La educación de la desesperanza
Artículo destacadoPor Bailarina
mircoles 9 de septiembre de 2009 12:21 COT
(Una experiencia surrealista como docente multidisciplinar)
Cuando oí al otro lado del teléfono “su resolución ya ha sido aprobada, ha sido nombrada como profesora de matemáticas en el municipio X, venga por ella y traiga los papeles respectivos” dije: “¡¡Mierda!! Era en serio”. Y aunque asustada porque yo no soy licenciada de alguna cosa, la idea no me parecía nada mala y me emocionaba tener la posibilidad de educar, pero esa emoción se fue tan rápido como vino junto con mis expectativas. Para mí es claro que una IED (Institución Educativa Departamental) no se acercará ni en poco a un colegio privado, pero pensé que los retos que iba a enfrentar iban a ser de otra índole. Del pueblo donde vengo los colegios públicos se han caracterizado siempre por su excelente nivel académico incluso a nivel nacional y la calidad de los docentes es realmente indiscutible. ¡Cuál fue mi sorpresa al comprobar que tal concepción se veía ahora deshecha por mi propia experiencia!
Las comparaciones son odiosas, máxime cuando “todo lo del pobre es robado”. Se ha dicho mucho que la educación en Colombia —especialmente la básica y media vocacional— es de muy alto nivel, aún comparada con otros países como Estados Unidos o España y yo podría creerlo si esa educación es privada, porque mi experiencia laboral me ha demostrado que la educación pública en este país deja mucho que desear. En el año 2007, de los 24.649 establecimientos educativos, el 57,24% pertenecían al sector oficial, y hasta el año 2008 el porcentaje de matrícula en el sector público era mayor que en el sector privado, lo que lleva a concluir que el porcentaje de cobertura es mayor en el sector público (SP) que en el sector privado (Sp) aún en el 2009, porque además, la población siempre va en aumento (especialmente la que no puede pagar) y la demanda por educación también, lo que implica necesariamente una demanda creciente de maestros. Pero, parafraseando la conocida frase de cajón, “lo importante no es la cantidad sino la calidad” —y en el aspecto educativo no es diferente. En el ideal, no debería importar la cantidad de nuevos cupos escolares cada año, si no se tienen los recursos —sociales, humanos, físicos etc. — para garantizar la calidad de la educación; pero en la realidad, lo que importa son las cifras de cobertura porque eso es lo que puede mostrarse mediante gráficas bonitas.
La perversión del sistema
Todo comenzó mal (y mi abuela dice que lo que mal comienza, mal termina): resultó que el área de matemáticas en la cual —según resolución— iba a desempeñarme como docente no era la vacante que el colegio necesitaba cubrir, sino que necesitaban a alguien que se dedicara a orientar la media técnica. Eso por supuesto sonaba más interesante e intelectualmente me imponía un reto mayor, pero de nuevo surgió otro problema: “para convertir a los estudiantes como bachilleres técnicos, necesitamos que el Secretario de Educación apruebe dicho proyecto”. Ustedes ya imaginarán que esa aprobación, luego de 9 meses aún no se ha pronunciado (y contando).
Es así como he tenido que cubrir los “huecos” de profesores que SÍ se están necesitando. He sido profesora de Artística, Educación Física, Español, Geometría e Inglés y aún sigo a la expectativa porque no sé qué pasará cuando los docentes respectivos de estas áreas lleguen. Cuando le dije al Rector que yo no era Licenciada en ninguna de esas áreas (y sin experiencia) y él dijo que no importaba (y al parecer al resto del sistema tampoco), supe que la educación de estos jóvenes estaba perdida, porque me enteré después de que mi caso no ha sido el único, y así sea que a un profesor le corresponda dar clases de culinaria, pues deberá dar clases de culinaria con tal de cumplir las horas laborales y que el colegio no pierda esa plaza y el profesor deberá asumir el reto, cueste lo que le cueste… que no es mucho. Las cosas son así.
