Francisco
Hasta la Consttituciòn del 91, los cargos de los magistrados eran vitalicios, entendiéndose que permanecían en sus cargos hasta la edad de retiro forzoso que son los 65 años. Esta estabilidad hizo que las instituciones jurídicas se fortalecieran con magistrados que no estaban pendientes de buscar puesto apenas cumplieran el período, sino de cumplirle al país a través de sus fallos. Pero se impuso el "democraterismo". Y en cuanto a la orfandad de los jueces, es cierto. Muchos han dado su vida, carentes de todo apoyo por el Estado, cumpliendo con su deber. Y otros, se han plegado, por temor, a las decisiones de los violentos.
mircoles 12 de julio de 2006, 15:26 COT
[…] Por lo visto, la justicia no es la única cenicienta en este país. La diplomacia, fundamental para nuestras relaciones internacionales, más cuando la globalización sigue su incontenible marcha, sigue recibiendo un trato de quinta categoría, como botín burocrático del presidente de turno para premiar aliados políticos o quitarse de encima enemigos "incómodos". Mientras las personas idóneas para ocupar las altas dignidades diplomáticas siguen ocupando cargos inferiores a sus capacidades, los "importantes" se pelean entre sí apelando a una "moralidad" de la que carecen. Ni siquiera las relaciones con Estados Unidos, las únicas que valen la pena para un gobierno que desdeña el tan vital multilateralismo, se salvan del clientelismo criollo. Artículos relacionados: […]