Bajos niveles de exigencia, laxitud académica y disciplinaria, falta de compromiso tanto de los maestros como de los alumnos con el proceso educativo, bajo nivel académico, desorganización administrativa, falta de recursos (físicos, económicos, humanos, etc.), pereza y mediocridad caracterizan el sistema educativo en el que trabajo y eso me ha generado problemas tanto con el sistema como con los compañeros de trabajo y alumnos; estoy acostumbrada a hacer las cosas ordenadas, con algún método, de forma estricta y bien hechas lo que requiere por supuesto cierto nivel de exigencia y sacrificio, de modo que enfrentarme a un sistema con estas características ha sido altamente difícil, luchando cada día contra la perversión del sistema, siendo yo la única perjudicada porque a nadie más le interesa.
Colegio público vs. Colegio privado
Dejo claro que con colegio privado no hablo de colegio caro, pero las diferencias entre un colegio privado y uno público son evidentes. El sistema educativo en general en Colombia está regido por los mismos parámetros y la Ley de Educación (Ley 115 de 1994) es a nivel generalizado, por lo tanto, las entidades educativas (públicas o privadas) deben responder frente a los mismos criterios al Ministerio de Educación. Sin embargo, el sistema del colegio privado está diseñado de manera que tanto el padre de familia, como el estudiante y la institución están comprometidos al 100% con la educación de los educandos. El sistema simplemente no tiene vacíos por el que éste pueda colapsar, ni el más mínimo. Fundamentalmente su diseño está basado en la responsabilidad que genera la disciplina y el orden, en el que si el alumno no responde siente las consecuencias de su irresponsabilidad (que él ya conoce) y obviamente detrás del alumno está el padre de familia el cual es el principal responsable del cumplimiento del deber de su hijo, por lo tanto si el hijo no responde como debiera el padre de familia también deberá pagar su cuota de compromiso.
Por el lado de los maestros no es distinto. El Sp (tanto colegios como universidades y demás) funciona a manera de empresa, por lo tanto se paga por producto realizado y además hay ciertos niveles que deben cumplirse. Si el producto que se obtiene no es satisfactorio o las metas no se cumplen, simplemente el empleado se saca del sistema, no sirve, no es productivo y esa es la presión que hace que el maestro en el colegio privado esté siempre trabajando al 200% y lo obliga a mantenerse en altos niveles de competitividad laboral. En el SP esto no sucede. La seguridad de un trabajo fijo saecula saeculorum y la baja —casi nula— probabilidad de salir despedido, genera una tranquilidad en el maestro que no lo presiona a nada. Ley del menor esfuerzo: “si haciendo más me van a pagar lo mismo que haciendo menos… hago menos”, máxime cuando no hay nadie que controle de manera estricta qué es lo que se hace. Además, existe otro factor en el SP y es la política: los maestros están más preocupados con todo aquellos que les modifique sus salarios, horas extras, vacaciones y demás prebendas que lo que se defina en materia de educación. Para los del viejo régimen, la razón para hacer una especialización es el aumento en el escalafón docente y por supuesto en su salario; su formación o el deseo de superación en realidad poco o nada importa si el símbolo $$$ no significara tanto.
Zapatero a tus zapatos
En este momento no hay lista de elegibles en las listas de docentes de Cundinamarca, de manera que según ley, la Gobernación puede hacer convocatoria de profesionales, técnicos o tecnólogos como docentes nombrados provisionalmente para suplir la falta de docentes en los colegios del departamento mientras sale la lista de elegibles de la convocatoria realizada el 5 de julio de este año —cuyos resultados además fueron desastrosos. Sin embargo, pasaron 4 meses para que la Gobernación hiciera el nombramiento pese a que las instituciones educativas estaban urgidas de dicho personal porque lo que estaba en juego era nada más y nada menos que la educación de los pelados.
Y de eso se trata, de las enormes fallas que tiene el sistema educativo oficial de nuestro país, desde la organización administrativa central. Si la cabeza está enferma, el resto del cuerpo también. Burocrático y paquidérmico son los adjetivos con los que suele calificarse a las entidades estatales, ambas con connotaciones negativas y la educación pública no escapa a ello, quedando así, muy mal presentada de entrada.
“Ampliamos la cobertura de cupos” es lo que el Ministerio de Educación dice siempre porque en términos generales existe el dinero para pagarles a los docentes, pero desafortunadamente la plata no lo es todo y obviamente los beneficios varían de un departamento a otro dependiendo del monto de las transferencias que reciban del Gobierno Central, las cuales dependen del número de estudiantes que haya en el sector público – y creo que este mecanismo pervierte el sistema porque el interés del colegio será tener más estudiantes y eso reduce los niveles de exclusividad y selección de los mismos. No se trata de ampliar por ampliar cuando el recurso no existe —especialmente el humano. He podido detectar dos problemas: el primero, la falta de cualificación de los maestros en las áreas que enseñan cuando los hay, desprendiéndose así el segundo, y es que en el peor de los casos no hay maestros para cubrir ciertas áreas lo que implica que o los que hay deben trabajar más de la cuenta cubriendo a los maestros faltantes sin importar su especialidad, o que los estudiantes deben quedarse sin clase y por lo tanto sin educación. La Ministra de Educación pretende que los bachilleres al graduarse tengan un nivel de bilingüismo B1, cuando los docentes están apenas en el básico elemental. Pero como dice Chocquibtown, “eso es lo que hay”.
¿Cómo puedo tener esperanza alguna en la educación de estos muchachos si veo a profesores de español dando clases de artística, profesores de sociales dando clases de geometría, artística y hasta religión, profesores de matemáticas dando clases de contabilidad o tecnología informática o, como en mi caso, dando clases de lo que haya que dar? Francamente pienso que es una FALTA DE RESPONSABILIDAD grandísima con la educación del estudiante —y hasta de seriedad y respeto con el docente— por su labor y por su conocimiento.
¿Entonces? Lo que sucede es que el número de estudiantes al parecer siempre será mayor que el número de docentes disponibles para cubrir la necesidad académica de esos estudiantes y mientras el colegio pelea con la Gobernación para que les envíe al(los) docente(s) solicitado(s), los que están en la institución deben cubrir esas necesidades como puedan. En el peor de los casos los estudiantes se quedan sin profesor, con un montón de horas libres sin educación esperando a ver qué sucede. Todo depende de la infinita burocracia.
Claramente no es culpa del colegio, ellos hacen lo que pueden con lo que tienen (maximización de los recursos dirían los economistas) y para ser sincera, creo que lo hacen bien (aunque podría ser mejor). La culpa es del sistema y su perversión, de la política que en este país lo que toca lo daña y del inmediatismo, el “salir del paso” y la falta de planeación. La IED está simplemente a merced de su señoría La Gobernación y la mayoría de las cosas están casi que fuera de su control, esta es una de las razones por las cuales los municipios están abogando por la certificación de la educación y la salud en cada uno de ellos pero eso es otro tema.
Promoción automática y ley del 5%
El Decreto 230 de 2002 ha establecido los criterios para la promoción automática de los educandos y en el artículo noveno establece claramente que no puede “quedarse” más del 5% de los estudiantes de un curso o dicho de otra manera “debe promover como mínimo al 95% de los educandos”. Las condiciones para que un estudiante esté dentro de ese selecto 5% —o fuera del 95%— son: valoración final Insuficiente o Deficiente en tres o más áreas (ojo, son áreas, no asignaturas que es distinto), valoración final Insuficiente o Deficiente en matemáticas y lenguaje durante dos o más grados consecutivos de la Educación Básica, o inasistencia injustificada a más del 25% de las actividades académicas durante el año escolar. Si más del 5% del curso cumple con alguna de estas condiciones, una comisión debe entrar en la difícil tarea de determinar quiénes son promovidos y quiénes entran en calidad de repitentes… y quiénes son expulsados.
Cabría preguntarse cuáles son las condiciones en las cuales el Decreto 230/02 es eficaz. Yo sospecho que éste sería válido en el Sp donde todo el sistema educativo está diseñado para garantizar la buena educación del estudiante —ya mencionado— y en el que además están todos comprometidos, ya sea a las buenas o a las malas (padres de familia, alumnos y educadores).
Para mí, aunque puedo entender las razones por las cuales MinEducación haya establecido este decreto, es simplemente un arma de doble filo. Si se ve por el lado del docente, este decreto garantiza(ría) que él cumpla su función con seriedad y completamente consciente de lo que hace asegurando la calidad de la educación del estudiante presionado por ese 5% —ó 95%— como meta —tal cual sucede en las empresas del sector privado. Lo fuerza a diseñar e implementar estrategias de enseñanza adecuadas para la educación de sus estudiantes y de alto nivel y a permanecer siempre actualizado y en el umbral del conocimiento. Sin embargo, en el SP, el estudiante sabe que puede usar esa situación a su favor haciendo que su nivel de esfuerzo sea muchísimo menor y su deseo de estudiar y educarse sea mínimo aunque no tanto como para ser el primero en la lista de NO promovidos. El 5% en los cursos inferiores equivale a 1 ó 2 estudiantes en promedio y el número de malos estudiantes supera en ocasiones los 15, pero no importa que tan malo, perverso o pésimo sea un estudiante, si se tiró todas las materias durante todo el año y perdió todos los bimestres, al finalizar el año escolar, quien (o quienes) se queda es el más malo de los malos; los demás son promovidos al siguiente grado con las mismas falencias y carencias académicas —y burlándose además de los profesores—, con los mismos baches cognitivos y con su mediocridad a cuestas que cada vez va siendo más grande. Por supuesto los problemas de enseñanza son cada vez mayores porque lo básico no existe y su capacidad para apre(he)nder casi que desaparece. Esto presenta el problema del siguiente punto.
Posiblemente la intención que haya detrás del 5% sea altruista y el sistema no sea perverso por sí mismo, pero si hay algo que la vida me ha enseñado es que para que las personas valoren lo que tienen debe costarles siquiera un poco, porque lo regalado adolecerá siempre del desprecio, el maltrato y sobre todo la ingratitud.
¿Cuál es el resultado de dividir un número por la unidad?
La ley de Promoción Automática en el SP hace que el sistema cree estudiantes cada vez más perezosos, facilistas, mediocres, malos y me atrevo a decir que hasta estúpidos. El sistema pervierte la educación formal haciendo de esta un paripé, en el que los estudiantes fingen que estudian y los maestros no hacen más allá del mínimo esfuerzo. ¿Cómo es posible que un alumno en tercero de secundaria no sepa cuáles son las palabras sinónimas y antónimas? Una chica de cuarto de bachillerato le respondió al maestro de biología que 5/1 era igual a 10 y los estudiantes de este mismo curso no supieron dar el resultado de dividir 25 millones entre 1 porque no tenían calculadora, o no sabían lo que eran palabras agudas, graves o esdrújulas ni cuándo se acentuaban. Así las cosas, es sumamente difícil avanzar en el temario propuesto para el curso, el maestro se ve obligado a devolverse a los cursos de primaria a enseñar o recordar las cosas básicas y en el peor de los casos hacer borrón y cuenta nueva y empezar desde cero. Uno ya no se preocupa por enseñar lo que “debe” enseñar, uno se conforma con que aprendan algo y bien.
Los chicos están por estar, simplemente calientan un puesto y eso es todo. La culpa no ha sido suya. Ellos llegaron a la secundaria con serias bases estructurales que son imposibles de corregir en este momento, se acostumbraron a ello. No tienen método, no son organizados ni siquiera mentalmente ni se acostumbraron a pensar o estudiar. Su dispersión es tal que al final de la clase han olvidado completamente lo que han visto en ella porque a lo mejor no han puesto el más mínimo cuidado.
¿Y de los maestros qué?
Con los maestros en el SP la cosa no es distinta pero por otras razones. No puedo decir nada de la calidad de maestros de mis compañeros de trabajo, de hecho, es obvio que todos ellos están mucho mejor capacitados que yo en primer lugar porque han sido formados como docentes y en segundo lugar porque llevan como mínimo 15 años en ese oficio (que valga la pena decir es más ingrato que la cocina). Pero al igual que los estudiantes ellos también han optado por el facilismo y la mediocridad porque el sistema así lo impone, no vale la pena desgastarse con los alumnos, enseñarles algo que a ellos a todas luces no les importa y ganarse rabietas que a la larga agrandarán la úlcera gástrica del maestro si, de todas maneras, ellos terminarán graduándose algún día de bachilleres académicos de la IED para salir a trabajar en las galleras, ser vendedores en la plaza de mercado o ser padres prematuramente.
Por supuesto esa también ha sido mi opción: dejar mi neurosis a un lado y dejar de preocuparme por el futuro de estos chicos, dejar de pensar en ese mundo mejor y en que las cosas van a cambiar mientras mi rostro palidece frente a la irresponsabilidad y frescura del alumno al que no le interesa su propio futuro, así que ¿por qué habría yo de preocuparme? Mi nivel de exigencia no va a cambiar y ya me he ganado el odio de estudiantes para los que soy “una profe cuchilla” —y para algunos maestros también— porque simplemente NO ESTÁN ACOSTUMBRADOS A TRABAJAR, y mucho menos a tener cierto nivel de exigencia que les implique esforzarse tan siquiera un poco —y estrenar su cerebro— porque por ley sólo el 5% se queda y eso ellos lo saben, así que ¿por qué preocuparse si de todas maneras van a pasar el año? Y desde esa lógica, ¿por qué preocuparme si sé que todos van a pasar el año? Yo me dejo absorber por el sistema y disfruto mientras tanto, dándoles un sustillo durante el año.
Disciplina vs. educación
El nivel académico de una institución depende del nivel de disciplina que en ella se tenga y no viceversa. No es posible establecer altos niveles académicos y de exigencia y tener alumnos con excelente promedio si las normas de disciplina son laxas, permisivas o poco claras. Un coordinador debe ser un líder, ser inflexible y autónomo, tener criterio tanto para decidir como para actuar y aunque lidera un equipo de trabajo conformado en su mayoría por maestros cuyo trabajo es fusionado y debe cuidarse de no crear “amiguismos” que puedan viciar su desempeño o desviarse de su objetivo. Debe ser organizado, meticuloso y estricto de tal manera que genere el respeto que su cargo le merece y no haya cabida a “tomadura de pelo” alguna ni violación de reglas. Un coordinador debe imponerse, tomar las decisiones que nadie más toma porque generan animadversión en el personal, pero es que esa es su tarea; como reza la tan conocida frase de un famoso que está en la penumbra “el coordinador no fue a hacer amigos” y es a él a quien le corresponde el trabajo sucio.
Los problemas en materia de disciplina son muchos y además graves. Por un lado, el número de estudiantes que no asiste a clase estando en la institución es bastante alto, y frente a eso no hay una política clara de lo que debe hacer el profesor acerca de si despreocuparse por los alumnos que están afuera, o si se debe dejar el salón de clase solo por ir a buscar a unos 5, 6 ó 10 que está fuera del salón por voluntad propia.
De otro lado, están las ausencias de los profesores, bien sea porque están de licencia, porque ese día no asistieron o porque llegan tarde a clase, que permiten que los estudiantes estén fuera de sus aulas de clase aún si tienen trabajo pendiente. Los chicos simplemente no pueden aguantarse las ganas de salir del salón, es como si el salón fuese su peor enemigo y se ponen furiosos cuando entre clase y clase no tienen tiempo para salir a “dispersarse”. Lo mismo sucede cuando el profesor sale por un instante de clase dejando los alumnos sin custodia; los “ratones” aprovechan cualquier oportunidad en la que el “gato” no esté viendo para hacer fiestas. Y lo más inaudito es que no hay nadie ahí para velar por esa situación. No hay quien vigile el comportamiento ni del docente ni del estudiante.
Existe una falta de respeto hacia todo: las normas, la autoridad, los profesores, los compañeros y hasta por ellos mismos y en este escenario es muy difícil crear conciencia por o hacia algo. ¿Dónde está el Coordinador de Disciplina? Está en la oficina apagando incendios. Los colegios viven en un galimatías constante, los muchachos en lugar de estar en las aulas de clase estudiando —como deberían y a lo que los mandaron y por lo que el Estado está pagando su estadía ahí— están por fuera de ellas, escapándose de la institución, jugando, echando agua, tirando piedras, rompiendo muros o vidrios, comprando en la “tienda” o viéndose con el(la) novio(a) en los baños. Por falta de reglas claras y bien definidas acerca de la disciplina de los estudiantes e incluso de los docentes, es que sucede lo que sucede y el Coordinador no puede ejercer las funciones que verdaderamente le corresponden por estar apagando incendios diariamente. Así las cosas, ¿cómo se espera que los estudiantes tengan algún tipo de nivel académico si no hay ningún tipo de exigencia CLARA —o al menos así no se percibe— tanto para estudiantes como para profesores, pudiendo hacer lo que cada quien quiera?
Por supuesto, esto genera todos los desórdenes presentados en el nivel académico que es realmente bajo porque los pelados no se ven ni obligados ni motivados a estudiar; a ellos se les permitió hacer lo que quisieran y eso es justo lo que hacen. El Coordinador Académico se limita a tratar los casos (más) graves de reincidencia de pérdida de materias, problemas que haya entre algún estudiante y un profesor y a organizar los horarios de clase de los profesores y sus horas de atención a padres (que debo decir cambian por lo menos una vez al mes y también cambia la carga académica lo que es una falta de respeto con el estudiante). En ninguno de los dos casos, los coordinadores se dedican a diseñar, o planear y ejecutar estrategias, incluso las funciones más básicas las delegan a los profesores porque “no tienen tiempo”. Su función siempre es apagar incendios. Y en los incendios se corre el riesgo de salir quemado.
Ambiente cultural
El colegio está para formar en las áreas del conocimiento, pero los encargados de educar y formar para la vida son los padres de familia; son ellos los principales responsables de la educación de sus hijos y los garantes de que la educación recibida en el colegio sea efectiva. Pero en el SP las cosas son distintas. En el Sp el padre está comprometido no sólo porque debe pagar sino porque además él tiene aspiraciones laborales, profesionales, académicas y demás que su hijo hereda o aprende, por lo tanto le interesa que su hijo vaya al colegio y aprenda lo que debe aprender.
En el SP la mayoría de los padres si acaso habrán terminado su bachillerato y trabajan en empleos que necesitan de poca o nula cualificación. Son padres que viven al día, con miles de preocupaciones y arduas (y larguísimas) jornadas de trabajo. Por lo tanto los chicos están solos la mayor parte del tiempo y no tienen a nadie a su lado que los forme, de esta manera muchos de ellos van sin desayunar al colegio, sin bañarse ni asearse en general, sin tareas y sin ilusiones. La mayoría de los estudiantes son maltratados por sus padres física o mentalmente, son carentes de afecto y no tienen ningún tipo de aspiración en la vida; alguna vez una profesora me contaba que la aspiración de un chico era “ser chofer de bus porque así viajaba mucho”, en otra ocasión un chico de octavo me dijo que a él no le gustaba estudiar pero que además no había nada en la vida que le gustara o que quisiera hacer, salvo ver televisión; agradecí su sinceridad pero oír a un chico de 13 años decir eso es desolador y ya es poco lo que se puede hacer por él y entiendo por qué va tan mal académicamente.
Los padres no están pendientes de sus hijos y éstos crecen silvestres en la pradera y si acaso se aparecen el día de la entrega de boletines para dedicar una hora cada tantas semanas a su hijo, ya sea para pelear con el profesor y reclamar, o regañar y golpear a su hijo.
Uno repite los esquemas de sus padres y estos chicos aprenden a comportarse igual que los suyos. Son mal hablados, groseros, descuidados, no han aprendido a tener respeto por ellos, por sus compañeros o su entorno, no tienen ilusiones porque la vida les ha enseñado que no existen y que la felicidad no es para ellos y por eso no tienen aspiraciones, por eso no tienen ningún tipo de motivación para estar en el colegio. Obviamente como en todo hay excepciones.
Y los modelos a seguir son los hombres y mujeres de las novelas o realities, el reggaetonero de turno y demás que absorben de la cultura mediocre, agresiva y de combate en la que viven, pero eso es lo que hay y así es en más del 80% del territorio colombiano.
La educación de la desesperanza
De combate. Así defino yo esta educación porque me siento como en un campo de batalla. Esquivando balas, velando por mi vida y tratando de ayudar a quienes pueda mientras tengo que saltar miles de obstáculos para salir bien librada al final. Francamente no tengo ningún tipo de esperanza en las generaciones que forman estos chicos, luego de ver el panorama y el sistema no hay mucho para esperar. Evidentemente existen algunos pelados con muchas capacidades y como en todo colegio están los juiciosos, los pilos, los ñoños, los indisciplinados, los buenos deportistas, los malos estudiantes, etc. y para esos que tienen una esperanza en su futuro y sus padres también, sólo espero que la vida pueda darles mejores oportunidades para salir adelante.
Una de las profesoras que llegó conmigo ha sido docente durante 18 años, la mayoría de los cuales ha trabajado en colegios privados y ella claramente ve la diferencia. Ha dicho que el trabajo en el colegio público es “mamey” desde todo punto de vista y el sistema es distinto. Los adolescentes serán siempre adolescentes aquí y en cualquier lugar del mundo con los mismos comportamientos propios de su edad, sin embargo, las diferencias de su educación y formación se verán reflejadas en los años posteriores según el sistema en que hayan estado.
Es claro que no puede exigirles mucho a estos chicos si no tienen padres comprometidos con su aprendizaje, si sus realidades son bizarras, si no tienen cómo alimentarse. Esas cosas hacen la diferencia, pero no deja de ser triste y desesperanzador. Mi pregunta es: ¿cuál será el futuro de estos educandos? Y de paso, ¿cuál el futuro del país? Porque esta situación no es única del colegio donde trabajo, sino que hace parte del sistema educativo al menos del departamento.
Leyendo el Decreto 230/02 he aprendido más de la reglamentación de la educación en Colombia de lo que he aprendido durante toda mi vida pero el papel aguanta todo. Al igual que la Ley de Educación (115/94) hay cosas muy bonitas sobre el compromiso de los maestros, estudiantes y de la familia sobre la educación y formación de estos chicos. Se leen cosas sobre la función del docente, los métodos de evaluación y sobre todo de la importancia de la educación y de la prevalencia de esta y el estudiante. Sin embargo, creo que como lectura es un buen material de información, pero como ley, hay todavía muchos huecos que tapar, muchos vacíos que permiten que el sistema se pervierta a sí mismo y por supuesto como sostén de las acciones debería estar mucho más reforzado.
Lo que pienso es que en materia de educación, especialmente en la parte administrativa del sector público hay mucho camino por recorrer. Lo ideal sería no hacer documentos por hacerlos — por cumplir con ese principio de que lo que no está escrito no vale— sino que a la hora de hacerlos se piensen cuáles son los verdaderos problemas que se quieren enfrentar y una vez detectados cuáles serían las estrategias para superarlos, con verdaderos investigadores en educación que propongan soluciones más reales –a nuestra realidad y con una conciencia clara y verdadera de los recursos con los que cuentan. Desde este panorama, no es muy esperanzador ver cómo en el día a día de la educación pública, los niños y jóvenes se están preparando para asumir algún día sus propias vidas y los retos que la existencia misma les pondrá.
mircoles 9 de septiembre de 2009, 21:19 COT
La promoción automática es una sinvergüenzada. El nivel de pereza e ignorancia de quienes salen del bachillerato es simplemente impresentable. Graduados que no saben distinguir entre hay, ¡Ay! y ahí, que (cuando no escriben “ke”) no tienen ni idea que en español se abren y se cierran las interrogaciones y las exclamaciones, que no saben cuáles son las ramas del poder público, que no conocen ni lo más elemental de historia ni geografía… todo porque ahora no se pierde el año.
jueves 10 de septiembre de 2009, 06:17 COT
Qué buen artículo Bailarina, aunque en efecto bastante desesperanzador, tanto tiempo vital perdido… No entendí la parte surrealista: ese desencuentro entre el papel y los hechos es tan de nosotros que no tiene nada de surreal, me parece.
lunes 14 de septiembre de 2009, 22:23 COT
realmente hay mucha tela que cortar en materia de educación. Si… el sistema colombiano busca que el estudiante no adquiera concimientos para evitar ser criticado en sus decisiones con argumentos reales. Sin embargo recuerda que ya se anula el decreto 0230 y se aprobó el 1290 para el 2210 buscando supuestamente la autonomia en la evaluación aca´démica. Qué opinas de dicho decreto?
lunes 14 de septiembre de 2009, 22:25 COT
nota de isabel el decreto 1290 empieza a regir en enero del 2010
martes 15 de septiembre de 2009, 16:06 COT
Con la excepción de Cuba, la calidad de la educación básica en América Latina sigue siendo de segunda. La oficina regional de la Unesco ha divulgado estos resultados del Segundo Estudio Regional Comparativo y Explicativo (Serce), que evalúa la calidad de la educación básica en la región. El análisis se concentra en el desempeño de los estudiantes de tercero y sexto grados de educación primaria en los años 2005 y 2006 en matemáticas y lenguaje; y en ciencias en sexto grado. Participaron 16 países.
martes 15 de septiembre de 2009, 19:28 COT
Información Bitacoras.com…
Valora en Bitacoras.com: (Una experiencia surrealista como docente multidisciplinar) Cuando oí al otro lado del teléfono “su resolución ya ha sido aprobada, ha sido nombrada como profesora de matemáticas en el municipio X, venga por ella y traiga los…..
viernes 25 de septiembre de 2009, 05:41 COT
Miren que videos mas buenos he encontrado!
http://www.youtube.com/watch?v=g5fLvqDjNR4
http://www.youtube.com/user/HirukideFN
sbado 24 de octubre de 2009, 14:51 COT
Estoy de acuerdo con el 85% de lo que planteas, muy buena descripción de tu experiencia, y muy buenas generalizaciones a partir de la misma. Abajo hablaré del 15%… y espero lo leas, pues puede enriquecer tu material.
Atte,
WJCT.
sbado 24 de octubre de 2009, 15:04 COT
15%….
Si bien comparto la clara brecha entre educación privada y pública, en la educación privada no todo es color de rosa, y también tienden a reproducir ciertas dinámicas sociales perversas… por ejemplo, es cierto, que en genral los de colegios privados salen mejor preparados, pero también es cierto que la mayoría viene formado con un individualismo, y con unas ganas de ser por encima de caulquier cosa, los colegios privados reproducen los mismos fenómenos que sustentan las desigualdades sociales (también hay profesores mediocres, y también hay estudiantes conscientísimos de lo del 5%).
La mediocridad de los docentes se explica por varias razones, no sólo por la ley del menor esfuerzo… es que en general muchas personas que escojen al docencia no fueron exactamente estudiantes brillantes durante la escuela… la mayoría de lso estudiantes brillantes escoge carreras que no sean ingratas… salvo pequeñas excepciones (seres muy apasionados).
En Colombia, y no sé, si tirar la genralización, la docencia no es un oficio que generé prestigo y status (muchas veces ni en el nivel económico, ni tal vez en el más importante, en el respeto a su función social -salvo algunas formas excepcionales de ejercer la docencia-). y creo hay un terrible problema en la formación de docentes, el docente de colegio (y hasta universitarios a veces) -público y privado- no es gran lector y conocedor de su propia asignatura en muchos casos… (a veces tienen en la cabeza una gran cantidad de corrientes pedagógicas -que mal conocen- y poco de conocimiento disciplinar… ni hablar que sean apasionados de ese univeros del saber que representan).
Aunque en general rinden más bajo la presión de los sistemas privados… aunque nuevamente repito, no dejan estos de tener su lógica perversa… en especial en eso que usted parece señalar cuando le preocupa el estado de la educación: “el mejoramiento social”.
Atte,
WJCT.
sbado 7 de noviembre de 2009, 09:27 COT
CUANDO UNO ES REALMENTE BUENO EN LO QUE HACE…NO LE TEME A QUE LO EVALUEN, AL CONTRARIO PIDE A GRITOS QUE LO HAGAN PARA SER PROMOVIDO DE MANERA MAS RAPIDA Y JUSTA, POR MERITOS PROPIOS NO AUTOMATICOS.
domingo 1 de agosto de 2010, 16:42 COT
El problema de la provision de la educacion es bastante complicado pues estamos hablando de proveer un bien que en naturaleza es publico pero que no encaja dentro de tal definicion pues es rival y es excluyente. Entonces ante esta perspectiva es dificil poder tomar decisiones que no laceren las ganancias de los grupos de presion.
El establecimiento por lo menos de un sistema de competencia en el sistema de educacion con instituciones privatizadas de pleno derecho donde el objetivo y el nombramiento de la planta docente se regule por la competencia tendria entonces el problema de la ganancia, esta claro que el nivel academico mejoraria increiblemente pero la estabilidad laboral y salarial de los educadores se veria modificado sin embargo esta claro que la diferenciacion en las cuestiones del mercado laboral deberia ser fijada por elemetos de calidad y reconocimiento academico y profesional pero expliquemosle eso al sindicato.
domingo 1 de agosto de 2010, 20:56 COT
Si les damos educación a los latinos entonces vamos a tener el problema de escasez de mano de obra no calificada en los países ricos. ¿Qué van a hacer ellos sin sirvientes, meseros, cocineros, limpiadores de alfombras, lavaplatos, recogedores de frutas, etc.? ¡No! Abajo la educación. Los latinos nacimos para ser unos sirvientes leales.